Ni devaluación ni dolarización

Hay que terminar con el saqueo capitalista del país

26/04/2023

La crisis económica está dando un nuevo salto con la disparada del dólar blue y la inflación. El 7,7% por ciento en marzo golpea los salarios y las jubilaciones y empuja mas y mas familias a la pobreza, que ya llega al 40%, y a la indigencia.

La política del gobierno alimenta la escalada inflacionaria, golpeando a los trabajadores y rescatando a los empresarios. Para los trabajadores pactaron paritarias del 60% anual contra una inflación del 100%, y un salario mínimo de $80.000 pesos, de indigencia.

Pero a los sojeros y productores de alimentos les da un dólar a 300 pesos y para pagarlo emite un millón de millones de pesos. Una medida que va a aumentar los precios de los alimentos para favorecer a un puñado de grandes empresas que manejan el comercio exterior.

A los jubilados los condenan a una jubilación de indigencia, de 58.000 pesos. Pero a los bancos les entregan los recursos del ANSES vaciando las cajas jubilatorias y comprometiendo aún mas el pago de las jubilaciones.

Descargan la quiebra nacional sobre los trabajadores y el pueblo, cuando es producto del saqueo y el vaciamiento capitalista.

Ni devaluación ni dolarización

El motivo de fondo de esta crisis es el saqueo capitalista del país que han implementado todos los gobiernos de las últimas décadas.

En Argentina ingresaron 33.000 millones de dólares en los últimos años por el comercio exterior, pero las reservas del país están llegando a cero porque esos recursos fueron a la fuga de capitales y el pago de la deuda.

El gobierno está colgado de los acuerdos con el Fondo Monetario, que quiere reforzar la entrega del litio, la minería y vaca muerta al imperialismo norteamericano.

Por eso aplica un ajuste y una devaluación por tandas, que agrava la inflación y se discute una devaluación a fondo, sea impuesta por el mercado o sea por una medida del gobierno. Una devaluación en regla va a terminar de hacer estallar una hiperinflación.

La oposición cuenta con que termine de estallar la economía y prepara planes de convertibilidad o de dolarización que parten de un ataque a fondo a los salarios y jubilaciones.

La dolarización que propone Milei implicaría una conversión forzosa de los pesos a dólares, a precios que no bajarían de 2000 por dólar y que algunos estiman que llegaría a 9000.

Por una salida de los trabajadores y la izquierda a esta crisis

La burocracia sindical de la CGT en lugar de convocar un paro nacional y plan de lucha contra el ajuste respalda a fondo a Massa, el responsable de todos estos golpes contra el pueblo. Las organizaciones sociales oficialistas siguen apoyando a un gobierno que golpea día tras día a los desocupados.

Contra esta entrega planteamos deliberar en asambleas en los lugares de trabajo y los barrios, para luchar por un salario igual a la canasta familiar, por el ajuste mensual por inflación de salarios y jubilaciones, por el 82% móvil y por la creación de miles de fuentes de trabajo bajo convenio.

Hacen falta medidas de emergencia para terminar con el saqueo capitalista del país y volcar los recursos a resolver los problemas populares urgentes. Romper con el Fondo e imponer la investigación y no pago de la deuda externa usuraria y fraudulenta. Nacionalizar la banca y el comercio exterior para terminar con la fuga de capitales y volcar esos recursos a un plan de desarrollo, industrialización, vivienda y obra pública que resuelva las necesidades urgentes de los barrios.

Hay que echar a los políticos capitalistas que nos llevaron a esta crisis y preparan nuevos golpes contra el pueblo, para poner en pie un gobierno de la izquierda y los trabajadores.

Jujuy: el plenario provincial del Partido Obrero votó a Sebastián Copello, Patricia Amante e Iván Pérez como precandidatos para integrar listas del Frente de Izquierda

Para las elecciones del 7 de mayo

03/03/2023
Con más de 250 delegados, el Plenario resolvió una campaña política que tiene como consigna central “Frente al fracaso de Morales y el peronismo, vamos por un gobierno de los trabajadores y la izquierda. 
 
También se eligieron los precandidatos del PO para integrar las listas del Frente de Izquierda en base al acuerdo que se llegue con los otros partidos. 
 
El Plenario discutió la enorme crisis social y económica que atraviesa Jujuy con salarios de hambre, la precarización laboral como regla, la crisis habitacional, una salud publica vaciada y una entrega colonial de los recursos naturales como el Litio.
 
Sebastián Copello realizó un balance del Plenario: “Partimos de un diagnostico categórico: Peronistas y radicales gobiernan la provincia desde el 83 hasta hoy y nunca resolvieron las necesidades más urgente de los jujeños. Son los responsables de la primarización de la economía, del retroceso productivo y la falta de trabajo genuino, del remate del Litio y de que los salarios estén en su piso histórico. Son un fracaso y tenemos que superarlos. Ese tiene que ser el desafío de la izquierda; organizar a miles de trabajadores de la provincia para enfrentar a estos políticos capitalistas fracasados y construir una salida propia a la crisis”
 
Con respecto a las elecciones del 7 de mayo Copello señaló: 
“Morales puso como candidato al rey del ajuste, Carlos Sadir. Una muestra de la orientación del oficialismo, mientras que el peronismo esta fracturado por ser socio de Morales y acompañar el ajuste nacional del Frente de Todos. Nosotros nos paramos del lado de los docentes y estatales en su lucha contra las paritarias a la baja, del lado del movimiento piquetero que lucha contra el hambre y utilizaremos la campaña electoral para impulsar todas las luchas del pueblo trabajador contra el ajuste.” 
 
Sobre la izquierda culminó: “En el plenario votamos reforzar la campaña por un congreso abierto del Frente de Izquierda. Todavía tenemos tiempo. Con la magnitud de la crisis social y económica que atravesamos, la izquierda no puede ir a la elección de forma rutinaria y en busca de un voto más o un diputado. Tenemos que patear el tablero y ser quienes representen la bronca popular de las mayorías y darle un canal político independiente. Esa es la importancia de un congreso abierto del fitu que convoque a miles de trabajadores y luchadores”
 

24 de marzo a la Plaza, contra el ajuste del gobierno y el FMI, la represión y la criminalización

¡30.000 detenidos desaparecidos presentes!

02/03/2023

El 24 de marzo, en el aniversario del golpe genocida, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia llama a una movilización independiente, denunciando el ajuste del gobierno y su pacto con el Fondo Monetario Internacional.

Esta movilización rechaza el intento del kirchnerismo de transformar el 24 de marzo en una jornada de defensa de Cristina Fernandez. La vice presidenta no sólo no está proscripta, sino que es parte del gobierno que ajusta contra salarios y jubilaciones y golpea todos los días los reclamos populares.

El 24 de marzo nunca puede ser de apoyo a un gobierno cuyo objetivo central es el pago de la deuda usuraria, ilegítima y fraudulenta que tuvo su origen en la dictadura militar y que convalidaron e incrementaron todos los gobiernos democráticos.

Hay que recordar que Cristina Fernández promovió Cesar Milani como Jefe del Ejército, mientras afrontaba juicios y denuncias por participar de la desaparición del soldado Ledo bajo el gobierno militar.

La movilización independiente va a plantear además el cese de la criminalización de la protesta. En todo el país hay decenas de imputados y procesados por reclamar por trabajo genuino, por salarios, o contra la destrucción del ambiente.

A 40 años del retorno a la democracia, el Estado sigue persiguiendo por luchar. El régimen democrático ha llevado a fondo el legado de la dictadura genocida: endeudamiento, sometimiento colonial al imperialismo y empobrecimiento generalizado.

Esto tiene un motivo: la clase capitalista que impulsó el golpe es la misma que maneja hasta hoy los hilos del país. Sus políticos, los políticos capitalistas, son los que nos han llevado a una crisis para la cual no tienen ninguna salida.

Convocamos a una gran movilización el 24 de marzo, junto al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia en denuncia de todo este régimen represión, ajuste y golpes al pueblo trabajador.

Absolución de Cesar Arakaki y Daniel Ruiz

Cesar Arakaki y Daniel Ruiz fueron condenados a penas de prisión efectiva por su participación en la movilización del 18 de diciembre de 2017 contra la reforma jubilatoria votada por el Congreso bajo el gobierno de Mauricio Macri.

Ahora, la Cámara de Casación debe revisar esta sentencia persecutoria, que busca criminalizar la movilización popular en defensa de las jubilaciones para golpear la capacidad de responder a los nuevos ataques que preparan todas las fuerzas políticas patronales.

Impulsamos, para el 17 de marzo, una audiencia y movilización en el Congreso Nacional contra estas condenas, en la que participarán compañeros procesados y criminalizados de todo el país.

Y una campaña de pronunciamientos contra las condenas, movilizando además el día 23 a la audiencia que convoca la Cámara de Casación para tratar el tema.

Abajo la persecución a los que luchan.

Fuera los políticos capitalistas, por un Congreso del Frente de Izquierda para poner en pie un movimiento popular con banderas socialistas

Propuesta de resolución al Plenario abierto convocado por el Partido Obrero en el microestadio de Lanús.

09/02/2023

Hacemos pública la propuesta presentada por la dirección del Partido Obrero al Plenario del 11/2 en el microestadio de Lanús a los fines de desarrollar en debate y permitir a la militancia realizar aportes y enmiendas.

 

  1. La Argentina enfrenta una crisis económica, política y social de fondo, que se manifiesta en una inflación elevadísima, un endeudamiento explosivo, una disolución de la moneda nacional, un estancamiento económico, un agravamiento de la situación social y en divisiones y choques de los principales bloques políticos. La responsabilidad de quienes vienen gobernando al país en favor del gran capital, desde Macri hasta el kirchnerismo, en esta situación y en los sucesivos golpes contra el pueblo es inocultable. El Frente de Todos gobierna con el pacto con el FMI como norte, con una política de ajuste y entrega nacional. Su fracaso muestra el agotamiento del peronismo como salida para las grandes mayorías populares, y plantea la necesidad de poner en pie un nuevo movimiento popular, con banderas socialistas. Esto requiere una fuerte iniciativa para reforzar las luchas populares y desarrollar una alternativa política. Planteamos como consigna central para esta campaña “Fuera los políticos capitalistas. Por un gobierno de los trabajadores y la izquierda”. Con estas consignas, proponemos un Congreso del Frente de Izquierda, agrupando a quienes vienen enfrentando el ajuste para fortalecer una alternativa política a partir de todas las luchas populares, en la consideración de que la izquierda no puede reducir su acción al terreno meramente electoral o parlamentario. Con el fin de impulsar esta campaña, nominamos como pre candidatos a la fórmula presidencial a Gabriel Solano y Romina Del Plá; para gobernador de la Provincia de Buenos Aires a Néstor Pitrola y como Jefa de Gobierno de la Ciudad a Vanina Biasi.

  2. La bancarrota económica afecta a todos los bloques políticos pero especialmente a la coalición gobernante. El peronismo se ha transformado en un agente directo del FMI y es quien aplica su política de ajuste contra el pueblo. El aval de Cristina Fernández de Kirchner a esta política explica también la renuncia a su candidatura presidencial, que de ningún modo puede salir airosa de esta experiencia fracasada. Se trata de una auto proscripción que sirve alternativamente para eludir una derrota o para dejarle el camino libre a Massa en el caso de que éste reúna las condiciones para una candidatura presidencial. Los sectores del kirchnerismo ingresan a esta fase de la crisis política en franco retroceso y probablemente culminen apoyando a Massa como candidato, luego del apoyo a su Ministerio de ajuste. Si la deserción de Cristina Fernández de Kirchner se confirma carecen de candidatos propios de peso para disputar las listas del peronismo. Deberán contentarse con ingresar algunos dirigentes avalando a Massa o algún gobernador. Para el peronismo en su conjunto se plantea la posibilidad de una debacle electoral, al menos en la candidatura presidencial. Ante esta situación la inmensa mayoría de los gobernadores peronistas han decidido adelantar las elecciones de sus distritos para evitar ser arrastrados a una posible derrota.
  1. La crisis nacional no se trata una crisis coyuntural o que sea simplemente el resultado de una o varias malas gestiones gubernamentales, sino de una crisis capitalista, que traduce el agotamiento de un régimen basado en la explotación del trabajo asalariado y la acumulación privada de la producción social. Una prueba de ello es la bajísima tasa de inversión que arrastra el país desde hace años, cuya contracara es la fuga de capitales sistemática que realizan tanto la burguesía nacional como los capitalistas extranjeros con presencia en la Argentina. El bloqueo al proceso de acumulación y valorización del capital no proviene del alto costo laboral e impositivo de la Argentina, como afirman interesadamente los empresarios. Es un resultado de la crisis capitalista global en la cual nuestro país ocupa un lugar subordinado como semi colonia. Estamos en presencia de un nuevo salto de la bancarrota capitalista potenciado por la pandemia y ahora por la guerra, que hace sentir sus tendencias disolventes sobre el conjunto de la economía mundial pero en especial sobre los países emergentes. Esta crisis no solo ha provocado la quiebra del capital sino (y particularmente) la quiebra del propio Estado que traba el acceso a las divisas y la libertad de movimientos del capital. Asistimos a un presión impositiva agobiante sobre las masas, con un sistema tributario absolutamente regresivo que se sostiene en los impuesto al consumo y al salario. Esta quiebra del Estado, a su turno, es el resultado del saqueo ejecutado por el propio capital que se apropió de subsidios millonarios, sean directos o indirectos, de una gigantesca evasión impositiva que realizan los empresarios en su propio beneficio y, por sobre todo, del pago de la deuda , que se acerca a los 400.000 millones de dólares.

  2. El carácter sistémico de la crisis se verifica en el hecho de que alcanza a gestiones y gobiernos de todas las fuerzas políticas del país. Como lo muestran las estadísticas oficiales, desde al menos el año 2010 en Argentina no crece el empleo registrado ni se registra un crecimiento de la productividad. Esta crisis se manifiesta además en el terreno ambiental, donde la política de entrega a la mega minería, la destrucción de los bosques nativos para el cultivo sojero, los incendios para destinar tierras a cultivos o a la especulación inmobiliaria están llevando al país a una enorme crisis ambiental. Desde ese momento hasta acá, sin embargo, han gobernado todas las fuerzas políticas, sean kirchneristas, peronistas, macristas-radicales, agravando la bancarrota económica y la crisis social con más precarización laboral, pobreza e indigencia. Desde la gran crisis del 2001 la burguesía se valió de las fuerzas políticas tradicionales para viabilizar sus intereses. El pacto con el FMI, sellado finalmente en el 2020, se inscribe en este proceso y fue el objetivo fundacional del Frente de Todos y de la propia Cristina Fernández de Kirchner. El rechazo que manifestó al momento de su firma no tuvo un carácter de principios. Por eso su oposición se limitó a un hecho discursivo, amparado con la seguridad que tenía que de todos modos sería aprobado.

  3. La crisis del Frente de Todos plantea objetivamente la posibilidad de que la coalición de derecha reunida en torno a Juntos por el Cambio puede regresar al gobierno. Sin embargo esta posibilidad cierta lejos de unificarla ha sumado más elementos de disgregación. Los choques entre Patricia Bullrich y Larreta exponen líneas divergentes dentro de la clase capitalista en torno a cómo avanzar en nuevas reformas anti obreras, para las cuales Larreta sostiene la necesidad de contar con la colaboración abierta del peronismo. América Latina toda se encuentra surcada por fuertes disputas entre las potencias dominantes, especialmente entre EEUU y China sobre la apropiación de los recursos naturales y cuestiones geopolíticas que dividen también a las burguesías locales y sus fuerzas políticas. Esta situación se ha agudizado con el salto de la bancarrota capitalista donde se combina la recesión con la inflación potenciada con la guerra en Europa que ya cumple un año y la pandemia. Esto crea el caldo de cultivo para los estallidos sociales y políticos como lo revela Perú. El ciclo de las rebeliones populares en distintos países de la región que está lejos de cerrarse anticipan la situación que puede crearse en Argentina ante los gobiernos de turno que se empeñen en una ofensiva contra los trabajadores.

  4. Esta situación pone el foco en qué política van a asumir las organizaciones de los trabajadores y de los sectores populares. La burocracia sindical, por lo pronto, le ha dado su apoyo a Massa para que lance una candidatura presidencial. Lo hace con la completa conciencia que el ministro de Economía expresa la política del Departamento de Estado de los EEUU y del FMI. Los llamados movimientos sociales que integran el Frente de Todos actúan en la misma sintonía. Han pavimentado el ajuste de Massa con la completa inacción de sus organizaciones y se prestan a apoyar su candidatura, colocando además un intento de cerrar las paritarias en el 60%, cuando la inflación de los primeros dos meses supera el 6%. Tanto la CGT como las direcciones de estos movimientos sociales tienen una larga historia de colaboracionismo, que alcanza incluso al gobierno macrista con el cual cogobernaron pactando reformas laborales, previsiones y medidas de asistencia social.

  5. Contra esta contención se vienen desarrollando grandes luchas. La Unidad Piquetera gana las calles contra el ajuste. La gran huelga del SUTNA impuso un aumento salarial sobre la inflación golpeando toda la política de paritarias de ajuste, y ahora el gremio enfrenta los despidos y provocaciones en Bridgestone. La gran huelga y movilización de residentes y concurrentes de CABA y de la salud en todo el país. Recientemente, los portuarios de Rosario dieron una enorme lucha por el salario y contra los despidos. En La Rioja, San Juan, Misiones, o Santa Fe, las huelgas de la docencia y a nivel nacional de la docencia universitaria pusieron en jaque el ajuste contra la educación y los salarios docentes. El Frente de Izquierda debe jugar un rol de apoyo e impulso a estos esfuerzos por quebrar la política de la burocracia. Sobran los motivos para un paro nacional y un plan de lucha para quebrar las medidas de ajuste del gobierno.

  6. La crisis actual interpela con mucha fuerza al Frente de Izquierda-Unidad y a las organizaciones clasistas e independientes. Plantea el desafío de transformarse mediante la lucha, la acción directa y la agitación política en un polo que organice a las masas populares del país para luchar por las reivindicaciones más acuciantes y construir una alternativa política de los trabajadores. Para ello debe valerse del agotamiento histórico del peronismo y de su estrategia capitalista y de conciliación de clases, para poner en pie un movimiento popular con banderas socialistas, basado en un programa de transformación social dirigido por la clase obrera. Nuestra propuesta de convocar a un Congreso del Frente de Izquierda-Unidad, abierto a toda la vanguardia obrera y popular que lucha, persigue esta finalidad estratégica. Su realización permitiría también impulsar la campaña electoral involucrando a los luchadores y luchadoras que protagonizan los principales combates contra el ajuste actual.

  7. Por el momento esta propuesta ha sido rechazada por los partidos que integran el Frente de Izquierda-Unidad. Ha prevalecido una política electoralista, basada en la difusión de candidaturas en oposición a la lucha organizada de los trabajadores. Esto es especialmente grave en relación al PTS, que ha lanzado muy prematuramente las candidaturas de Miryam Bregman, Alejandro Vilca y Nicolás del Caño a mediados del año pasado, en vez de dedicar sus esfuerzos a organizar las luchas que se dieron en ese período. El rechazo del PTS al movimiento piquetero traduce en el ámbito de la izquierda las presiones de los sectores medios y expone una política que privilegia el electoralismo a la lucha de clases. El intento de menospreciar la participación de esas vanguardias en las luchas al momento del armado de las listas pone en peligro al propio Frente de Izquierda, sobre todo en aquellas provincias que no han adoptado las PASO para sus elecciones locales. Corregir este rumbo es vital para el conjunto del Frente de Izquierda-Unidad, para lo cual insistimos en nuestro llamado a convocar en común un Congreso del FIT-U para impulsar las luchas, para contribuir a que los trabajadores irrumpan en la crisis nacional como un factor independiente y debatir y organizar la participación electoral, promoviendo listas comunes para librar una batalla en regla contra los políticos y candidatos capitalistas. Un Congreso de este tipo es el ámbito adecuado para abordar los debates y divergencias entre corrientes y militantes socialistas, pues plantea el protagonismo directo de los luchadores y luchadoras y la posibilidad de una contraposición de planteos y programas. No ocurre lo mismo con las PASO, que es una elección interna organizada por el Estado y en la cual los luchadores y militantes quedan marginados por el peso de otros sectores sociales, ante los recursos económicos de las fuerzas capitalistas y de los medios de comunicación manejados por la burguesía.

  8. Una acción enérgica de la izquierda y un plan de movilización político y reivindicativo deben estar a disposición de enfrentar el crecimiento de sectores reaccionarios y fascistas como el de Milei, que han crecido en tanto canalizan parte del descontento popular. La crítica y la denuncia a estas formaciones políticas para ser efectivas no pueden hacerse desde la parálisis o, peor aún, desde una política electoralista cuyo horizonte no pasa de la conquista de algunas bancas en los parlamentos. El desprestigio de la política burguesa obliga a la izquierda a una demarcación política y programática sistemática, para poder agrupar a los luchadores y luchadoras y para que éstos puedan lograr el apoyo de sectores crecientes de la población. Los atajos no van a ningún lado. O peor, como ha sucedido con el PTS, ha derivado en apoyos al gobierno, como sucedió con la votación de la coparticipación de CABA o el impuesto para financiar a la Policía Aeroportuaria.

  9. Luego de varios meses instando al Frente de Izquierda-Unidad a encarar en común estas iniciativas y plan de movilización, hemos decidido proclamar nuestros propios candidatos para reforzar esta campaña tanto de cara a la izquierda y la vanguardia obrera y popular como ante el conjunto de la población. Con estas pre candidaturas organizaremos en todo el país actos, asambleas, recorridas para difundir nuestro programa de salida a la crisis y reforzar nuestra propuesta de convocar en común un Congreso del FIT-Unidad. Planteamos “fuera los políticos capitalistas. Por un gobierno de la izquierda y de los trabajadores”. Y colocamos un programa: la ruptura con el Fondo Monetario Internacional, el no pago de la deuda, la nacionalización de la banca y el comercio exterior para garantizar volcar el ahorro nacional a un plan de desarrollo bajo control de la clase trabajadora, con trabajo bajo convenio, un salario igual a la canasta familiar y el 82% móvil para las jubilaciones. Una campaña presidencial en medio de una crisis general requiere que la izquierda revolucionaria realice una impugnación general al régimen actual y le oponga un planteo de poder propio. Polemizamos también con los libertarios de Milei, que cuestionan a la “casta” pero omiten el carácter de clase de los políticos que nos gobiernan y de sus vínculos directos con los capitalistas. Con esta impugnación general vamos a intervenir también en el debate que se desarrollará en el país al cumplirse los 40 años del regreso de la democracia, que planteará con seguridad un balance de toda una etapa política de la Argentina. El libro pronto a editarse de Gabriel Solano “Por qué fracasó la democracia” será un instrumento para una campaña política. El aniversario le otorga un carácter especial al próximo 24 de marzo, al cual el kirchnerismo quiere convertir en una marcha “contra la proscripción a Cristina”. La necesidad de preservar el carácter independiente de la movilización será un objetivo central por el cual vamos a batallar junto a las organizaciones que integran Memoria Verdad y Justicia. Vamos al 24 de marzo, además, luego de una fuerte campaña contra la criminalización de la protesta social que tendrá su punto culminante en la movilización frente a la audiencia por la condena a Cesar Arakaki y Daniel Ruiz, el 23 de marzo.

Repudiamos las amenazas de muerte de Espert contra Eduardo Belliboni: iniciamos acciones legales

09/02/2023

La afirmación de José Luis Espert “cárcel o bala para vos, Belliboni” en la red social twitter es una amenaza de muerte y al mismo tiempo, una instigación a cometer un atentado político de características fascistas. Las afirmaciones de Espert son graves: hace pocos meses, la vicepresidenta de la nación sufrió un atentado e intento de homicidio, que tuvo como caldo de cultivo estos ataques de características fascistizantes.

Espert instiga a un asesinato en el marco de una nueva serie de ataques contra el movimiento piquetero combativo, alimentada desde el Ministerio de Desarrollo Social para eludir su responsabilidad por las 160.000 bajas contra el programa potenciar trabajo en un cuadro de pobreza en aumento. Esta ofensiva que se refuerza con causas penales y persecución en todo el país, no apunta solamente contra los desocupados, sino que busca allanar al camino a nuevos golpes al salario, los derechos laborales y las jubilaciones.

El Partido Obrero repudia las gravísimas afirmaciones de Espert, frente a las cuales vamos a presentar acciones legales. Y llama a rodear de solidaridad la lucha piquetera y a derrotar la ofensiva de ajuste promoviendo la unidad entre trabajadores ocupados y desocupados.

Comité Ejecutivo Nacional – Partido Obrero

 

No al techo salarial de Massa y el FMI

Plenario Nacional del Partido Obrero, 11 de febrero, 10 horas, estadio cubierto de Lanús

03/02/2023

La inflación sigue sin control. Las consultoras privadas proyectan un aumento cercano al 6% en enero. Anualizada sería alrededor del 100%.

Los alimentos han venido subiendo por encima de la media. Además, se suceden el tarifazo del transporte y de los servicios.

La participación de organizaciones sociales oficialistas y de algunos gremios como Camioneros o ATE en el control de los Precios Justos es una farsa.

Lejos de controlar las remarcaciones, el gobierno premia a las patronales del campo con un paquete de “ayuda” que incluye una refinanciación de deudas, líneas de créditos y rebajas impositivas, por 100 mil millones de pesos.

Un contraste brutal con los 160 mil despidos del Potenciar Trabajo dispuestos para cumplir con el FMI (al que, digamos de paso, acaba de entregar otros 1500 millones dólares por vencimientos de deuda).

Para “anclar la inflación” Sergio Massa propone ponerle un techo del 60% (en dos tramos) a las paritarias; lo que fue saludado inmediatamente por la UIA. Y que además se alinea con el compromiso asumido con el FMI de “desindexar el salario”; es decir desengancharlo de los precios para derrumbar aún más su poder adquisitivo.

Los únicos que defienden la pauta del 60% de inflación para 2023, formulada por Massa, son el FMI – que acaba de convalidar ese pronóstico – y la burocracia sindical.

La burocracia es la pieza clave de este operativo. Roberto Fernández de la UTA fue claro: “tenemos que colaborar para bajar los costos y la inflación”; el 31% que acaba de firmar para el primer semestre 2023 pretende ser un caso testigo para el resto de las negociaciones. Se suman ATE (del kirchnerista Catalano) y el Sutecba (de Genta) que pactaron con Larreta un 60% para los estatales porteños, por todo el período enero-diciembre 2023.

Y, por supuesto, apuntalar la posible candidatura de Massa que ha recibido el apoyo de todas las alas de la CGT; desde Héctor Daer, de Los Gordos, a Pablo Moyano, del Frente Sindical.

Hugo Yasky adelantó (lo que ya es sabido) que apoyará lo que diga Cristina Fernández. El kirchnerismo viene apoyando sin disimulo el ajuste reforzado de Massa para “sobrecumplir” las metas el FMI.

La derecha de Juntos por el Cambio o el “facho” Milei, que se presentan como alternativa al desastre del Frente de Todos, coinciden con esta orientación general: profundizar el saqueo al salario y las jubilaciones, y atacar derechos laborales.

Esta misma política está desatando enormes luchas, como en Francia contra la reforma jubilatoria de Macrón o la huelga de medio millón de trabajadores que paraliza Inglaterra, y rebeliones populares como en Perú contra el golpe de Dina Boluarte.

La pauta de Massa y el Frente de Todos no pasaría la votación de ninguna asamblea de trabajadores. Impulsemos que ninguna paritaria se discuta ni se firme sin mandato de las bases. Luchemos por cláusulas de actualización automática y aumentos por encima de la inflación como lo arrancado por la lucha del Neumático. Por aumentos para recuperar lo perdido en los últimos años y, para abolir todo impuesto al salario, otra forma de saqueo.

Solo el clasismo en los sindicatos y el FIT-Unidad en la arena política luchamos en defensa del salario y contra todos los aspectos de este ajuste. Desde el Partido Obrero estamos en todas las grandes luchas del movimiento piquetero y del movimiento obrero.

En este camino y para impulsar la campaña por un Congreso del FITU abierto a los luchadores, el Partido Obrero convoca a un plenario abierto el 11 de febrero, en el estadio cubierto de Lanús. No faltes.

Sábado 11/02 – 10hs – Av. 9 de Julio 1680, Lanús Este.

COORDINADORA SINDICAL CLASISTA-PARTIDO OBRERO
2/2/2023

Los políticos capitalistas hundieron al país: que se vayan

31/01/2023

El proceso electoral que se abre y que va a culminar con la elección presidencial, está marcado por el fracaso de todas las fuerzas políticas que nos vienen gobernando. El Frente de Todos y Juntos por el Cambio nos han llevado a una crisis para la cual no tienen ninguna salida.

El gobierno de Alberto Fernandez, con Massa como Ministro y el total aval de Cristina Fernandez viene gobernando para el pago de la deuda a los bancos y el Fondo Monetario Internacional, con un ajuste contra la clase trabajadora.

Este ajuste se cobró, el último mes, 160.000 bajas contra desocupados que cobran potenciar trabajo. La inflación devora los salarios y jubilaciones: para no ser pobre, una familia necesita hoy 153.000 pesos. Mas del 40% de la población está bajo la linea de pobreza, que alcanza además, a la mitad de las y los pibes menores de 16 años.

La derecha de Juntos por el Cambio quiere explotar este fracaso del gobierno para presentarse como alternativa, pero ya gobernaron con Macri y hundieron el país.

Los responsables de la situación que vivimos vienen por nuevas reformas anti populares. Quieren profundizar el robo contra las jubilaciones. Vienen a golpear los derechos laborales con nueva reformas, sea modificando la legislación o aplicándolas en los lugares de trabajo con la complicidad de la burocracia sindical. Y buscan reforzar el saqueo en favor de las mineras, las petroleras y el complejo exportador de soja llevando al país a una enorme crisis ambiental.
Es una orientación de ajuste y golpes al pueblo que, en toda latinoamérica, provoca rebeliones populares, como lo estamos viendo actualmente en la gran movilización en Perú contra el golpe de Boluarte.

Milei, facho y antiobrero

Milei viene creciendo en las encuestas denunciando a la “casta” política. Pero se sube a la indignación popular para defender a la peor “casta”: la casta empresarial que viene saqueando el país con la deuda y la fuga de capitales. Milei no es libertario, es facho. Está en contra del aborto y su fuerza agrupa a defensores de la última dictadura militar. El modelo de Milei es el menemismo, que entregó el país a las “relaciones carnales” con el FMI y los Estados Unidos mientras dejaba una desocupación record y pobreza por las nubes.

Por una salida de la izquierda y los trabajadores

Frente de esta situación, necesitamos reforzar una alternativa. Planteamos, con el Frente de Izquierda, reorganizar el país en función de las necesidades populares, comenzando por establecer un salario mínimo igual a la canasta familiar y el 82% móvil para las jubilaciones. Poniendo en marcha un plan de vivienda y obra pública para resolver las necesidades populares urgentes y generar fuentes de trabajo en blanco y por convenio. Para esto, es necesario terminar con el pago de la deuda externa, romper con el FMI y nacionalizar la banca y el comercio exterior, volcando el ahorro nacional a resolver los problemas urgentes de la población trabajadora.

Por un congreso del Frente de Izquierda
Vení al Plenario el 11 de febrero

El Frente de Izquierda está atravesando un importante debate interno. El Partido Obrero propone un congreso, abierto al conjunto de los activistas que vienen enfrentando el ajuste, organizándose en los lugares de trabajo y estudio, para debatir y darle fuerza a una alternativa junto a las luchas populares. Si el peronismo gobierna para el pago de la deuda externa y en favor del gran capital, es preciso poner en pie un nuevo movimiento popular, un movimiento popular con banderas socialistas. Esta tarea requiere organizar y ganar las calles y los barrios, por todos los reclamos, apoyándose y reforzando las luchas populares, como la que viene desarrollando el movimiento piquetero o el movimiento obrero combativo. Una izquierda que se orienta solamente a disputar elecciones y participar en los parlamentos termina por estar adaptada al sistema.

Para defender esta perspectiva para el Frente de Izquierda e impulsar la campaña por una salida de la izquierda y los trabajadores, el Partido Obrero llevará adelante un plenario abierto el 11 de febrero. ¡Te invitamos a sumarte!

Partido Obrero – Frente de Izquierda

 

¡Abajo el gobierno golpista de Perú!

Solidaridad activa con el pueblo que lucha y es reprimido. Miércoles 14 de diciembre, 17 horas, concentración frente a la Embajada del Perú (Avda. Libertador 1720)

13/12/2022

Día a día va creciendo el repudio y la movilización popular contra el golpe que destituyo al presidente Pedro Castillo hace menos de una semana. Trabajadores, campesinos, universitarios, pobladores, van ganando las calles en las principales concentraciones del interior del Perú. Cortando rutas, bloqueando aeropuertos para que no se puedan recibir refuerzos represivos desde Lima, ocupando universidades. Hay 9 jóvenes y trabajadores asesinados por la represión policial, decenas de heridos y detenidos.

El Perú obrero y campesino se está levantando contra el golpe orquestado por el parlamento reaccionario (con el apoyo corrupto de diputados que se reclaman de “izquierda”), la derecha fascistoide, las cámaras empresarias (Confiep, mineras, etc.), la OEA y el imperialismo yanqui.

Diversos gobiernos latinoamericanos, incluido  algunos   que se reclaman nacionales y  populares, dieron  su   aval al golpe . Lula, el todavía no asumido presidente del Brasil, fue  uno de los primeros que apoyó el golpe porque se había basado en un procedimiento “constitucional”, lo cual  es una impostura :   100 diputados votaron la destitución de Castillo, contra el voto de 9 millones de peruanos que lo eligieron presidente. Sigue  la orientación del Departamento de Estado yanqui y la OEA.

El gobierno argentino,  a su turno,  , inicialmente sacó una declaración legitimando el golpe en “defensa de la constitución” y  el propio presidente, Alberto Fernández, realizo un llamado telefónico directo a Dina Boularte, la nueva presidenta golpista, para “expresarle su respaldo, apoyo y colaboración”.

6 días después del golpe, ante el auge de la movilización popular contra el golpe en Perú y la consumación de una fuerte represión contra las movilizaciones, el gobierno argentino firma una nueva declaración tratando de parecer que se desmarca de su anterior apoyo incondicional al golpismo. Pero es una operación de “maquillaje”. Porque en su nueva declaración no plantea e que se vaya el gobierno golpista y el apoyo a las luchas de masas en curso, sino llamados genéricos a que se respeten los “derechos humanos”.

Denunciamos que está en marcha un operativo político contra la movilización antigolpista del pueblo peruano que consiste en salvar la permanencia del gobierno golpista en el poder a cambio de la promesa de convocar a “elecciones adelantadas” mientras  persiste y  se intensifica la  represión contra el pueblo . La presidenta golpista Boularte ya ha anunciado que pretende adelantar las elecciones de julio 2026 a abril 2024. Pretende seguir un año y medio al frente del gobierno golpista para profundizar la política  antiobrera y de entrega y asegurar, “reformas políticas” mediante, la continuidad de un régimen reaccionario.

Fuera el gobierno golpista de Boularte Por la convocatoria de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, que apruebe y ejecute las transformaciones sociales que el pueblo trabajador y explotado necesita. Nacionalización de los monopolios mineros, derogación de todas las leyes antiobreras y antisindicales, real reforma agraria contra las patronales monopólicas y a favor del campesinado y el pueblo trabajador.

Es necesario avanzar  en la convocatoria  de  un plenario de las organizaciones obreras y populares del Perú, para coordinar la lucha hasta que caiga el golpe reaccionario. Vayamos hacia la Huelga General de los explotados del Perú. Es la acción directa que pueda abrir una salida democrática revolucionaria y no los conciliábulos en el parlamento golpista.

Libertad a Pedro Castillo y a todos los presos políticos. Cárcel a los represores del pueblo.  

Agrupación de Trabajadores Peruanos en la Argentina (ATRAPER)

PARTIDO OBRERO

13/12/2022

Que se vayan los políticos capitalistas

Por un gobierno de los trabajadores y la izquierda, por un movimiento popular con banderas socialistas

12/12/2022

El 10 de diciembre se cumplieron tres años del gobierno del Frente de Todos.

El balance para los trabajadores es lapidario, nada que celebrar. Pero tampoco para alimentar “esperanzas”, como se nos promete desde el kirchnerismo.

Al contrario, al desastre macrista le ha seguido una profundización de los problemas más graves que padecemos.

Todo un régimen económico, social y político está en el banquillo de los acusados de la bronca popular.

La pobreza escaló al 43% de la mano de una inflación del 100% que, como hemos señalado sistemáticamente, es el arma del ajuste de los responsables de la bancarrota nacional.

En ese empobrecimiento no están solo los desocupados cuyo número de millones es muy superior a la mentira oficial. La mayoría de los salarios están por debajo de los $155000 que alcanzará la línea de pobreza en diciembre. Y, por supuesto, más del 80% de los jubilados.

Se nos vende que tamaño sacrificio es para salir de la crisis. Falso.

El plan Massa, que es el del FMI, solo pretende brindarle una tabla de salvación a como dé lugar a los acreedores y a un gobierno sin dólares y sin oxígeno.

El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, lo ha graficado con todas las letras: “cualquier error y tenemos un rodrigazo”. Un rodrigazo es un golpe devaluatorio con estallido de precios, contra salarios, para barajar y dar de nuevo a partir de un empobrecimiento general. Fue lo que se vivió en 1975 con ese nombre y desató una huelga general.

Una agenda de derecha con Cristina incluida

Por eso todo el debate en la clase capitalista -la que verdaderamente nos gobierna atrás de cualquiera de las llamadas fuerzas de la grieta- es si la agenda de reforma laboral, previsional, tarifaria e impositiva se hace por shock o gradualmente.

Pero no tienen otra agenda. Ni los Bullrich o los Larreta, ni Milei, ni Alberto, Cristina o Massa, a quien le han delegado la tarea del ajustazo del Fondo.

El renunciamiento de Cristina a cualquier candidatura es para despejarle el panorama al establishment, a los dueños del poder, al propio Massa que así se puede presentar ante el capital internacional como el heredero del Frente de Todos para bien o para mal. Al menos por el momento, mucha agua pasará aún bajo el puente.

La agenda que nos presentan todas las fuerzas políticas, tanto de Juntos por el Cambio como del Frente de Todos, es de derecha. Es contra los trabajadores. Es de los que fugan los capitales, de los que lucran con la deuda usuraria, de los saqueadores de nuestros recursos naturales, de nuestro trabajo, de nuestras condiciones de vida y ambientales.

A ninguno de ellos se les ocurre cuestionar las privatizaciones menemistas de las que fueron parte, la fraudulenta deuda externa, la fuga de capitales o la economía cada vez más extractivista y desindustrializada. Al contrario, el kirchnerismo ha marcado su coincidencia estratégica en que la salida son el litio, Vaca Muerta y la soja. La Argentina del saqueo de los recursos naturales por la cual han degradado y archivado  toda ley de humedales.

Tampoco en materia de derechos democráticos se distancian tanto, como se aprecia en el sostenimiento del represor Berni, el Bullrich del kirchnerismo, o del propio Aníbal Fernández que viene de una represión salvaje al pueblo mapuche en favor de los intereses inmobiliarios de la Patagonia.

Eso no quita la virulencia de la guerra de camarillas políticas y judiciales que ha estallado. Al tiempo de la condena a una parte de la corrupción política -que es la del kirchnerismo mientras se va garantizando la impunidad de la causa Odebrecht y tantas otras- ha estallado la podredumbre de la Justicia misma.

Los chats escandalosos de jueces, directivos de Clarín, altos funcionarios de Larreta, servicios de inteligencia y aún un funcionario de Alberto Fernández, nos demuestran los lazos de clase de la corrupción judicial. Algo que solo puede barrer un gobierno de trabajadores, ajeno a los bandos en pugna por el control del Consejo de la Magistratura y del conjunto del poder judicial.

Por una alternativa política de los trabajadores

La burocracia sindical, en todos sus matices, integrada como está al Frente de Todos se pliega a esta agenda. Hace su labor de contención. Barrionuevo prometió que la reforma laboral la hace gremio por gremio, Baradel ya propone un convenio colectivo docente para barrer el estatuto de los docentes. Héctor Recalde y Facundo Moyano defienden una “reforma laboral que preserve derechos adquiridos”, que dejaría una minoría residual con derechos.

 Es claro que las grandes luchas recientes como la del Sindicato del Neumático, la de los médicos residentes y concurrentes o tantas de sindicatos docentes o autocovocandos por toda la geografía nacional, se hacen al margen de las centrales. Lo mismo ocurre con la gran lucha de la Unidad Piquetera que ha sido vanguardia todos estos años, contra el hambre y por el trabajo genuino 

No hubo un paro nacional en tres años, que debió y debe convocarse con un plan de lucha para defender los intereses de los trabajadores.

El peronismo se presenta como el Lula de Argentina, la coalición capaz de garantizar la agenda derechista del capital, gambeteando la rebelión popular que se ha hecho presente en tantos países de América Latina en el período último, como ahora en Perú contra el golpe.

Los tenebrosos bolsonaristas argentinos como Milei pescan en el río revuelto de la bronca popular, cuando son puro menemismo, puro capital financiero, puro grupos económicos, pura represión que evoca a la dictadura y por lo tanto la más pura “casta política”.

La derecha macrista se divide en torno a la tarea gigantesca de enfrentar a los trabajadores.

A la izquierda se le presenta una enorme responsabilidad. Porque madura un que se vayan todos, pero está marcado en la memoria popular que volvieron todos, o nunca se fueron.

Solo la izquierda obrera y socialista, delimitada a fuego de todas las variantes políticas capitalistas y, por supuesto del kirchnerismo, basada en ser protagonista de las grandes luchas obreras y populares, de apoyarse en ellas y de integrar a los luchadores a sus filas, puede ponerse a la altura de las tareas de la etapa.

Necesitamos una izquierda alejada de todo carrerismo electoral, que se proponga como alternativa de transformación social.

Por eso, desde el Partido Obrero, integrante del FIT Unidad, proponemos realizar sin demoras, un gran Congreso Nacional del Frente de Izquierda y los luchadores, que se coloque como referencia política nacional, con un programa de salida desde el campo de los trabajadores, con un plan de acción política y desde ese lugar con listas unitarias para enfrentar al enemigo.

Se vienen elecciones adelantadas en media docena de provincias. Vamos con esta propuesta para intervenir. 

Millones esperan nuestra intervención. El Partido Obrero la pone en marcha, como lo marcamos en varias decenas de actos en todo el país con las consignas “Fuera los políticos capitalistas”, “por un movimiento popular con banderas socialistas”.

Es nuestra propuesta. Pongamos manos a la obra más temprano que tarde.

PARTIDO OBRERO

8-12-22

Foto: Andrés Ojo Obrero Fotografía

A los trabajadores y trabajadoras, a los jubilados y a la juventud. A los luchadores

Construir un movimiento con banderas socialistas

24/11/2022

Son muchos los motivos políticos para aportar a la campaña financiera del Partido Obrero.

El gobierno de Alberto, Cristina y Massa ingresa en el último año de su mandato hundiendo aún más a nuestro país en una catástrofe social y económica.

Los que prometieron que la deuda no la iban a pagar “con el hambre del pueblo” nos dejan un país sometido al Fondo Monetario y con salarios y jubilaciones en un mínimo histórico. y los niveles de pobreza por las nubes.

El gobierno toma partido otorgando enormes concesiones a las mineras, las petroleras y los bancos. La devaluación por tandas de Massa es un gran negocio para los capitalistas y no impide la fuga de capitales y la caída de reservas.

El gobierno, mientras ajusta, desaloja barrios populares en todo el país y reprime las comunidades originarias,  mientras Cristina pide la gendarmería para los barrios de la provincia de Buenos Aires.

Mientras gobiernan para los capitalistas, el salario decrece y el hambre aumenta. Atacan a los trabajadores que luchan por sus paritarias como el Sutna, persiguen a los desocupados y las organizaciones piqueteras. El salario, con una inflación que está en el 100% ,se retrasa cada día, mientras el gobierno y la burocracia sindical impulsan un salario mínimo por debajo de los niveles de indigencia. Mientras se agudiza la pobreza, el gobierno limita la ayuda social y retacea la comida para los comedores populares, sostenidos con el esfuerzo de los luchadores. Así las cosas hemos asistido durante meses a una campaña furibunda contra las organizaciones piqueteras que luchan todos los días en las barriadas populares para poder parar la olla de las familias obreras del país. 

Esta campaña tuvo abanderada a la propia vicepresidenta que se encargó de vociferar que en “Argentina sobran planes porque hay empleo” y planteó devolverle el control de los mismos a los punteros de las intendencias, atacando abiertamente a las organizaciones como el Polo Obrero.

Con esta misma orientación, la amenaza de abrir las importaciones por parte de Massa en medio de la lucha de los trabajadores del neumático para sostener sus salarios y condiciones de vida ante una inflación incesante, pinta de cuerpo entero al gobierno y sus prioridades. Es decir, complacer a los dueños de poderosas empresas, aunque el salario no dé para llegar a fin de mes.

El fracaso del gobierno del Frente de Todos viene a continuación del fracaso macrista. El hilo de continuidad está dado por el pago de la deuda, los acuerdos de ajuste con el Fondo Monetario y el rescate a los intereses capitalistas, teniendo como contracara la miseria popular.

Este hilo los ha llevado a todos a votar o apoyar de alguna manera el presupuesto de ajuste para 2023, con recortes a la educación, la salud, los salarios y las jubilaciones. Por su parte la burocracia sindical se encuentra integrada al gobierno entregando reformas de convenio, gremio por gremio. Sin mencionar que esto se da con la mitad de los laburantes en negro o precarizados.

No es casualidad entonces el enorme descontento en todas las franjas de la población. En este contexto desde el Partido Obrero hemos estado presentes, ya sea como integrantes o brindando nuestro apoyo en todas las luchas de la etapa. 

Nuestro método de participación y deliberación colectiva independiente de las patronales y el gobierno, es el método que llevan adelante los compañeros del Polo Obrero en las más de 2 mil asambleas del país, el método que impulsamos a través de nuestras representaciones sindicales en los lugares de trabajo -del cual la gran lucha del SUTNA es solo un ejemplo. 

Este método y esta deliberación colectiva nutren un Partido Obrero que viene de realizar actos en todo el país, denunciando lo que hemos desarrollado a lo largo de esta carta y proponiendo como salida un nuevo “que se vayan todos” contra los políticos capitalistas, para abrir paso a una salida de la clase obrera, de la mano de un movimiento popular con banderas socialistas.

Entendemos para esto que el Frente de Izquierda Unidad es una herramienta fundamental y es por eso que también hemos propuesto a nuestros compañeros del FITU la realización de un Congreso abierto convocando a todos los activistas y luchadores.

Por todo esto la necesidad de financiar nuestra organización de forma independiente se vuelve más apremiante que nunca. Apelamos a la colaboración de simpatizantes y de todos aquellos luchadores y luchadoras que con su aporte nos permiten seguir desarrollando nuestra actividad y construir una alternativa política de los trabajadores.

 

Residentes de CABA, una lucha y una victoria para extender

Declaración de la Coordinadora Sindical Clasista - PO - FITU

16/11/2022

Los residentes de Caba, luego de 9 semanas de lucha junto a concurrentes, acaban de lograr una conquista histórica: salarios de bolsillo entre $ 200000 y 213000 en las distintas categorías de residentes y una reunión el 23/11 para discutir los reclamos de concurrentes. Con estos resultados la asamblea de RyC levantó el paro por tiempo indeterminado y se declaró en estado de alerta a la espera de la publicación de las actas con los acuerdos.

El paro por tiempo indeterminado de 20 días quebró al gobierno de Larreta y Quirós. Es el primer gran triunfo de esta rebelión en salud que se fue extendiendo desde Caba a Provincia de Buenos Aires y a diversas provincias.

Al igual que sucedió en el 2021 en Neuquén con la gran huelga del elefante, hoy residentes, concurrentes y también trabajadores de planta se organizan en defensa del salario y la precarización laboral en la salud pública.

Justa rebelión. Luego de haber sido elogiados como los “héroes de la pandemia” el gobierno nacional o los provinciales los someten a salarios que no llegan a la línea de pobreza en muchísimos casos, a guardias y jornadas semanales inhumanas de trabajo, a contratos laborales de superexplotación, sin ART o vacaciones o directamente a prestar servicios sin salario como es el caso de los concurrentes. La grieta entre oficialismo y la oposición de Cambiemos aquí no existe, como en tantos planos, puesto que no importa de qué “palo” sea el gobernador: peronistas y cambiemitas, todos aplican el ajuste exigido en las cuentas públicas por el FMI.

Falta de insumos, deterioro edilicio y de equipamiento, acompañan la situación de salarios magros y precarización creciente de todo el personal de salud. Los achiques en los presupuestos públicos dictados por el Fondo, son la causa del deterioro creciente del sistema de salud público que golpea en primer lugar a quienes se desempeñan en él pero también al conjunto de los usuarios.

En Caba, las 9 semanas de pelea constante de residentes y concurrentes, con huelga y movilizaciones diarias de miles, pusieron en jaque al gobierno del Pro. A lo que se suma la lucha sostenida del Garrahan; el paro y creciente organización en el Posadas; asambleas de 17 hospitales de la Provincia de Bs As y distintos municipios en Córdoba que votan pliego de reclamos; paros en Río Negro. En este marco, 200 establecimientos de provincia de Bs As conquistaron un nuevo reglamento y ahora van por el salario; y hay un creciente proceso de organización en la provincia de Santa Fé. Son tan brutales las condiciones salariales y de trabajo en todos los ámbitos de la salud, que los conflictos comenzaron a diseminarse como reguero de pólvora.

La organización en todos los casos comenzó desde abajo, lugar por lugar y con autovonvocatorias en la inmensa mayoría de los casos de residentes y concurrentes, el sector más explotado y con más carga de trabajo. Todo un movimiento que empalmó con planes de lucha que ya se venían desarrollando en algunos hospitales con comisiones internas combativas, como es el caso del Hospital Garrahan. Al igual que en otros conflictos obreros que se han desarrollado, las centrales sindicales no existen y las propias direcciones de los principales sindicatos de la salud han estado ausentes o miran para otro lado (como Sutecba o Médicos Municipales de CABA). En su mayoría integradas al gobierno, son las responsables de las paritarias a la baja de los trabajadores de planta y de la entrega creciente de conquistas laborales. Sólo han aparecido forzadas por la fortaleza de la lucha de los autoconvocados que los obligó a convocar al paro y movilización el pasado 8/11. Así, con la lucha desde abajo fue arrancada también la jornada nacional de lucha de la salud del día 17, son hitos de una lucha que puede ganar en todo el país si se generaliza con los métodos que arrancaron la victoria en CABA.

El triunfo de los trabajadores de la salud es fundamental por múltiples razones. Por los profesionales de la salud y sus familias, por la población trabajadora que se atiende con ellos y por el conjunto del movimiento obrero. Desde la Coordinadora Sindical Clasista (PO) nos ponemos a disposición de las necesidades del movimiento y llamamos a todos los trabajadores a apoyar esta rebelión de quienes atienden y defienden la salud de toda la población. La asamblea de residentes y concurrentes de Caba marca el camino para ganar.

Por el triunfo de la rebelión en salud!

Coodinadora Sindical Clasista-PO
16/11/22

Por un congreso abierto del Frente de Izquierda-Unidad

05/11/2022

El gobierno de Alberto y Cristina Fernández y Sergio Massa ingresa en el último año de su mandato hundiendo aún más a la Argentina en una crisis que pareciera no tener salida.

Los que prometieron que la deuda no la iban a pagar “con el hambre del pueblo” nos dejan un país sometido al Fondo Monetario y con salarios y jubilaciones en un mínimo histórico. El gobierno “de los derechos humanos” reprime las comunidades mapuches y desaloja barrios populares en todo el país, mientras mantiene a Berni a cargo de la Bonaerense.

El fracaso del gobierno del Frente de Todos viene a continuación del fracaso macrista. El hilo de continuidad está dado por el pago de la deuda, los acuerdos de ajuste con el Fondo Monetario y el rescate a los intereses capitalistas, que arrastra al Estado a la bancarrota sin por eso sacar a la economía de la crisis. La contracara de la miseria popular son las enormes concesiones a las mineras, las petroleras o los bancos. Por poner solo un ejemplo, la devaluación por tandas de Massa implicó la emisión de 600.000 millones de pesos para el capital agrario sin terminar por eso con la fuga de capitales y la caída de reservas.

La crisis y los fracasos de todas estas fuerzas que nos vienen gobernando están en la base de sus quiebres y choques. El Frente de Todos atraviesa una guerra interna marcada por el intento del kirchnerismo de derogar las Paso contra las posibilidades de Alberto Fernández de postularse para un nuevo mandato. En Juntos por el Cambio, la pelea es descarnada por la candidatura presidencial y por la capital. Y está atravesada por el fracaso del gobierno de Macri y por cómo asestar golpes en gran escala contra los trabajadores.

En estos choques no hay ningún sector que represente un interés popular: todos votaron o apoyaron de una u otra manera el presupuesto de ajuste para 2023, pactado por Massa y el Fondo Monetario, con recortes a la educación, la salud, los salarios y las jubilaciones. Los que no lo hicieron abiertamente fue en nombre de reclamar ir aún más a fondo en un política antiobrera.

No es casualidad entonces el enorme descontento en todas las franjas de la población. Un descontento que por el momento explota Milei golpeando a la casta política en nombre de un planteo fascistoide, antiobrero y de apoyo a pleno a la “casta” empresarial.

Más que nunca, es la responsabilidad del Frente de Izquierda plantear una salida frente al cuadro de crisis de fondo que atraviesa el país. No es solamente el fin de un gobierno lo que estamos discutiendo sino el agotamiento de un régimen: la democracia desenvuelta bajo el ala de la clase capitalista y el imperialismo. Por eso planteamos que hace falta un nuevo “que se vayan todos” contra los políticos capitalistas, para abrir paso a una salida de la clase obrera, de la mano de un movimiento popular con banderas socialistas.

Frente a este cuadro, tal como lo hicimos desde el acto el pasado 29 de octubre en Plaza de Mayo, el Partido Obrero plantea que el Frente de Izquierda impulse un congreso abierto a todos los que vienen participando en las luchas en todo el país contra el ajuste y que desafían la política de pasividad y derrota de la burocracia sindical y las organizaciones sociales integradas al gobierno.

La gran huelga del Sutna puso de relieve la fuerza de los trabajadores cuando logran recuperar sus organizaciones obreras contra la burocracia y luchan unidos por sus reivindicaciones. Logró doblegar tanto a las patronales como al gobierno, que jugaron a fondo por quebrar a los trabajadores del neumático y su sindicato combativo. Las grandes movilizaciones piqueteras sacudieron al país, cuestionando el control de los punteros del PJ en los barrios. Las huelgas de docentes y de salud recorrieron el país. Con un movimiento de masas de residentes y concurrentes, con una rebelión desde los Sutebas combativos y la Multicolor en Buenos Aires, con Amsafe en Santa Fe y ahora ganan las calles en la capital contra el gobierno de Larreta, luego de la ola de tomas de escuelas secundarias en defensa de la educación pública. En Luz y Fuerza los trabajadores se movilizan contra la entrega de la burocracia en las paritarias, lo mismo ha ocurrido en Ferroviarios con la UF Oeste a la cabeza, entre un sinfín de luchas como las de los municipales de Moreno o los paros masivos de UTA en el interior.

Contra la burocracia sindical que aísla estos reclamos, planteamos un paro nacional y plan de lucha, para derrotar la política de ajuste del gobierno nacional, las patronales y los gobiernos provinciales, y abrir paso a una salida de los trabajadores.

Un congreso del Frente de Izquierda convocando a toda esta vanguardia de lucha para votar un programa y un plan de acción frente a la campaña electoral va a permitir ganar fuerza en la lucha por poner en pie una alternativa obrera y socialista.

Y este movimiento popular se apoya en las manifestaciones de independencia política que se desenvuelven en las luchas: cuando los trabajadores derrotan a la burocracia sindical, cuando los barrios se organizan contra los punteros o cuando la juventud se organiza contra los aparatos de la Franja Morada o La Cámpora.

Tenemos un debate

El PTS proclamó candidaturas un año y medio antes de las elecciones y largó una campaña electoral anticipada. La política electoralista de los compañeros del PTS se ve agudizada por su falta de apoyo al movimiento piquetero, que protagonizó las movilizaciones masivas más importantes del año en nuestro país. Una izquierda que no se apoya en la lucha de clases es incapaz de poner en pie una alternativa que cuestione al régimen del capital. Observamos con preocupación que ese empeño electoralista lleva a la adaptación política: así, vimos a Myriam Bregman defender sin fisuras a Cristina Fernández frente a la acusación de Luciani, e incluso a la bancada del PTS en el Congreso hacer un “gesto” que permitió al gobierno aprobar un nuevo impuesto en favor de la policía de seguridad aeroportuaria.

El Frente de Izquierda tiene una trayectoria que ya lleva 11 años. En este período, hemos vivido importantes alzas electorales, ganando la capital de Salta en 2013, la banca en el Congreso por Mendoza el mismo año y el 25% de los votos en Jujuy en 2021. Pero este crecimiento electoral no es sustentable si no está acompañado del desarrollo de una clase obrera con conciencia de clase capaz de construir un movimiento popular que pueda darle fuerza a una alternativa. Si fuera una fuerza meramente electoral y parlamentaria, la izquierda es objeto de enormes presiones para adaptarse al sistema. El desafío es superar definitivamente el peronismo separando a los trabajadores de la burguesía y poniendo en pie una vanguardia obrera con conciencia de clase y un movimiento popular con banderas socialistas.

Por un congreso y un frente único

La propuesta que realizamos tiene por propósito superar los límites actuales del Frente de Izquierda-Unidad y transformarlo en una fuerza de intervención en la lucha de clases. Estamos ante un desafío enorme en tanto se trata de superar la forma que adquiere el régimen político de la clase capitalista en la actualidad. Como quedó demostrado en Brasil, aun con el crecimiento de fuerzas fascistoides como la de Bolsonaro, los capitalistas y sus principales Estados imperialistas son partidarios de valerse del régimen democrático para mantener su dominio de clase. La carta del fascismo la juzgan prematura y riesgosa, más cuando la democracia burguesa aún les permite cooptar a buena parte de las organizaciones obreras y de izquierda a la defensa del régimen capitalista.

Mediante las elecciones recurrentes la burguesía busca naturalizar la idea que estamos ante un régimen basado en la voluntad popular y no ante una dictadura del capital. Para la izquierda la situación implica un enorme desafío, ya que las elecciones pueden ser tanto una oportunidad como un riesgo enorme. Sucede que el proceso electoral tiende a realizarse bajo una metodología opuesta a los principios de clase. La acción directa de los trabajadores es suplantada por la ilusión de que las cosas se solucionan votando; y la deliberación y la organización propia de la clase es suplantada por el apoyo a personalidades y candidatos. Esta metodología, siendo además que las elecciones se realizan cada dos años, tiende a apartar a la izquierda de una acción revolucionaria y a concentrarla en campañas electorales permanentes, y la aleja de su acción en la lucha de clases para concentrarla en la creación y difusión de candidatos.

Nuestro Frente de Izquierda-Unidad no es ajeno a estas presiones ni, desde ya, podría serlo por completo. Una revisión crítica de su acción debiera concluir que estas distorsiones están presentes en su actividad. El lanzamiento de candidatos del PTS a mediados de junio del 2022 para elecciones que se realizarán agosto-octubre del 2023 es una expresión de la incidencia de esa presión. Si tenemos en cuenta que en el 2021 hubo elecciones y que las habrá en el 2023, lanzar candidatos en el 2022 implica de hecho estar en campaña electoral permanente. Para una fuerza que dice defender el principio de la lucha de clases contra la democracia burguesa se trata de una contradicción flagrante.

La superación de esta situación plantea por un lado que el Frente de Izquierda-Unidad priorice su acción en la lucha de clases y, por el otro, que aborde el proceso electoral con los métodos de la organización, la deliberación y la acción de los trabajadores. Después de todo, el objetivo de la campaña electoral debe ser reforzar la lucha por un gobierno de trabajadores mediante la formación y capacitación de una vanguardia. Nuestra propuesta de realizar un congreso del Frente de Izquierda-Unidad para febrero-marzo, que aborde también la cuestión electoral, plantea un cambio de política importante. La izquierda revolucionaria debe valerse de las elecciones para impulsar la acción directa de los trabajadores y de los explotados, en vez de que la burguesía se valga de las elecciones para que la izquierda revolucionaria adopte la metodología y hasta la estética del régimen actual. Un congreso abierto a miles y miles de luchadores, que debatan el impulso a las luchas y la participación también en la campaña electoral, sería un hecho inédito no solo en Argentina sino también a nivel internacional. También permitiría enfrentar las elecciones anticipadas en las provincias, dándonos una instancia para la formación de las listas con la participación activa de los trabajadores.

La situación que se ha creado reclama un debate a fondo de toda la militancia del Frente de Izquierda-Unidad. Estamos aún a tiempo de enfrentar exitosamente la trampa que el régimen ha montado y superarla con una acción consciente y organizada de la izquierda y una fracción aun minoritaria pero creciente de los trabajadores. No queremos que el FIT-U sea la pata izquierda de un régimen democrático decadente, sino la fuerza política que se proponga derribar ese régimen para que gobiernen los trabajadores. Si este es el objetivo de todos, actuemos en consecuencia.

El Sutna marca el camino

La huelga victoriosa de los obreros del neumático ofrece lecciones fundamentales para todo el movimiento obrero.

04/10/2022

El SUTNA logró que la paritaria 2021 / 2022 quede dos puntos por encima de la inflación y dos bonos, uno de 100 mil pesos y otro de 38 mil. Pero lo más significativo es que los aumentos salariales 2022 / 2023 quedarán, sea cual fuese la evolución del costo de vida, un 10% por encima de la inflación.
Se trata del mejor acuerdo paritario del país, porque les asegura a los trabajadores del neumático un aumento del salario real.
Esta conquista se logró con 5 meses de lucha del SUTNA, que fueron rematados con una semana de huelga general, derrotando a las patronales de FATE, Pirelli y Firestone.
Pero también derrotando al gobierno, a la oposición de derecha y a los grandes medios de comunicación, que siempre actuaron en favor de las empresas y demonizando al Sindicato.
Incluso cuando intervino la dirección de la CGT, que desde un inicio le dio la espalda al conflicto, fue para pedirle más dureza al gobierno contra el SUTNA. La lucha, en cambio, encontró apoyo en los sectores combativos del movimiento obrero, en la Unidad Piquetera y en el Polo Obrero.
El SUTNA ganó porque su dirección clasista, que en 2016 echó a la burocracia y recuperó el Sindicato, logró unir a todo el gremio y ponerlo en pie de lucha. Porque se valió del método democrático de la asamblea general tanto para definir el pliego paritario como para aceptar lo arrancado a las patronales luego de 5 meses de lucha.
Es por eso que marca un camino para todos los trabajadores. Demuestra que se puede unir a los trabajadores contra los atropellos patronales, echar a los burócratas sindicales y defender la democracia obrera.
El triunfo del SUTNA golpea la política de ajuste pactada entre el gobierno y el FMI, refuerza las luchas salariales que se vienen desarrollando en diferentes gremios y vuelve a plantear la necesidad de un paro nacional y un plan de lucha, por el triunfo de todas las luchas en curso.
Viva la lucha del neumático.

Partido Obrero – CSC

Por una Central independiente del gobierno del FMI

9 de noviembre, elecciones en la CTA-T: Votá Lista 6 Multicolor

04/10/2022

La enorme lucha de los trabajadores del neumático del SUTNA demuestra la necesidad de tener sindicatos y centrales independientes de los patrones y del Estado. 

El Sutna triunfó sobre las patronales, el gobierno que las apoyó durante los 5 meses de conflicto, y sobre la pasividad de la burocracia sindical de la CGT y la CTA de Hugo Yasky , ésta última haciendo campaña durante todo el conflicto en contra de la dirección combativa encabezada por Alejandro Crespo.

 Los trabajadores del SUTNA comenzaron y terminaron la lucha con asamblea general. Sus paros progresivos y movilizaciones se transformaron en una huelga general de ocho días cuando las poderosas empresas del sector pretendieron quebrarlos. Así conquistaron una paritaria 12 puntos encima de la inflación abriendo camino para toda la clase obrera.

La Lista 6 Multicolor  dará batalla a nivel nacional, de las provincias y de las regionales para recuperar la CTA-T al servicio de las y los trabajadores. La Lista 6 Multicolor presentó 23 listas, y miles de candidatas y candidatos.

La Lista 10, con el ajuste y amigos del embajador yanky

Los principales candidatos del oficialismo de la Lista 10 son Hugo Yasky y Roberto Baradel, protagonistas recientes de una visita vergonzosa a la embajada norteamericana, en la que discutieron con el embajador yanky “las tareas del movimiento obrero en el momento actual. Efectivamente, esta burocracia es  la más integrada al gobierno peronista que aplica el ajuste pactado con el FMI, es co- responsable de los salarios de pobreza de docentes, estatales, judiciales, trabajadores de la salud, de la precarización laboral que nos afecta y de la entrega de nuestras obras sociales y jubilaciones.  

La Lista 6 Multicolor con las luchas y contra el ajuste del gobierno del FMI

El contraste no podría ser mayor.

Yasky declara que las medidas de ajuste del súper ministro Sergio Massa son necesarias –las que discutió en Washington y con el embajador Stanley amigo de Yasky y Baradel-, y boicotean los reclamos de los trabajadores que dicen representar.

Los docentes de la multicolor, en cambio, en Santa Fe están en un plan de lucha con paros semanales de 72 horas, arrancados a la dirección de Sonia Alesso, que planteó que había que aceptar la miseria del gobernador  Perotti de un aumento que no supera el 77% frente a una inflación del 100 %; los sutebas multicolores hicieron dos parazos autoconvocados contra la dirección de Roberto Baradel porque de una punta a la otra de la escala salarial los docentes cobran salarios de pobreza;los docentes de Santa Cruz también con huelgas de 72 horas, y con procesos de lucha en Chubut, Neuquén y Entre Ríos.

La Lista Nacional de la 6 Multicolor está encabezada por Patricia Jure, secretaria gremial de Atén-Capital de Neuquén, a la cabeza de la lucha en esa provincia; Angélica Guiot, secretaria del Suteba Multicolor de Marcos Paz encabeza la Lista 6 Multicolor en la provincia de Buenos Aires, acompañada de Romina Del Plá como primera candidata a congresal, dirigentes del parazo multicolor bonaerense; Gabriela Meglio, secretaria adjunta de Amsafé-Rosario, encabeza la Lista 6 Multicolor de esa ciudad; Cristian Paletti, de la minoría de la dirección del Subte, Alejandro Lipcovich de la combativa Junta Interna del Hospital Garraham en lucha, y muchas y muchos otros que desafían la entrega de la burcracia ysakista.

En la Lista 6 Multicolor del país, de las provincias y de las regionales están las y los compañeras/os que encabezan las luchas contra el ajuste del FMI y por un salario inicial no menor a los 120 mil pesos actualizado por inflación.

Por un congreso de delegados de base que reconstruya la CTA al servicio de los trabajadores

Hugo Yasky anunció también que han decidido regresar a la CGT de los gordos, con la que rompieron en los años ’90 acusándolos de ser el “sindicalismo empresarial”. Se trata de una integración a la CGT por derecha, no para luchar contra su burocracia, sino porque coinciden con ella en lo esencial; no para luchar por una nueva dirección sino para ser parte de ella, cuando hace más de tres años que no mueven un dedo por las reivindicaciones obreras.

La Lista 6 Multicolor rechaza esta integración a la CGT y plantea la necesidad de un Congreso de delegados de Base de la CTA-T que decida el futuro de nuestra central al servicio de los trabajadores.

Te convocamos a apoyar nuestra lista, por un nueva dirección en la CTA T y en todo el movimiento obrero.

Coordinadora Sindical Clasista-PO

Tribuna Docente – Tribuna Estatal – Tribuna de Salud – Judiciales en lucha – Naranja del Subte

Apoyemos la lucha por trabajo y contra el hambre

Es necesario un paro nacional y plan de lucha contra el ajuste

27/09/2022

El movimiento piquetero independiente está dando una enorme lucha contra el hambre y la miseria. Por eso están haciendo una permanencia frente al Ministerio de Desarrollo Social. Denuncian que “no va mas” la situación que se vive en los barrios y reclaman respuestas urgentes.

No hay que confundirse, no es cierto que “no quieren trabajar”. Las organizaciones presentaron al gobierno un plan para crear un millón de fuentes de trabajo genuino en base un plan de vivienda y obra pública.

Pero el gobierno no quiere tomar esta medida. En lugar de resolver los problemas urgentes de los barrios, destina los recursos a subsidiar el dólar soja o al pago de la deuda externa.

El Ministro Zabaleta le niega la asistencia necesaria a los merenderos y comedores populares donde comen todos los días millones de familias humildes que no llegan a fin de mes.

Un punto fundamental que reclama el movimiento piquetero es la duplicación de emergencia del salario mínimo, que hoy está en 51.000 pesos, una miseria que condena a millones de trabajadores a vivir con la mitad de la canasta de pobreza. El ajuste contra los salarios y la inflación los padece toda la clase trabajadora.

Por último, reclama la apertura urgente de todos los programas sociales, porque el programa potenciar trabajo alcanza a 1.200.000 beneficiarios pero existen millones de desocupados más que deberían acceder. En el fondo, es necesario un seguro universal al desocupado para evitar caer en la indigencia.

Los que atacan al movimiento piquetero lo responsabilizan de los problemas que vive el país. Es al revés: los responsables de la situación social crítica que vivimos son el gobierno del Frente de Todos, el macrismo, los gobernadores y todo el régimen que nos viene gobernando con una política de saqueo en beneficio del gran capital. Son ellos, los políticos capitalistas, quienes deben rendir cuentas por la enorme crisis social del país.

La respuesta a los reclamos elementales de trabajo, asistencia alimentaria y seguro al desocupado son imprescindibles para sacar de la pobreza al pueblo.

Por eso, es necesario apoyar la lucha piquetera. Porque es la manera de enfrentar, en las calles, el plan de ajuste pactado por el gobierno y el Fondo Monetario, que está llevando nuevamente al país a una crisis sin salida.

La lucha piquetera empalma con la gran lucha de los obreros del neumático por su salario. Y con las luchas de docentes, marítimos, y muchos otros sectores contra el ajuste. Por eso es necesario que la CGT y la CTA rompan con el gobierno y convoquen un paro nacional y plan de lucha por estos reclamos.

Apoyemos al movimiento piquetero en la lucha por trabajo y contra el hambre.

Con las luchas populares y no con el FMI

Declaración de cara al Congreso Nacional de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS) y la Juventud del Polo Obrero (JPO) del próximo 10/9.

23/08/2022

El Frente de Todos puso a la embajada yanki en la Rosada. Las declaraciones altisonantes de hace algunos años, del estilo “golpear a la derecha” y poner plata “en el bolsillo de la gente” entró en su etapa final abrazando al Council of Américas y con una oficina del FMI monitoreando lo que hace y deja de hacer el gobierno peronista. Los traidores se fueron con Massa. 

Los voceros que prometían investigar la “deuda de Macri” piden a gritos que las Universidades monitoreen los planes sociales, no para “ordenar”, sino para recortar, en un marco en el que más de un millón de pibxs perdió al menos una comida en los últimos años. 

Ninguna decisión de estas características tiene para mostrar un resultado “nacional y popular”. La inflación anual puede llegar al 100%, el acuerdo con el FMI no trajo estabilidad ni nada similar, la pobreza puede alcanzar el 50% antes de que termine el mandato gubernamental. 

La receta del ahora “Superministro” es austera en todo menos en su ortodoxia: tarifazos, devaluación, recorte fiscal para llegar a las metas del Fondo. Es decir, para los capitalistas todo, para les trabajadores y la juventud, nada. Ya comenzó con un decreto que recorta $128 mil millones que salen del Financiamiento Productivo, la Vivienda, la Educación (Conectar Igualdad), entre otros sectores. 

La vuelta de “la derecha” o la emergencia de figuras como Javier Milei o José Luis Espert, voceros del arancelamiento educativo y del “cárcel o bala” para la juventud más empobrecida, se inscribe en una crisis social y política que es responsabilidad de todos los que han gobernado, en particular del peronismo, que estuvo en la Rosada en 16 de los últimos 20 años. 

¿El Estado te cuida?

Resulta complicado pasar por alto el balance de un trasfondo político. Agrupaciones kirchneristas como La Cámpora y Patria Grande (La Mella) se jactaron durante mucho tiempo sobre la posibilidad de darle una perspectiva al “campo popular”, “desde adentro” del Estado. Ascenso social hubo solamente para ellos, que pusieron a sus cuadros políticos y juveniles a administrar una gestión ajustadora y fondomonetarista. 

No solamente lo hicieron con el gobierno: hoy en día, mientras el pueblo pasa hambre, festejan en sus redes sociales la integración a las secretarías de las facultades y gestiones que no dan becas, que no solucionan los problemas edilicios de la educación superior, que ajustan el salario docente. El arribismo puede tener marketing pero nunca será popular. 

Patria Grande en especial ha exclamado, en el último tiempo, que si no hay “algo” para “los sectores pobres” van a discutir “romper el Frente de Todos”. Es la línea que manifestaron Juan Grabois y Ofelia Fernández. No hay confesión más recalcitrante: no solamente porque evidencia de la manera más cruenta el mantenimiento y la cooptación en los sillones del Estado, sino también porque pide migajas para el pueblo mientras acepta sin chistar la entrega del país, peso a peso, dólar a dólar, al capital financiero internacional y al imperialismo. 

Si el “Estado está presente”, es solamente para ajustar y reprimir, como hizo el gobierno de Kicillof y Larroque con las familias de Guernica, para beneficiar a los dueños de los countries de la Provincia de Buenos Aires. De la “juventud maravillosa” a los defensores de corta edad del status quo. El silencio de Cristina hace ruido pero tiene un objetivo claro: sostener las resortes del poder frente a un gobierno que se derrumba. Busca ser la “capitana” de emergencia de un barco que saquearon. 

“Soy piqueterx señor…”

Del otro lado del mostrador, copando semana a semana la Plaza de Mayo y la 9 de Julio, se encuentra el renacer de un movimiento que conmueve a la Argentina. Bombo, repique, bandera, piquete y lucha. Las organizaciones de la Unidad Piquetera vienen haciendo lo que no hacen las centrales sindicales como la CGT y las CTA, cómplices del ajuste, y ponen arriba del debate que la crisis no la tienen que pagar los trabajadores. 

Frente al FMI y sus voceros políticos oficialistas y opositores, hay un pueblo que lucha. Corte de ruta, asamblea, todo para combatir el hambre y la pobreza. La juventud tiene, en su esencia, una impronta de lucha que la llevó a ser protagonista en el conjunto de las movilizaciones y rebeliones del continente (Chile, Ecuador, USA, Colombia). Es protagonista, hoy, del movimiento piquetero en toda la Argentina. Les estudiantes, ¿Cómo no vamos a estar ahí? ¿Cómo vamos a no ir con el pueblo que lucha? 

Hacer escuela

La pandemia y la crisis social se llevaron puesto el acceso de la juventud a la educación pública. Más de medio millón de chicos y chicas no volvieron a las aulas. El ajuste y el aumento de la pobreza en las niñeces y la juventud hace estragos: lo vimos en los últimos días con una niña en el barrio de  Barracas de CABA que perdió la vida por desnutrición. El ajuste alimentario de Larreta es porteño y es del país. 

El ajuste en las escuelas y en las Universidades se ve, como nunca, en el ataque al salario docente, que en el caso de la Universidad se encuentra en migajas y el gobierno y las gestiones quieren que vuelva a perder alrededor de 20 puntos contra la inflación. El peronismo y Cambiemos se ligan en esta política.

La derecha agita que los problemas educativos tienen que ver con “la política”, “la militancia”. Seguro no la de las Federaciones mayoritarias: ni la FUBA y FUA radical ni la FULP ni ninguna Federación kirchnerista está lejana a las política de la burocracia sindical de la CGT. No construyen ninguna instancia de deliberación, pero no por falta de capacidad, sino por la complicidad política de ser parte del gobierno, o una parte sustancial del régimen universitario (UCR) y la fuerza opositora que buscará postularse como mejor medida para el capital en 2023.  

Defender la educación implica el apoyo y la movilización a los docentes de AGD-UBA, a luchas como las de La Rioja y San Juan y a una movilización independiente de docentes y estudiantes. Eso es hacer escuela. 

Por un Movimiento Popular con Banderas Socialistas

Desde la UJS entendemos que la juventud tiene que estar con el pueblo que lucha y no con el FMI. Es una discusión incluso en el seno de la izquierda: no es metiendo más diputados ni lanzando candidaturas que podemos ser una alternativa política en la Argentina. Requiere estar en cada pelea popular y buscar construir un movimiento que supere el fracaso del conjunto del régimen político. Es más con el corte de ruta que pensando en los votos y eso para nosotros es clave. 

Nos encontramos en un momento excepcional. La crisis que padece el país no refiere a cosas que no se pudieron hacer o a la mala praxis: es la consecuencia de años y años de entrega al capital financiero internacional y del FMI, de todas las fuerzas que gobernaron en las últimas décadas y de aquellos que quieren repetir recetas con palabras diferentes. 

Esta situación está lejos de limitarse a las fronteras del país. El capitalismo no tiene nada para ofrecer más que guerras, hambrunas, destrucción ambiental, pandemias, ajuste y un sometimiento cada vez más cruento para quienes trabajan. La juventud no es ajena a lo que pasa en el mundo. Este llamamiento de la UJS y la JPO es a nivel internacional. Es cada vez más necesaria una movilización de todes les jóvenes del planeta, en función de una salida que se asiente sobre otras bases a las del capital. Es decir, una salida que levante las banderas socialistas, de la igualdad de las personas por las personas, del fin de la explotación, de una patria de la humanidad en la que se terminen los privilegios de unos pocos por el padecimiento de miles de millones. 

La juventud tiene que aportar a una salida. Eso implica poner el corazón y el cuerpo en la calle. La salida es piquetera y es socialista, en la medida en que el sistema capitalista en tiempos de descomposición es un yunque que no tiene más que malaria.

Una certeza nos acompaña: si el presente es de lucha, el futuro es nuestro. A nadie le regalaron nada: solamente del lado correcto de la historia se consiguieron las grandes hazañas de nuestro pueblo. 

Esta vez no será la excepción.

 

Declaración del FITU frente a la crisis nacional y la asunción de Sergio Massa

10/08/2022

Con la asunción de Sergio Massa, el gobierno prepara las condiciones para un nuevo salto en el ajuste contra el pueblo trabajador. Las medidas anunciadas hasta el momento van claramente en este sentido: mayores tarifazos, recortes al gasto público, congelamiento de la planta de los trabajadores estatales.

Todas las alas del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, incluidos los llamados “libertarios” acuerdan con profundizar el ajuste contra el pueblo trabajador, y con una devaluación que ya está en marcha con la suba descomunal de la inflación y la consonancia del gobierno con los grandes empresarios remarcadores de precios y con el dólar “sojero” y otros “dólares especiales” a sectores patronales. Esa medida anunciada por Batakis fue acordada con el FMI en Washington, lo mismo que los anuncios posteriores de Sergio Massa. El Frente de Izquierda y de Trabajadores Unidad (FIT-U) plantea una salida opuesta, para que la crisis la paguen los capitalistas.

La crisis política al interior del oficialismo culmina con la entrega de superpoderes a un agente directo de la embajada norteamericana y del gran capital, con el apoyo del kirchnerismo y todas las fracciones del oficialismo y el aval explícito de la CGT y la CTA.

El Frente de Izquierda Unidad denuncia que el salto en la crisis inflacionaria y las medidas de mayor ajuste anunciadas por Massa con el aval del Presidente y Cristina Kirchner constituyen un nuevo golpe contra el pueblo trabajador. Congelamiento de vacantes y la imposibilidad de que decenas de miles de contratados precarios en el Estado puedan acceder a la planta permanente preparando sus despidos cuando culminen los contratos. Recortes presupuestarios y en la obra pública, tarifazos en los servicios y el transporte y depreciación salarial, son la antesala de medidas de ajuste aún mayor y la puesta en agenda de las reformas reaccionarias pendientes.

El peso de la deuda usuraria y fraudulenta en pesos, y en dólares arrastra al país a una nueva bancarrota. El pacto con el FMI potenció el endeudamiento, la inflación, el ajuste, el saqueo y la dependencia. Los llamados “mercados” (los bancos y el capital financiero) aprovechan para sacar una nueva tajada y se lanzaron durante los meses de junio y julio una corrida cambiaria para imponer una mega devaluación del peso oficial. La subida del “blue” y de los dólares financieros durante el mes de julio ya aceleró la inflación a niveles insostenibles.

Una mega devaluación del peso oficial implicaría un salto en la pulverización de los salarios, jubilaciones y planes sociales muchos de ellos hoy en la indigencia. Los ganadores serán los dueños del agronegocio, junto al resto de los exportadores, las automotrices a quienes les dieron retenciones cero, mineras, petroleras, las patronales que pretenden seguir licuando salarios y deudas, y los bancos. Mientras que el propio Alberto Fernández vociferaba contra los dueños del negocio agrario y movimientos sociales oficialistas se aprestaban a movilizarse a la Rural (algo que finalmente no realizaron), a la par y auspiciado por el FMI se preparaba un dólar especial para que los sojeros puedan multiplicar sus rentas a costa del erario público: esto es el prolegómeno de una devaluación en toda la línea.

Al igual que Batakis Massa anuncia un viaje a Washington a consensuar sus medidas con el FMI. El poder político del gobierno depende casi en su totalidad del arbitraje del FMI y los llamados “mercados”.

En ese contexto, el profundo cambio de gabinete con el superministro Massa como eje, es un intento de cerrar una crisis al servicio de generar confianza en el establishment y los usureros externos. Una vez más, un cambio de esta magnitud, se hace  por la decisión de un puñado de dirigentes a espaldas del pueblo. Demostrando el carácter antidemocrático de este régimen capitalista.  Es hora de cambiar y que los trabajadores y sectores populares decidan democráticamente la salida a la crisis.

Massa es tal vez la última carta que le quede a un gobierno que lejos de haber venido a recomponer lo perdido durante el macrismo, profundizó la pulverización de los salarios y jubilaciones, aumentó la miseria y apoyado por la derecha de Juntos por el Cambio, rubricó un pacto colonial con el FMI.

En la coalición oficialista se terminó de blanquear que el kirchnerismo -que cacareaba contra el FMI mientras habilitaba en el Congreso que se votara el pacto colonial-, no sólo no tenía ningún programa alternativo, sino que ahora se compromete abiertamente a un mayor ajuste.

Por ello, llamamos a todos los trabajadores y jóvenes que confiaron en que este gobierno venía a cambiar las políticas del macrismo y hoy están buscando otro rumbo a movilizarse con nosotros para frenar el ajuste y a sumarse a fortalecer a la única coalición política que plantea la independencia política de las y los trabajadores y sostiene una alternativa al ajuste: el Frente de Izquierda Unidad

Las conducciones de la CGT y las CTA son también responsables de que el pueblo trabajador llegue en este estado a un nuevo golpe contra su nivel de vida. Fueron un punto de apoyo de todo el ajuste de Macri y de Alberto Fernández. Ahora cuando la crisis se profundiza y el pueblo asiste al aumento exponencial de los precios de los alimentos y productos de primera necesidad salieron rápidamente a celebrar la designación de Massa como superministro y los cambios en el gobierno y, en ese marco, convocan a una marcha el 17 de agosto. Exigimos a las centrales que rompan con el gobierno y convoquen a un paro nacional que sea el inicio de un plan de lucha por un inmediato aumento de salarios, jubilaciones y planes sociales al valor de la canasta familiar y derrotar el plan de ajuste del gobierno y el FMI. E impulsamos la recuperación de los sindicatos como herramientas de lucha de la clase trabajadora contra la burocracia sindical. Ese mismo 17 de agosto participaremos en la convocatoria alternativa a la de la burocracia sindical realizada por el Plenario del Sindicalismo Combativo, para apoyar todas las luchas en curso y plantear un programa de salida a la crisis de las y los trabajadores.

Desde otros sectores del oficialismo promueven un “salario básico universal” de 14.000 pesos, una suma de indigencia que consolida un nuevo piso salarial de hambre y busca condenar a millones de trabajadores a un porvenir sin acceso al trabajo genuino ni derechos laborales. El proyecto impulsado por Cristina Fernández en el Senado llegaría solo a 1.700.000 personas, cuando son más de 14 millones quienes necesitan un ingreso que alcance.

Frente a la política de las coaliciones políticas patronales del ajuste y la complicidad de la burocracia sindical, el pueblo trabajador no se queda inmóvil. El movimiento piquetero combativo viene llenando las calles en su lucha por sus reivindicaciones más elementales, y protagonizó una nueva gran jornada el 28 de Julio. Los trabajadores del neumático y su sindicato, el SUTNA protagonizan una durísima lucha contra las patronales por recomposición salarial y para que se les reconozca el pago del 200 por ciento de las horas que trabajan los fines de semana, poniendo en cuestión al convenio sellado por la burocracia y las grandes patronales del rubro durante el menemismo. A los paros docentes de San Juan y La Rioja, se sumaron los maestros de Mendoza, Rio Negro y Chubut, con huelgas y masivas movilizaciones para exigir la recuperación salarial.  Lo mismo sucede con las y los trabajadores de la salud de Jujuy y Río Negro y los vitivinícolas autoconvocados de Salta y Mendoza. La tarea de la hora es la intervención de la clase trabajadora en la crisis.

Denunciamos la criminalización de las luchas que avanza en todo el país, fuertemente instigada por la campaña de Cristina Kirchner contra el movimiento piquetero independiente, con causas contra dirigentes y compañeros de diferentes organizaciones. Reclamamos la anulación de las condenas a Cesar Arakaki y Daniel Ruiz, la absolución de todos los luchadores populares y el cierre de todas las causas.

El FITU apoya incondicionalmente estas luchas. Llamamos a los trabajadores a exigir un paro nacional y plan de lucha, en unidad entre ocupados y desocupados para derrotar el conjunto del plan del gran capital y sus representantes políticos. Y a debatir e impulsar una salida alternativa.

Que los salarios, las jubilaciones y los planes sociales se ajusten mensualmente según la inflación.

Que nadie gane menos del valor de la canasta familiar.

Por un seguro universal al desocupado equivalente al costo de una canasta básica. Por la apertura de los programas sociales, por un bono de $20.000 para quienes reciben planes sociales.

Basta de tarifazos. Nacionalización de todo el sistema energético y del conjunto de las empresas privatizadas bajo control de los trabajadores.

Por la ruptura con el FMI y el no pago de la usurera y fraudulenta deuda externa para destinar los recursos nacionales a resolver las necesidades populares urgentes.

Por el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados, por la reducción de la jornada laboral a 6 horas sin reducción salarial. Por un plan nacional de obras públicas bajo control obrero y popular para construir un millón de viviendas populares que de trabajo a 4 millones de desocupados.

Por un sistema bancario nacional único bajo el control de los trabajadores, para evitar las fugas de divisas, resguardar los ahorros y que el ahorro nacional esté disponible para créditos baratos hipotecarios y a los pequeños comerciantes, y financiar el plan de obras públicas. 

Por el monopolio estatal del comercio exterior, para evitar que un oligopolio privado de exportadores maneje a su antojo la rendición de las cosechas y vendan los alimentos a precios internacionales, y resguardar así las divisas para un desarrollo nacional en manos de la clase trabajadora. Por la estatización de todos los puertos privados bajo el control de los trabajadores.

Estas medidas deben ser parte de un plan económico obrero y popular y un programa integral que sólo podrá ser desarrollado integralmente imponiendo con la lucha y la organización un gobierno de las y los trabajadores.

Abajo el ajuste. Fuera el FMI. Viva la lucha de la clase trabajadora. Por una salida obrera a la crisis. Que la crisis la paguen los capitalistas.

Este 17 de agosto marchemos con el sindicalismo combativo a Plaza de Mayo y en todo el país

 

FRENTE DE IZQUIERDA Y DE TRABAJADORES UNIDAD (FITU)

Todo el apoyo a la lucha del SUTNA

19/07/2022

Los trabajadores del neumático llevan casi cuatro meses de intensa lucha. Llevan más de una docena de paros generales, movilizaciones y acciones de lucha de todo tipo.

Reclaman un aumento salarial por encima de la inflación y el pago de las horas de trabajo habitual de fin de semana al 200%. Su lucha es por una recomposición salarial luego de años de entrega de la anterior conducción burocrática del gremio.

La organización colectiva de los trabajadores es un ejemplo de lo que se puede conquistar con la recuperación del sindicato por los trabajadores. Las asambleas generales del gremio, por fábrica y por sectores, la deliberación obrera en cada rincón de las plantas ha dado como resultado una enorme unidad y conciencia de todos los trabajadores.

En el momento donde un supervisor agredió físicamente a un delegado de la fábrica Pirelli, todas las fábricas realizaron asambleas, paros y movilizaciones en repudio a lo sucedido, exigiendo inmediatas respuestas a todos los reclamos.

En el transcurso de esta histórica lucha las patronales han obtenido nuevos beneficios del gobierno y aún así continúan negando los reclamos más elementales de los trabajadores. Dada la profundidad y tenacidad de la lucha de los compañeros del neumático, han intervenido directamente los ministros de trabajo y producción del gobierno nacional. Su intervención muestra a un gobierno que es incapaz de resolver ni el más mínimo reclamo de los trabajadores. Su política es garantizar el pago al FMI y defender las ganancias de los capitalistas.

En oposición a esto, cada acción pública de los compañeros del Sutna ha estado acompañada fuertemente por las organizaciones independientes de trabajadores ocupados y desocupados que se organizan por sus propias reivindicaciones junto a esta enorme lucha. Esta unidad entre trabajadores ocupados y desocupados es una de las claves fundamentales para enfrentar el ajuste del gobierno y el FMI y llevar cada lucha a la victoria. Cómo señalan los compañeros del Sutna, construir un futuro para la familia obrera.

La Coordinadora Sindical Clasista y el Partido Obrero, junto al Polo Obrero y todas las agrupaciones clasistas y antiburocráticas redoblamos el esfuerzo en apoyo a los compañeros del Sutna y todos los trabajadores del neumático. La victoria de los compañeros será un ejemplo de la potencia de los trabajadores organizados y la lucha por una nueva dirección en todos los sindicatos que se encuentran en manos de la burocracia sindical.

Llamamos a todos los trabajadores a organizarse y brindar el mayor apoyo a los trabajadores del neumático. De principio a fin de esta lucha histórica, con los compañeros y sus reivindicaciones. Compañeros. Unidos y adelante por el triunfo de su lucha.

Coordinadora Sindical Clasista – Partido Obrero

Aportá al Partido Obrero por la construcción de un movimiento popular con banderas socialistas

13/07/2022

Asistimos a un panorama cada vez más profundo de descalabro económico y social, y un gobierno cada vez más debilitado, a medida que profundizó las políticas dictadas por el FMI, que se expresan en una caída del salario, de las jubilaciones, de más inflación y crecimiento de la pobreza. Alberto Fernández y Cristina Kirchner, primero con Guzmán, y ahora con Batakis, son los que impulsan las medidas que colocan a las masas populares en una situación cada vez más desesperante.

Pero también en este periodo asistimos a un crecimiento de las luchas protagonizadas por un movimiento piquetero independiente, que lleva adelante una acción de lucha y organización entre los trabajadores y en los barrios más oprimidos del país. El reclamo de trabajo genuino, de mayor atención a las familias pobres y a los comedores populares resuena desde hace meses en nuestro país de la mano de las movilizaciones, acampes y protestas que lleva adelante el movimiento piquetero, y que protagoniza la lucha más destacada contra los planes de hambre del gobierno autodenominado “nacional y popular”. Este proceso de organización es el que principalmente enfrenta los planes del gobierno y fue eje de sus ataques, porque desnuda que los únicos que están pagando la crisis son los sectores populares y de trabajadores.

Impulsamos que se organice un paro nacional y un plan de lucha discutiendo en los sectores combativos del movimiento obrero y planteándoselo a las centrales sindicales, donde sus direcciones hacen oídos sordos a la situación en los lugares de trabajo y no levantan un dedo en defensa del salario y las condiciones de trabajo. Por eso también convocamos activamente a la solidaridad con la lucha en defensa del salario que están llevando adelante los trabajadores del Sutna (neumático), con paros y movilizaciones, y que empuja al movimiento obrero de conjunto a disponerse a la lucha mientra la burocracia propone que conformarse con lo que hay.

Ante el agotamiento del gobierno, y su perspectiva ”nacional y popular” planteamos la construcción de un movimiento popular con banderas socialistas. El peronismo en el gobierno fracasó (otra vez). Tomemos en nuestras manos la creación de un movimiento independiente, orientado por los trabajadores, que coloque en la agenda los principales intereses de los explotados en defensa del salario, las jubilaciones, el trabajo genuino y las condiciones de vida del pueblo trabajador. Es momento de construir una salida desde la independencia política de los trabajadores.

El Partido Obrero y el Polo Obrero son atacados por ser los principales promotores de la lucha contra el ajuste del gobierno y el FMI. Pretenden criminalizar a quienes luchamos contra el hambre y la miseria. 

No nos financian empresas, ni sectores del aparato estatal. Por eso podemos mantener nuestra independencia política. Pedimos el aporte de cada compañera y compañero, ya que sostenemos nuestra actividad cotidiana con el aporte de miles de trabajadores, jóvenes y mujeres en forma voluntaria, para destinar esos recursos a la lucha por construir una salida en favor de los intereses históricos de la clase obrera. 

Les llamamos a aportar en esta perspectiva.

La caída de Guzmán es el fracaso de todo el gobierno, vendrá más ajuste del FMI

Declaración del Comité Ejecutivo del Partido Obrero

02/07/2022

La renuncia de Martín Guzmán es la confirmación del fracaso del gobierno del Frente de Todos. El ministro que firmó el pacto con el FMI terminó fuera del gobierno como resultado de un acuerdo que actúa como un factor de dislocamiento de la economía y de la situación política. La caída de Guzmán no parece quedar acotada al Ministerio de Economía, se trata de una reconfiguración del gabinete.

Estamos ante una aceleración de la bancarrota del gobierno que debe optar entre  mantenerse en el mismo rumbo o avanzar con todo en lo acordado con el Fondo. Las dos opciones no escapan a una devaluación, decidida o impuesta por el mercado, con sus consecuencias sobre la inflación y las condiciones de vida de los trabajadores.

En la reunión de cinco horas de Cristina Kirchner con Melconian, se habló de la salida a lo “Fábrega”, el presidente del Banco Central con Cristina presidenta, lo que implica proceder a una devaluación, con aceleración de la inflación y avance sobre jubilaciones, aumentos por decreto eliminando las paritarias y reforma laboral para una mayor precarización. En Ensenada CFK ratificó que no es partidaria de sostener el déficit fiscal, lo que significa más ajuste. Esta política requiere de una figura con apoyo político para ello, por eso se habla de Massa, con lo cual tendríamos un gabinete aún más alineado con el FMI. Alberto Fernández quedaría como una figura decorativa para llegar al 2023, o incluso un adelantamiento electoral.

En su discurso en Ensenada Cristina Kirchner fue precisa en colocar como su preocupación central las movilizaciones masivas del movimiento piquetero organizado por la izquierda, es consciente que allí se incuba la lucha contra el ajuste y se procesa el fracaso de un gobierno peronista que aparece como principal responsable de las penurias del pueblo trabajador.

Llamamos a redoblar la campaña por un paro nacional y un plan de lucha para intervenir en la crisis con nuestros reclamos y nuestra salida. Reforzar la lucha por el salario, paritarias libres; defensa de la movilidad jubilatoria; por el trabajo; por la universalización de los planes sociales frente al desempleo; por la comida.

La superación del peronismo, que comanda el ataque contra los trabajadores, requiere una salida de los trabajadores en función de sus propios intereses y con su propia organización. Por ello levantamos tribunas en todo el país para que el movimiento popular se organice bajo las banderas del socialismo o sea bajo la dirección de la clase obrera. Con ese objetivo este martes 5  a las 15 hs en La Matanza haremos un gran acto en Carola Lorenzini 7000, esquina Eduardo Sáenz, González Catán. Allí serán oradores Gabriel Solano, Romina Del Plá y Néstor Pitrola, también Eduardo Belliboni y Lilian Rojas, dirigentes del Polo Obrero.

Una Asamblea anti-universitaria

De espaldas a las aulas, sólo para defender al ajuste y a las camarillas

23/06/2022

Este 24 de junio se realizará una nueva asamblea universitaria en la UBA. Los consejeros de cada facultad se juntarán pero no debatirán sobre ninguna de las problemáticas de las trece facultades de la Universidad. 

Solamente elegirán al rector, que en realidad ya fue designado a dedo de forma antidemocrática, sin la representación genuina de la inmensa mayoría de los docentes y los estudiantes, y con la nula participación de los no docentes en ese debate. 

Se sumarán en el Teatro de la Ribera una gran cantidad de frases que destaquen el “orgullo”, la defensa de rankings internacionales y otras cifras. 

Buscarán que no esté presente en la discusión la problemática de miles de docentes ad honorem y varios más que tienen un salario básico por debajo de la línea de indigencia y cuyo Convenio Colectivo no es respetado. También intentarán que se evite el debate sobre los déficits de infraestructura, la falta de calefacción en invierno, los cupos que excluyen de la cursada a miles de estudiantes, la deserción y tantos problemas que degradan día a día la tan mentada “calidad universitaria”. Buscarán embellecer los lazos con organismos multilaterales de crédito y empresas privadas, entre ellas compañías contaminantes que se meten en las currículas de nuestras cursadas. 

Esta asamblea antidemocrática tiene un objetivo claro: una puesta en escena estatutaria que sigue avalando los presupuestos de miseria año a año liquidan nuestra educación. Es un aval a que los fondos de la educación pública vayan a las arcas del FMI y el capital financiero. Esta perspectiva la comparten tanto el Rectorado (Franja Morada/ Nuevo Espacio en alianza con el PJ) como los decanos y representantes kirchneristas, que no hacen nada para defender la educación no por impericia sino porque forman parte del gobierno ajustador. 

Desde la UJS, como representantes estudiantiles de Farmacia y Bioquímica, Veterinaria y Filosofía y Letras, rechazaremos esta asamblea anti-universitaria e iremos con la agenda de  defensa de la educación pública. Para luchar por el salario docente, por las becas para quienes no puedan estudiar, para que haya calefacción para cursar en invierno, para que nadie se quede afuera de la cursada, para el aumento del presupuesto nacional, contra los convenios con empresas contaminantes.

Es el camino para defender la UBA. En eso estamos. 

Por una salida de los trabajadores a la crisis. Construyamos un movimiento popular con banderas socialistas

Abajo el pacto con el FMI. Por un paro nacional y plan de lucha.

20/06/2022

El XXVIII Congreso del Partido Obrero sesionó el 17, 18 y 19, de junio con la presencia de cientos de delegados y delegadas de todo el país. El Congreso debatió en el marco de grandes movilizaciones del movimiento piquetero contra el hambre, de las huelgas por el salario en las fábricas del neumático y en diferentes gremios del país. Y de una ofensiva de todo el arco político patronal contra estas luchas que desafían el ajuste y particularmente contra el Partido Obrero. 

El Congreso debatió las perspectivas abiertas por la guerra, el fracaso del gobierno de Fernández y la enorme crisis nacional en desarrollo, y resolvió una campaña por una salida de los trabajadores y por un nuevo movimiento popular con banderas socialistas, que está planteado por el agotamiento del peronismo, embarcado en un plan de ajuste y un pacto con el FMI. Los delegados y delegadas resolvieron redoblar, por último, la campaña por un paro nacional y un plan de lucha para que la clase obrera intervenga en la situación con todos sus reclamos, desarrollando la unidad entre ocupados y desocupados y reforzando todas las luchas en curso. 

A pocos meses del pacto con el FMI, la prometida estabilidad no existe. Al contrario, el cuadro económico y social es explosivo. La inflación es la más alta en 30 años y apunta al 80% anual. Los grupos económicos remarcan como quieren y el Estado festeja las recaudaciones. Un festival a costa del bolsillo popular para los que se la llevan en pala y para pagarle a los usureros internacionales y al FMI.

Pero nada alcanza para superar la quiebra del Estado nacional y estamos al borde de un “reperfilamiento” de deuda como el de Macri, cuyas consecuencias conocimos.

Aunque le concedieron todo al capital financiero con el famoso canje de deuda en dólares de Guzmán, el riesgo país argentino vuela y no tenemos crédito internacional.

Hay una huelga de inversiones cuya contrapartida es la fuga de capitales. Se llevaron en las últimas décadas 400 mil millones de dólares del país y lo siguen haciendo en las narices del gobierno “nacional y popular”.

Por eso el riesgo de devaluación del segundo semestre se adelantó llevando la brecha cambiaria para arriba. Paradójicamente, esto ocurre cuando vuelan los precios internacionales de los alimentos que exporta Argentina. Y como la exportación es un negocio fabuloso de veinte cerealeras, acá pagamos el pan al precio de la guerra en Ucrania, que no tiene nada que ver con el costo de su elaboración.

La promesa de Alberto Fernández de aumentar a los jubilados con la plata de las Leliqs terminó en un bochorno. Le reventaron la movilidad a los jubilados y esas letras del Banco Central ascienden a 5 billones de pesos. Los bancos ganan fortunas que pagamos con inflación.

Para la tribuna, La Cámpora, el Evita y la CGT hablan contra los formadores de precios a los cuales jamás le abrieron un libro para ver las cuentas. Pero el Estado es un gran formador de precios con las tarifas, las tasas de interés, los combustibles, el precio del dólar, los impuestos al consumo.

Le entregaron Vaca Muerta a los Techint y compañía, y no tenemos gas. Entregan el litio y Jujuy, Catamarca y Salta se mueren de hambre.

El descontento popular es enorme y el gobierno se hunde en divisiones internas que solo tienen por objetivo salvar la ropa de unos u otros. Pero todos son responsables.

Y no nos referimos solamente al gobierno peronista. La oposición de Juntos por el Cambio también es responsable de esta crisis y saqueo al pueblo trabajador. Votaron en masa el pacto del gobierno con el FMI.

Es falso que no hay políticas de Estado, están a la vista: sostener el endeudamiento usurario, bancar la fuga de capitales, ajustar mediante la inflación, licuar los ingresos de la población mediante devaluaciones, mantener el régimen de saqueo de los recursos estratégicos con las privatizaciones, degradar sistemáticamente el sistema previsional, flexibilizar las condiciones laborales, reducir los costos desvalorizando el salario y atacando las conquistas sociales. Y la lista podría seguir.

La crisis es culpa del conjunto de los partidos que nos vienen gobernando y de la clase social que es su responsable, los capitalistas. Tienen el Estado a su servicio, es un Estado del capital, para sus negocios y para los chanchullos políticos de los que participan de esos negocios.

Planteamos frenar este saqueo. Terminar con el pago de la deuda usuraria y fraudulenta a la banca internacional y el Fondo Monetario, y destinar esos recursos a las necesidades populares. Establecer una banca pública única bajo control de las y los trabajadores. Nacionalizar el comercio exterior, para destinar el ahorro nacional a la industrialización y el desarrollo nacional.

Los de arriba -los peronistas, pero también la oposición macrista- están divididos. La desorganización económica es gigantesca: necesitamos una intervención histórica de las masas trabajadoras.

Hay ya un proceso en marcha en esta dirección: el movimiento piquetero independiente irrumpe con centenares de miles de trabajadoras y trabajadores desocupados y precarizados en todo el país. Pero también las huelgas como las del Neumático en el movimiento obrero industrial, los docentes autoconvocados de distintas provincias o la docencia universitaria, entre otros conflictos fabriles y provinciales, empiezan a mostrar de manera activa el descontento popular.

Fede Imas – Ojo Obrero Fotografía

Luchamos por un paro activo nacional, por un salario igual a la canasta familiar actualizado por inflación mes a mes, por el 82% móvil para las jubilaciones, por un plan masivo de viviendas e infraestructura para generar un millón de puestos de trabajo. Por la apertura universal de los programas sociales y por la duplicación de emergencia del salario mínimo vital y móvil.

Enfrentamos la persecución a las luchas obreras y populares. Vamos por la absolución de Cesar Arakaki y Daniel Ruiz, el desprocesamiento de todos los luchadores; en defensa de la libertad de organización, de huelga y de movilización.

“Fin de ciclo populista” o fracaso de la burguesía y sus partidos

Los empresarios se reúnen frenéticamente porque se dan cuenta que pueden estallar las contradicciones económicas y sociales. Siempre con la presencia del ministro Guzmán, a quien sostienen por ahora por ser el garante del pacto con el FMI.

Después de las caídas de Feletti y de Kulfas, crece un debate en esas reuniones: el gobierno está debilitado, esto no va más, se impone un giro. Y, aunque parezca sorprendente, el latiguillo que la clase capitalista introduce bajo distintas formas es el del “fin del ciclo populista”.

Es sorprendente porque gobiernos neoliberales o autopercibidos como antineoliberales mantuvieron por décadas los hilos conductores de los ’90 que nos llevaron a la decadencia actual. Estamos en el 40% de pobreza. ¿Qué nos están diciendo entonces?

Vienen por nuevas “reformas estructurales”, como las llama el FMI.

-Nuevos ataques al sistema previsional, contra los más de 50 regímenes especiales, elevación de la edad jubilatoria, ataques a la movilidad como ya hizo Macri primero y Alberto Fernández después, rebaja de aportes patronales que desfinancien aún más el Anses, bloqueo de las demandas judiciales ante la confiscación y, por supuesto, nuevos manotazos al Fondo de Garantía y Sustentabilidad de la Anses.

-Nueva y mayor reforma laboral. Tal vez este es hoy el tema top en la agenda de los ataques a la clase obrera. La excusa es que las Pyme e incluso grandes empresas no toman trabajadores por el elevado costo laboral y por la “industria del juicio”. El ataque brutal desde todos lados –Clarín, Grupo América de Massa, C5N de Cristóbal López, Larroque, Máximo Kirchner- a los planes sociales tiene el objetivo de fondo de eliminar toda competencia a los salarios de hambre y a las condiciones del trabajo en negro o mediante el sistema fraudulento del monotributo.

El ataque a los convenios colectivos y las indemnizaciones es un punto central de esta agenda. Lo plantean para los nuevos trabajadores, que son la mayoría. Porque si contamos los que están en negro, los precarizados contratados y los monotributistas, más los desocupados, claramente es una mayoría. Para los que todavía tienen convenio, obras social y derechos jubilatorios, les reservan los planes de retiro voluntario, jubilación adelantada o el simple despido.

Vienen también por la salud y la educación pública, en especial la universidad pública. Aunque el único que lo diga sea Milei, que cumple el papel de decir lo que los otros harían pero no se animan a decirlo en esos términos. Vienen por tarifazos masivos, siempre asegurando los negocios de Pampa Energía y las demás.

La dolarización que se discute significaría un ajuste sin precedentes. Implicaría una megadevaluación, una hiperinflación, y utilizar los depósitos en dólares para llevarla adelante. Más que corralito, un corralón de aquellos.

La agenda del saqueo ambiental y la primarización incluye al litio, a la megaminería que desató rebeliones en Mendoza y Chubut, y a la explotación petrolera de ultramar resistida en la costa. Es una cuestión clave en la disputa con China, en la pelea geopolítica del imperialismo en América Latina.

Desde luego, semejante agenda y “reformas estructurales” requiere profundizar el régimen represivo que hoy ya tienen con los Berni, con los Bullrich, con los Aníbal Fernández.

En conclusión, lo que llaman el “fin de ciclo populista” son las décadas de gobiernos de ellos mismos, para los mismos intereses de los grupos económicos que saquearon y saquean el país. El fracaso de una clase social y sus partidos, la clase capitalista.

La defensa de las conquistas obreras amenazadas por esta agenda nunca puede quedar en manos del peronismo que viene siendo un agente del ajuste y de la entrega nacional. Menos aún de la burocracia sindical. Es preciso oponerle a este programa un salida obrera a la crisis, y una perspectiva de lucha consecuente.

Un régimen en descomposición

Este régimen político de saqueo del país y de sus trabajadores está en descomposición. La bronca popular contra los partidos que gobernaron las últimas décadas no deja de crecer. Con total razón la población los identifica como responsables de sus padecimientos. Por eso en las últimas elecciones esos partidos perdieron millones de votos, especialmente el Frente de Todos que está a cargo del gobierno.

El peronismo, que siempre presumió ser la fuerza que representaba a los trabajadores, es quien hoy aplica de modo directo el acuerdo con el FMI. Es el mismo peronismo que ya gobernó con Menem y antes, incluso, formó la Triple A para exterminar físicamente a la vanguardia obrera y popular de los ’70.

Solo la izquierda se planta contra el saqueo de la deuda externa, contra el Fondo Monetario, contra la entrega de los recursos naturales incluyendo la megaminería.

El kirchnerismo, que ahora critica el acuerdo con el FMI, fue quien llevó a Alberto Fernández a la presidencia. En el 2019 Cristina Fernández de Kirchner justificó su elección argumentando que tenía mejor llegada que ella a los grupos de poder. ¡Es decir que lo eligió para hacer lo que está haciendo! El kirchnerismo promete un Frente de Todos sin Alberto Fernández, una nueva capitulación ante la liga de los gobernadores e intendentes del peronismo que apoyó el acuerdo con el FMI y el ajuste en marcha.

La derecha macrista también se divide. Los choques internos tienen que ver con el balance del fracaso del gobierno de Mauricio Macri. Existe un ala que cuestiona el llamado “gradualismo” y plantea que de llegar al poder deberán ejecutar un programa de ofensiva contra los trabajadores desde el primer día. Macri y Bullrich “chocan” con Larreta y la UCR que se declaran partidarios de un acuerdo más de fondo con el peronismo para poder aplicar ese ataque a los trabajadores.

Milei y los llamados libertarios aprovechan este cuadro de divisiones y descrédito de los partidos y coaliciones principales. Encarnan planteos fascistas contra los trabajadores y sectores populares. Quieren eliminar toda protección laboral, la educación y la salud pública, e incluso son partidarios de eliminar la moneda nacional para transformarnos en colonia directa de los EE.UU. Milei es la reacción contra las mujeres, la diversidad y los sectores más empobrecidos. Llegó al extremo de defender la venta de los órganos, que llevaría a que los sectores más acomodados puedan quedarse con parte del cuerpo de los pobres.

El llamado de Milei a formar un movimiento antipiquetero muestra que su verdadero enemigo no es la casta política sino los trabajadores que se organizan y luchan. Su reciente acuerdo en Tucumán con Ricardo Bussi (el hijo del genocida) y su diputada acompañante Victoria Villarruel (defensora de militares con causas de lesa humanidad) lo demuestran. La temprana división de su entorno también demuestra que se trata de un grupo de aventureros. Su función real por ahora es imponer una agenda antiobrera y proimperialista a ultranza.

La búsqueda de contener la bronca obrera lleva a la integración de todas las alas de la burocracia sindical al gobierno, pero tiene un costo enorme para ellos. Los burócratas sindicales se desprestigian aún más al integrarse al gobierno del FMI y su ajuste. Esto vale particularmente para el moyanismo y para la centroizquierda que posaron en distintas etapas como combativos. Tenemos que luchar contra esta burocracia sindical que nos entrega, y por una nueva dirección en el movimiento obrero.

Fede Imas Ojo Obrero

Por un movimiento popular con banderas socialistas para derrotar el saqueo

La Argentina de los Macri, Larreta, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner es la del 60% de las pibas y pibes pobres, los salarios de miseria, la falta de vivienda y la crisis de la salud y la educación. Son los que han gobernado para los grandes empresarios que se llenaron los bolsillos mientras el pueblo retrocede en su nivel de vida.

Son los gobiernos de la violencia de género que crece al amparo del Estado, mientras profundizan la precarización laboral más extrema de las mujeres trabajadoras y de la comunidad LGTBI+. De quienes gobiernan con las iglesias promoviendo el oscurantismo contra mujeres y diversidades y con la policía que hostiga y persigue a la comunidad LGTBI+ y desapareció a Tehuel De La Torre.

Del narcotráfico que copa los barrios con complicidad policial mientras la represión se descarga sobre la juventud. De la destrucción del ambiente para alimentar las ganancias empresariales.

No es el fracaso de la Argentina sino de la Argentina capitalista. Un país que produce alimentos pero millones de personas tienen hambre, un país extenso pero donde millones de familias no tienen vivienda, un país con necesidades de infraestructura y producción pero donde millones de personas están desocupadas o subocupadas.

La guerra imperialista que azota a Europa agrava esta situación con un aumento de los precios de los alimentos o de la energía. Los choques internacionales entre las principales potencias refuerzan la presión en América Latina para que los países se ubiquen en uno u otro campo. La reciente Cumbre de las Américas formó parte de la ofensiva yanqui para alinear América Latina detrás del imperialismo en la guerra que promueve en Europa y en sus amenazas contra China. Las críticas presidenciales ante Biden fueron la coartada para hacer pasar este apoyo del gobierno a la Otan.

Desde el Partido Obrero queremos compartir con los trabajadores una conclusión de fondo: la crisis de la Argentina es la de un régimen social de saqueo y explotación en decadencia que solo puede traer más crisis, retrocesos sociales y guerras.

Las fuerzas políticas que nos gobernaron las últimas décadas, incluida la burocracia sindical, son responsables directos de la crisis que vive el país. Nada podemos esperar de ellos.

Todas las variantes de los partidos capitalistas tienen fuertes lazos con la Iglesia. Se vio en la lucha de la ola verde por el aborto legal. Se ve en los lazos de la burocracia sindical. Por eso dan la espalda a toda la lucha por los derechos de la mujer de los cuales el clero reaccionario es enemigo.

Por esta razón en el Partido Obrero planteamos que tenemos que construir un nuevo movimiento popular con banderas distintas a las del pasado. El peronismo terminó aplicando el ajuste con el FMI porque su estrategia es la defensa del capitalismo decadente. Aprendiendo de la experiencia, el nuevo movimiento popular que debemos crear debe ser independiente del Estado y de los gobiernos, basado en un programa anticapitalista y socialista.

Bien visto, la creación de este movimiento ya está en marcha. Lo vemos en la lucha incansable del movimiento piquetero por pan, techo y trabajo, que adquiere cada día mayor masividad en todo el territorio nacional y se eleva como un organizador de nuestro pueblo. El movimiento piquetero le disputa a los punteros del peronismo las barriadas más pobres, pero lo hace con una política y un método opuestos. Allí donde el puntero quiere la sumisión al poder, el movimiento piquetero organiza para que sean protagonistas los propios trabajadores y vecinos. El movimiento piquetero defiende el debate y la organización democrática de la población, porque solo así los trabajadores pueden ser protagonistas de su propio destino.

Las posibilidades de un movimiento guiado por la independencia política de los trabajadores se expresan en la gran campaña por el paro nacional y el plan de lucha que pusieron en la calle y en la agenda política el Polo Obrero y nuestro partido, acompañados por la Unidad Piquetera y el Plenario del Sindicalismo Combativo.

También lo podemos ver en marcha en el movimiento sindical, con el surgimiento de luchadores clasistas que han conquistado sindicatos, como es el caso de los compañeros del neumático con el Sutna, que están a la cabeza de una gran lucha salarial, o como sucede también con los docentes de AGD-UBA, Ademys, Aten Neuquén, los Sutebas Combativos, la Unión Ferroviaria Oeste o en seccionales y fábricas. La lucha obrera desafía a la burocracia sindical integrada al Estado y plantea una reorganización integral del movimiento obrero sobre nuevas bases políticas.

También está en marcha en diferentes movimientos populares que luchan consecuentemente en el movimiento de la mujer, de la juventud, del ambiente y de la cultura.

La creación de un movimiento popular con banderas socialistas necesita de la unidad de trabajadores ocupados y desocupados, y de la participación activa de todos los sectores populares que luchen contra el saqueo capitalista en curso.

Llamamos al Frente de Izquierda-Unidad, que integramos desde su creación en el año 2011, a sumarse a esta tarea, impulsando la lucha del movimiento piquetero, la acción del sindicalismo combativo y de clase, las iniciativas de lucha independiente de las mujeres, la juventud y todos los sectores populares.

Con esos objetivos, organicemos asambleas para debatir esta perspectiva y tomar las iniciativas que extiendan de manera masiva la influencia del movimiento político obrero y socialista.

La participación electoral e incluso en los parlamentos debe estar subordinada al impulso de la movilización popular y a la construcción de una salida política de los trabajadores. La historia enseña que todas las grandes gestas se dieron en las calles y en abierto desafío a las instituciones del régimen que se enfrentaba.

Esta vez no será la excepción.

PARTIDO OBRERO

19/6/2022

Informe Internacional para el XXVIII Congreso del PO

01/06/2022

En el Informe Internacional elaborado por el Comité Nacional del Partido Obrero para su 27° Congreso Nacional (EDM N° 54, marzo 2020) su título central planteaba: “De la crisis mundial a las guerras y rebeliones”.

La guerra entre Rusia y Ucrania que hoy domina el escenario mundial concentra las contradicciones explosivas que se vienen acumulando y que se abren paso cada vez en forma más cruenta y convulsiva. Si bien ya en las últimas décadas hemos atravesado por conflictos bélicos, la guerra en curso no es una simple repetición de las anteriores como Iraq, Yemen Libia o Mali. En estos casos asistimos a guerras que han tenido lugar en la periferia del planeta y alguno de cuyos actores principales son potencias o países de segundo orden. Podemos hablar, en muchos casos, de guerras de procuración, en la que las grandes potencias operaban y hacían valer sus intereses a partir de terceros países. El teatro de operaciones esta vez, en cambio, es la propia Europa, uno de los corazones del capitalismo; y los contendientes centrales son en forma directa Rusia y la Otan. Zelenski actúa como un peón y correa de transmisión de la Otan. De modo tal que estamos ante un salto cualitativo en la situación internacional. De una sucesión de guerras regionales, locales que, por supuesto, tenían un alcance internacional, hemos pasado a un enfrentamiento directo, aunque por ahora solo en territorio. Pero el carácter del enfrentamiento abre las puertas a una tercera conflagración mundial.

Esta nueva guerra es inseparable del desarrollo de la bancarrota capitalista. Recordemos que las dos anteriores guerras mundiales estuvieron precedidas por depresiones mundiales acompañadas por grandes tensiones y conflictos económicos y políticos de alcance internacional, que terminaron dirimiéndose con el uso de la fuerza. En la actualidad, la bancarrota capitalista está tomando la forma de un escenario de recesión con inflación. La economía mundial carga con las consecuencias de la crisis financiera de 2008 que no ha logrado revertir que empalmó el estallido de la pandemia que está lejos de haberse cerrado. El freno de la actividad económica se combina ahora con una explosión inflacionaria, que se ha acelerado a una velocidad sorprendente a partir del estallido de la guerra y que está provocando una catástrofe alimentaria a escala planetaria.

La crisis capitalista mundial que enfrentamos es una expresión del agotamiento y decadencia histórica del capital. Estados Unidos, en su condición de primera potencia, concentra en su interior, como ninguna otra, estas tendencias y se constata en su declive económico y su retroceso en su papel hegemónico. La guerra actual se inscribe en la tentativa del capital internacional y en particular de EE.UU. por superar este impasse. La vía para ello es avanzar en la colonización de Rusia y China bajo su tutela y control y usufructuar, para su provecho, el proceso de restauración capitalista. El conflicto bélico pone de manifiesto que el impasse histórico del capital no tiene vía de salida por medios económicos y políticos tradicionales. La integración de las execonomías estatizadas a la economía capitalista no puede ser completada por medios pacíficos.

Al mismo tiempo, la guerra es una tentativa por parte de Washington por recuperar su liderazgo en retroceso en Occidente. Pero más allá del entusiasmo que se vive en la Casa Blanca frente a lo que se consigna como una resurrección de la Otan y la hegemonía norteamericana, la situación está lejos de un retorno al status quo anterior. La guerra actual no anula las profundas rivalidades interimperialistas. La bancarrota capitalista ha puesto en crisis la globalización del capital y ha producido un repliegue nacional, entendido como instrumento de guerras comerciales, fiscales, financieras y monetarias. La crisis capitalista le ha recordado a los países imperialistas que su primera obligación es rescatar de la quiebra a los capitales de sus propios países. Esto se manifiesta en una quiebra de las relaciones internacionales de conjunto. De modo tal, que el alineamiento actual de Occidente con Washington de ningún modo clausura las tensiones y enfrentamientos que están llamados a profundizarse. Por un lado, la Casa Blanca no se priva de meter una cuña mayor en Europa y avanzar en su penetración económica en detrimento y a expensas de las potencias del viejo continente, lo cual provoca recelos y choques con la burguesía de dichas naciones. Por otro lado, la colonización del ex espacio soviético y, más allá de ello, de China, es un terreno de disputas por quién lidera y saca más provecho de la transición de esas economías hacia la restauración completa del capitalismo. La escalada bélica actúa como un factor de presión para debilitar las trabas reinantes a una colonización del espacio de los ex Estados obreros y crear las condiciones para una alteración de un su régimen político o un desmembramiento, como ocurrió con Yugoslavia, y representa un escalón superior en que se desarrollan y se dirimen las disputas interimperialistas.

Las burocracias dirigentes china y rusa alientan y promueven la restauración capitalista, pero pretenden ser el vehículo principal de ella y no que sea implementado en forma unilateral y en detrimento suyo por el imperialismo. La reacción del Kremlin contra la escalada imperialista y el cerco militar tendido en sus fronteras apunta a defender su lugar en este proceso. Putin concibe al este ucraniano como una pieza de ajedrez geopolítica y prenda de negociación con Occidente, no como parte de un combate de los pueblos del mundo contra el imperialismo. Están a la vista las atrocidades que viene llevando adelante el ejército ruso, que tiene como antecedentes otros ataques despiadados, como la carnicería contra el pueblo checheno o, más recientemente, su intervención contra la rebelión en Kazajistán. La invasión militar pretende someter a Ucrania en función de los intereses y apetitos de su propia camarilla y la nueva burguesía oligárquica restauracionista rusa, en su pulseada con Occidente.

El escenario actual, más aún si se prolonga la guerra, abre el peligro de un dislocamiento de la economía mundial y eso incluye el sistema financiero internacional. La guerra de Ucrania que abre las puertas de una confrontación bélica mundial es un síntoma inconfundible de putrefacción del régimen social capitalista. Ninguno de los actores plantea llegar al extremo de un enfrentamiento bélico mundial en forma inmediata, pero la lógica de la escalada a la que estamos asistiendo nos conduce en esa dirección. La catástrofe ya la tenemos ante nuestros ojos. En lugar de la expansión de las fuerzas productivas, que ha sido históricamente el motor del progreso de la humanidad a lo largo de su existencia, se abre paso, en una dimensión sin precedentes, un crecimiento de fuerzas destructivas y el peligro de la destrucción del planeta y la extinción de la humanidad. El catastrofismo del que viene siendo históricamente acusado y estigmatizado el Partido Obrero se revela como la única visión realista del presente.

Por lo pronto, ya tenemos en desarrollo una nueva catástrofe humanitaria. Por los millones de evacuados, por las miles de víctimas y heridos que se registran en Ucrania, pero también por la nuevas penurias que están sufriendo los pueblos del mundo entero a partir de los estragos que está provocando esta carestía imparable. En particular, la suba de alimentos ha potenciado con una velocidad increíble el hambre en el mundo, que azota a los países emergentes de África, Asia y América Latina. El FMI en un reciente informe alerta sobre la perspectiva y el peligro de estallidos sociales. Es necesario tener presente que, así como la crisis capitalista genera las guerras, simultáneamente, es el caldo de cultivo y el laboratorio de la rebelión de los pueblos y la revolución social.

La irrupción de la guerra en esta escala no anula sino que brinda un nuevo escenario a los alineamientos y crisis de las formaciones políticas que gobiernan desde la Segunda Guerra, en general en completa disgregación. De esa disgregación han surgido fuerzas por derecha y por izquierda. Por un lado, los Le Penn, los Trump, los Bolsonaro, los Salvini, los Vox, los Orban, como aquí los Milei. Se trata de una tendencia a la polarización política que expresa en el plano político la tendencia al choque violento entre las clases, en este caso bajo la forma de experiencias autoritarias que den paso a Estados represivos reforzados –y a su turno a grupos paraestatales- para descargar la crisis sobre las masas. Por el otro, la emergencia de nuevas corrientes colocadas en la centroizquierda y/o en el nacionalismo burgués (Perú, Chile), que se abren paso como dique de contención o preventivos de rebeliones populares. El caso francés es hoy mismo un laboratorio para los revolucionarios, puesto que vuelven las tendencias al frente de colaboración de clases en función de la “lucha antifascista”, como ha sido el voto de los Insumisos (Mélenchon) a Macron y ahora la alianza de ellos con el viejo PS y el PC francés y los verdes, fuerzas probadas en la administración del Estado imperialista galo. Otro tanto se plantea en el debate para enfrentar a Bolsonaro en Brasil.

Este escenario replantea la discusión sobre la estrategia, el programa y los métodos para enfrentar esta catástrofe y dar paso a una salida superadora y favorable desde el lado de los explotados. Esto aumenta los desafíos de la izquierda que se reclama revolucionaria, que debe actuar en un marco de una aguda crisis de dirección de los trabajadores. Mientras la bancarrota capitalista tiende a agravarse, la línea dominante en la izquierda y en las direcciones obreras es acentuar sus compromisos y sometimiento al orden social vigente. Esto ha vuelto a ponerse de relieve con motivo del presente conflicto, en que el llamado progresismo mundial ha terminado alineado de un modo general en el campo de la Otan. La condena de la invasión militar rusa, sin embargo, no puede hacer perder de vista ni encubrir el rol estratégico de las grandes potencias occidentales en su calidad de instigadores y responsables primordiales de este conflicto. Una franja minoritaria del arco de la izquierda, a su turno, ha salido a apoyar al régimen ruso contra las planes expansionistas y guerreristas de la Otan. Pero ni la Otan es la abanderada de la democracia, la libertad y menos aún la causa nacional; ni Putin es un exponente de la causa antiimperialista. Ambos bandos apuntan a un desguace y sometimiento de Ucrania en función de sus propias apetencias, desconociendo y pisoteando el derecho a la autodeterminación del pueblo ucraniano que es utilizado como carne de cañón del conflicto. Zelensky está utilizando el repudio que provoca en Ucrania la invasión rusa y su política de exterminio para reforzar un alineamiento con EE.UU. y la Unión Europa. Estamos frente a una manipulación política del sentimiento de defensa nacional que anida en el pueblo ucraniano, en un sentido proimperialista.

La llamada izquierda radical, incluida la que se reivindica trotskista, ha terminado acompañando esta onda mayoritaria del progresismo alineada con el campo occidental. La guerra de Ucrania ha puesto a prueba, como no podría ser de otra forma, la consistencia de la izquierda que se reclama revolucionaria que ha terminado sucumbiendo frente a la presión democratizante del imperialismo. Esto no debe sorprender si tenemos presente que la balanza en su militancia cotidiana está inclinada a favor del democratismo y lo que predomina es el electoralismo y parlamentarismo y no una perspectiva revolucionaria.

La guerra ha puesto de manifiesto nuevamente una divisoria de aguas en la izquierda y pone a la orden del día, la discusión sobre la estrategia que debería presidir su accionar. Si va a quedar confinada a actuar meramente como un grupo de presión y de búsqueda de un progreso a la sombra del Estado capitalista o si se erige en un canal para que entre la clase obrera en escena, irrumpa en la crisis y se transforme en alternativa de poder. Se tratan de dos perspectivas enfrentadas que a su vez ponen sobre el tapete otra cuestión clave. La política de adaptación al orden social vigente ha llevado a alentar partidos amplios y alianzas políticas con fronteras de clases difusas. Esto deber ser superado y abrir paso a la construcción de partidos revolucionarios, de combate, militantes, que agrupe a la vanguardia de los trabajadores en torno a la lucha por gobiernos de trabajadores y el socialismo y que en su accionar, vaya entrenando y formando los cuadros capaces de liderar esta tarea, que se inscribe en la lucha estratégica dirigida a la reconstrucción de una internacional revolucionaria, la IV Internacional.

Esta cuestión se pone al rojo vivo en América Latina si consideramos que el proceso de rebeliones populares ha dado paso, sin embargo, a gobiernos de colaboración de clases que a poco de andar se revelan como recursos últimos del sistema y enfrentan a los propios trabajadores y juventudes que les abrieron paso en las calles de Chile, Perú o Bolivia.

Escalada imperialista

Esta guerra ha sido preparada y alimentada, largamente, por el imperialismo yanqui. Desde el golpe reaccionario que desencadenó el proceso de la caída del gobierno de Yanukovich en 2014y más tarde de Poroshenko, instaurando a un gobierno títere del FMI y la UE. Ya de la mano de Poroshenko el imperialismo avanzó en una colonización económica y financiera de Ucrania bajo la bandera de la lucha contra la corrupción de la burguesía “oligárquica” surgida de la vieja burocracia, que se constituyó en receptora de las privatizaciones salvajes que llevó adelante el régimen restauracionista en beneficio del capital extranjero y sectores oligárquicos asociados. Los sucesivos acuerdos de Ucrania con el FMI, que lo ubicaron como el tercer país del planeta más endeudado con el organismo, tuvieron como contrapartida los despidos de decenas de miles de empleados públicos, el aumento de los impuestos al consumo, tarifazos en los combustibles y la devaluación de la moneda ucraniana, entre otras cosas. Para destrabar el último envío de fondos, provenientes de un nuevo acuerdo stand by con el Fondo, el gobierno ucraniano, con Zelenski a la cabeza, debió comprometerse a reducir el déficit fiscal en el Presupuesto 2022 y a privatizar los bancos PrivatBank y Oschadbank. Estas políticas terminaron por transformar a Ucrania en el país más pobre de toda Europa.

Junto a la colonización económica y la devastación social, el imperialismo y los gobiernos de Ucrania llevaron adelante una política guerrerista y fascistoide. El golpe contra Yanukovich contó con la organización y movilización de milicias paramilitares, llamadas de autodefensa, reaccionarias. Esas mismas organizaciones paramilitares son las principales promotoras de la integración de Ucrania a la Otan. Kiev violó sistemáticamente los acuerdos de Minsk de 2014 y 2015, que le otorgaban una relativa autonomía a las regiones de Donetsk y Lugansk. Por el contrario, Poroshenko primero y Zelenski después desarrollaron en forma ininterrumpida un asedio a la población del este ucraniano, a través del ejército y fuerzas paramilitares neonazis, como el Batallón Azov que recibió instrucciones militares de países miembros de la Otan. A su vez, el gobierno central avanzó en una “ucranización cultural” eliminando las lenguas no ucranianas -especialmente la rusa, que es utilizada por un 30% de la población, pero también la húngara y rumana- como lenguas oficiales. Entre 2014 y 2021, la política represiva y guerrerista del gobierno ucraniano, especialmente contra la población de las regiones separatistas, se cargó la vida de 15 mil personas. El gobierno de Zelensky ha ilegalizado y proscripto ahora a una docena de partidos opositores y de izquierda.

En todo este período, el gobierno norteamericano ha invertido –en el proceso previo a la guerra misma- 600 millones de dólares anuales en apoyo al gobierno ucraniano, y ha aportado armas y asesoramiento militar. La Otan ha realizado sistemáticamente ejercicios militares en el Báltico y el Mar Negro, que se recalentaron desde fines de 2021.

La implosión de la URSS en lugar de provocar la disolución de la Otan -creada en 1949 con el propósito declarado de defenderse de una eventual invasión soviética sobre Europa occidental- catapultó un proceso de extensión a la misma. Incorporando a los ex Estados obreros que rompiendo con la centralización de la burocracia moscovita y desarrollaron su camino de restauración capitalista. La Otan ha sumado a 30 naciones europeas en un verdadero cerco sobre Rusia, alimentado por bases militares, armas y tropas de los EE.UU. y otros apuntando a una guerra contra Moscú.

Es evidente, en este marco, que el gobierno de Ucrania opera como un peón del imperialismo mundial en el Este europeo. Ha confirmado reiterada y abiertamente su propósito inminente de incorporarse al pacto militarista de la Otan y rechazado todas las propuestas de Rusia para que no dé ese paso.

Pero lo hecho por las potencias de la Otan, luego de que Rusia invadiera Ucrania, termina por confirmar esta caracterización. Esto desmiente las afirmaciones de la IS y la UIT-CI, el MST y la LIS y el PSTU y la LIT-CI que sostienen que “no existe, hasta el momento, una intervención de la Otan ni de fuerzas militares de Estados Unidos” en Ucrania.

Después del inicio de la guerra directa, el Senado yanqui ha autorizado al envío de misiles antitanque Javelin y misiles antiaéreos Stinger, que se suman al nuevo despacho de armamento por valor de 350 millones de dólares que la administración Biden aprobó el mes pasado.

Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea (UE) para la política exterior y de seguridad, anunció en una reunión plenaria realizada en Versalles que se duplicará a 1.000 millones de euros la “contribución” “en forma de material militar” del imperialismo europeo al gobierno de Ucrania. Simultáneamente, se ha dispuesto pasar de 40.000 a 100.000 el número de contingentes de la Otan que serán estratégicamente distribuidos a lo largo de las fronteras del este europeo con Rusia.

Biden acaba de hacer aprobar en el parlamento norteamericano un presupuesto de 33 mil millones de dólares extra de “ayuda” a Ucrania. Y también ha resucitado la ley de “arriendo” que utilizó en 1941 para vender a crédito armamento a los aliados en la Segunda Guerra Mundial contra Hitler. Lo cual constituye al mismo tiempo un fabuloso negocio para la industria armamentística yanqui. A esto se suma, fundamental, la batería de sanciones económicas tomada por el imperialismo contra Rusia.

Los países miembros de la Otan eliminaron a los bancos rusos del sistema Swift, congelaron los activos del Banco Central de Rusia, se apropiaron de depósitos rusos en el exterior, pretenden congelar también los activos de todos los principales bancos rusos y excluirlos del sistema financiero del Reino Unido. Establecieron fortísimas restricciones a las exportaciones/importaciones a y desde Rusia. EE.UU. y Canadá ya han bloqueado las exportaciones de petróleo y gas desde Rusia a otros países y Gran Bretaña prometió ponerlo en práctica antes de fin de año. Países de la UE como Alemania o Francia no pueden adoptar esta medida por completo, porque dependen de esta importación de hidrocarburos para mantener en marcha sus economías. Pero los yanquis que ya han impuesto la cancelación de la habilitación del costosísimo gasoducto Nord Stream 2 –completamente terminado- que traslada gas de Rusia a Alemania han anunciado planes para armar un esquema alternativo para que llegue petróleo y gas a Europa, beneficiando seguramente a sus monopolios. También buscan que la UE al sumarse al boicot pierda independencia y pase a depender energéticamente del imperialismo yanqui. La UE anunció la prohibición general de los vuelos rusos, etc. Solo por estas medidas económicas se consideraría que se ha declarado la guerra contra Rusia.

Por otra parte, el estado de guerra contra Rusia que ha impuesto la Otan ha sido el puntapié del relanzamiento general de una política armamentista. Todos los gobiernos capitalistas han votado presupuestos con fuertes aumentos en el gasto militar. El gobierno alemán ha puesto fin a la doctrina que prohibía el envío de armas a países en conflicto y aumentó su presupuesto militar en ¡100 mil millones de euros!

Esto ha sido acompañado por una política general imperialista en materia de censura de informaciones desde Rusia, de persecución a quienes abogan contra el militarismo, llegando a imponer una rusofobia en materia cultural (proscripción de artistas, deportistas, científicos, etc. de esa nacionalidad). Es una política de censura política y cultural (Rusia ha sido proscripta del Mundial de Futbol, etc.) tendiente a alinear a la opinión pública mundial en forma incondicional con una posición bélica, justificadora eventual de ataques imperialistas directos. Se trata efectivamente de la reacción en toda la línea.

Sobre el “imperialismo ruso”

La responsabilidad principal de la guerra está a cargo del imperialismo que viene preparando hace largo tiempo este conflicto bélico. Esto no implica que Rusia esté en el lado “progresista” de la barricada. El ejército ruso no encarna una fuerza liberadora, sino es un vehículo de las apetencias de la oligarquía y la élite dirigente de Moscú apuntando a sojuzgar Ucrania en su provecho, reproduciendo los métodos de opresión nacional que viene desarrollando en las naciones que han quedado bajo su control y órbita de influencia. El régimen hoy liderado por Putin representa la contrarrevolución directa contra las conquistas de la revolución; es guardián de una superexplotación de los trabajadores donde los contrastes y desigualdades sociales están entre los más altos del planeta; es un eslabón de la cadena de dominación mundial del capital. El nacionalismo ruso, restauracionista, es reaccionario.

Partiendo de estas evidencias, muchas corrientes de izquierda caracterizan que Rusia es una potencia imperialista. Pero estas evidencias no nos pueden hacer perder de vista que Rusia ha quedado relegada como una potencia de segundo orden en el concierto mundial. En la jerarquía del capitalismo global, la hegemonía y el lugar protagónico le corresponde indiscutidamente a las principales metrópolis capitalistas, empezando por EE.UU.

Otras corrientes de la izquierda afirman que Rusia es una semicolonia que está resistiendo el avance imperialista de la Otan, justificando así el “ataque preventivo” de Putin contra Ucrania. La pretensión de equiparar a Rusia como una simple semicolonia del imperialismo mundial es errónea. Rusia se ha forjado como la segunda potencia militar del mundo (particularmente por la herencia del arsenal atómico recibida de la disolución de la URSS), solo atrás de Estados Unidos, y ha consolidado su esfera de influencia en varias de las antiguas repúblicas soviéticas, donde marca la agenda política en función de sus intereses. Rusia lidera la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que integra junto a Bielorrusia, Kazajistán, Armenia, Kirguistán y Tayikistán. El gobierno de Putin actuó para sofocar y reprimir las rebeliones populares en Bielorrusia y Kazajistán, en 2020 y 2021, respectivamente. Más atrás, jugó un papel decisivo en el sostenimiento del régimen de Bashar al-Assad en la guerra Siria, en colaboración estrecha con los regímenes iraní y chino. A su vez, Rusia ha firmado, en los últimos años, numerosísimos acuerdos de colaboración militar con países africanos. Y, al mismo tiempo, ejerce una influencia en algunos países latinoamericanos, como lo demuestra la estrechez política y comercial con los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Pero Rusia tampoco puede ser caracterizada como una potencia imperialista en el sentido marxista del término. Con la disolución del Estado obrero y la restauración capitalista, se ha venido abajo casi por completo. La industria rusa ha sido fuertemente destruida. Se ha transformado básicamente en un país rentista cuyos ingresos provienen de la exportación de commodities, especialmente gas y petróleo.

En 1989, inicio de la implosión de la URSS, esta ocupaba el 2° lugar desde el punto de vista del PBI en la economía mundial. Hoy, ocupa el 12°, habiendo retrocedido no solo relativa, sino absolutamente de 2,6 billones de dólares en 1989 a 1,3 billones en el 2020. Mientras que EE.UU. pasó de 5,9 billones a 19 billones, Japón creció de 3,1 billones a 4,4 billones. La Unión Europea está en 12 billones. Rusia está por debajo de Corea y de Brasil. Forma parte del llamado grupo de los países emergentes Bric constituido también por naciones como Brasil, India, Sudáfrica. ¿Ellos también se han transformado en potencias imperialistas?

Rusia entró en un caos y disgregación total con la implosión producida bajo el régimen de Yeltsin, que privatizó en forma salvaje y anárquica la propiedad estatal a favor de una nueva oligarquía burguesa surgida en gran medida de la vieja “nomenklatura” de la burocracia stalinista. Putin, proveniente de los servicios de seguridad estatal, emergió como un golpista, que instituyó un fuerte régimen bonapartista, sustentado en los servicios de seguridad. Se vio, incluso, obligado a reestatizar ciertos sectores económicos para, con mano dura, restablecer equilibrios y frenar el estallido ya no de la URSS disuelta, sino de Rusia. La restauración capitalista fue un desastre para Rusia. A duras penas fue contenida la tendencia a la disgregación nacional para no repetir el camino de Yugoslavia dividida-balcanizada, en el marco de fuertes guerras azuzadas por el imperialismo que, bajo el eufemismo de la “autodeterminación nacional”, impulsó la constitución de republiquetas subordinadas a la Otan y los imperialismos de la UE y EE.UU.

Putin ha proclamado su propósito de restaurar el viejo imperio ruso (de la época del zarismo), basándose en su poderío militar. Se trata de una ilusión reaccionaria. Estaríamos frente al intento de recreación de un imperialismo atrasado, de ocupación militar, hoy superado por la historia. Estos imperialismos antiguos como el imperio otomano no pudieron resistir el embate del imperialismo moderno actual, que es el imperialismo de los monopolios y el capital financiero. Como resultado de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Otomano fue descuartizado por las potencias imperialistas (Francia, Gran Bretaña). Y el imperialismo zarista fue derrocado por la revolución proletaria, que destruyó la Rusia “cárcel de naciones” y puso en práctica realmente el derecho a la autodeterminación nacional. El de Putin es un intento imperialista con débil peso del débil capital financiero ruso y predominancia militar. Pero esta crisis ha servido para evidenciar que el proceso de restauración capitalista en Rusia, si bien destrozó la base de una economía estatal y planificada, no ha permitido desarrollar completamente a una clase burguesa nativa. Estamos, en ese sentido, frente a un proceso de restauración inconcluso.

En Rusia, al igual que en China, el Estado oficia como un gran árbitro que le ha permitido a un puñado de capitalistas selectos, en vínculo estrecho con la burocracia dirigente, un crecimiento extraordinario. Es lo que permite catalogar al régimen de Putin como un régimen bonapartista. Putin, en defensa de los intereses generales de la oligarquía capitalista local, choca con el capital extranjero, que pretende avanzar en una amplia colonización económica y financiera de los negocios que detenta hoy la burguesía rusa. Y, al mismo tiempo, oficia de árbitro de las disputas internas de la clase capitalista y no se priva de recortar los intereses de alguna de sus fracciones e incluso llegar al extremo de desapoderarla, si hiciera falta. Entretanto trata de mantener regimentada a la clase obrera, evitando que prospere una política independiente y socialista.

Putin busca un lugar para insertarse en el imperialismo mundial. En el 75° aniversario de la derrota del hitlerismo, en el 2020, Putin organizó un gran desfile militar en Moscú, mostrando su equipamiento militar, pero con un planteo de búsqueda de un acuerdo con el imperialismo. Haciendo un llamado a las potencias imperialistas a una negociación “para fortalecer la amistad, la confianza entre los pueblos y estamos abiertos al diálogo y la cooperación en los temas más esenciales de la agenda internacional, incluido el tema de la creación de un sistema de seguridad común fiable, que afronte rápidamente las necesidades del mundo cambiante actual”. “Es una respuesta directa al acrecentamiento de las guerras y sanciones comerciales que está imponiendo el gobierno de Trump y a las amenazas guerreristas que se están desarrollando” caracterizábamos (Prensa Obrera, 30/6/2020).

El ataque a Ucrania no fue entonces una acción repentina de Putin, sino largamente planteado por el gobierno bonapartista (pero acelerado por el curso de los acontecimientos). Lo que no quiere decir que no sea aventurero y que los actuales problemas militares (logísticos, etc.) no partan incluso de una baja moral de los soldados rusos llevados a defender los intereses de la camarilla restauracionista. Putin enfrenta la amenaza yanqui-Otan no con una política obrera, socialista e internacionalista, sino como un aspirante a “zar”. Se presenta como lo que es: el más furioso antibolchevique y contrarrevolucionario, con aspiraciones de colocar bajo su égida el futuro de Ucrania y de los pueblos de la ex URSS. Pero su acción militar ha reforzado el nacionalismo ucraniano, no ha logrado apoyo dentro del pueblo de Ucrania, a pesar de los sufrimientos que venía soportando con los ajustes fondomonetaristas. Y dentro de Rusia se calcula en más de 15 mil los presos políticos que se oponen a la “guerra de Putin” y por el respeto a la independencia de Ucrania. Es difícil constatar –por la fuerte censura informativa imperialista y del régimen putiniano- la existencia y envergadura de tendencias obreras independientes o marxistas revolucionarias que estén interviniendo con planteamientos socialistas internacionalistas.

Pero la guerra se ha desenvuelto en sentido contrario al que había manejado Putin. Las fuerzas rusas no consiguen terminar de quebrantar al régimen de Zelensky, que es el que está al frente de la resistencia a la invasión, armado fuertemente por la Otan.

El imperialismo yanqui es el más enemigo de arribar a un rápido tratado de paz. Ha visto en el empantanamiento de las fuerzas rusas, la posibilidad de ir más allá de su propósito de sumar a Ucrania a la Otan y colocar nuevas bases militares apuntando a Moscú. Cree que está dada la oportunidad para provocar una crisis política en el gobierno ruso que destituya a Putin. Una parte de la burguesía oligárquica rusa (y ucraniana) que era la base de sustentación social de Putin está virando hacia un compromiso con los yanquis, apretados por las sanciones que han lesionado sus intereses.

Crisis capitalista y estrategia imperialista

El documento internacional del XXVII Congreso del PO (marzo 2020) planteaba: “más allá de los avatares más inmediatos, el auge belicista responde a una razón de fondo. Por un lado, hunde sus raíces en las rivalidades y tensiones crecientes interimperialistas, potenciadas ahora por la recesión mundial. Por el otro, la tentativa de superar el impasse capitalista sobre la base de avanzar en una colonización de los Estados obreros y completar en su provecho, el proceso de restauración capitalista. El principal destinatario es el ex espacio soviético y el gigante asiático. La hegemonía política, económica y militar en Medio Oriente es parte del cerco tendido contra ambas naciones. Esto en el contexto del rearme general de las potencias capitalistas, en primer lugar, la norteamericana. El armamentismo, lejos de atenuarse, ha crecido sensiblemente”.

A dos años de nuestra caracterización, estas tendencias no solo se han confirmado en la realidad, sino que se están desarrollando aceleradamente. El hiperactivismo yanqui en la guerra de Ucrania tiene como uno de sus objetivos doblegar y disciplinar al imperialismo europeo detrás de su dirección. La perspectiva de Alemania, Francia, Italia y otros integrantes de la UE era transformar al este de Europa y a Rusia en SU patio trasero, estableciendo acuerdos “privilegiados” de inversión en sectores clave. Los yanquis vienen tratando de limitar este desarrollo. El método de aplicar sanciones económicas internacionales a países con los que se enfrenta EE.UU. no solo perjudica, en primer lugar, a estos, sino también a empresas europeas que tienen capitales invertidos en ellos (Irán, etc.). Frente a Rusia, Obama primero y luego Trump hicieron una oposición cerrada a la construcción del largo gasoducto Nord Stream 2 desde Rusia a Alemania (construido con capitales rusos, alemanes, etc.). Biden al ascender al poder anunció que abandonaba esta oposición, pero… ahora la presión yanqui-Otan ha llevado a que, ya terminado el gasoducto, el gobierno alemán -a regañadientes- aceptará no habilitarlo en solidaridad con el boicot contra Rusia. Empresas francesas se niegan a abandonar Rusia (Danone, Total, etc.) donde se han instalado ventajosamente. Un año atrás, el presidente francés, Macron, denunciaba la muerte de la Otan e insinuaba la formación de una Otan europea sin EE.UU. Hoy día, Biden ha conseguido en gran medida alinear al imperialismo europeo detrás de su dirección en la Otan. Pero las tensiones interimperialistas permanecen.

Fundamental a considerar es que la preparación de una guerra colonizadora sobre Rusia y China es política de estado yanqui. Pasan los gobiernos republicanos o demócratas, pero esa orientación estratégica del Pentágono y el Departamento de Estado va avanzando y profundizando. Las dificultades para salir realmente de la crisis económica mundial llevan más que nunca, que aparezca a los ojos de los monopolios y sus gobiernos imperialistas, como una salida la colonización total de los dos grandes conglomerados de China y Rusia. Que desplace a las burguesías oligárquicas surgidas de la restauración con las que han tenido que compartir la propiedad y explotación de sectores claves, para reemplazarla por la dominación directa del imperialismo, por la colonización imperialista.

Más allá de la actual guerra contra Rusia, el objetivo central es, sin embargo, China. Los EE.UU. están constituyendo un Otan del Pacífico. Biden le ha entregado submarinos atómicos a Australia y firmado un acuerdo militar que se extiende a Gran Bretaña, India, Japón y otros países de Asia. Constantemente se plantean provocaciones yanquis en el Mar de China. Y está usando la amenaza de declarar la independencia de Taiwán (parte integrante históricamente de China, reconocida en su momento por EE.UU.) –y rearmándola masivamente- como está usando el “derecho” de Ucrania de incorporarse a la Otan.

La emergencia de la guerra contra Rusia ha modificado parcialmente los pasos guerreristas del imperialismo yanqui. Ahora, está presionando a China para que no apoye a Rusia y se pliegue al sistema de sanciones imperialistas contra Rusia. Caso contrario, amenaza de ir incrementando sanciones similares contra China. Si bien la burocracia dirigente China hizo buenas migas con Putin antes de la invasión, en la actualidad se nota una “solidaridad” restrictiva. No se ha definido contra Rusia (en el Consejo de Seguridad de la ONU se abstuvo), pero reclama el respeto de la integridad territorial y mantiene relaciones con Ucrania con la cual tiene firmados acuerdos económicos en el marco de “la ruta de la seda”.

La burocracia gubernamental china y su burguesía oligárquica surgida del proceso de restauración capitalista, ponen las barbas en remojo, frente a la ofensiva de la Otan sobre Rusia, en lugar de salir a enfrentarla. El viaje de Biden al encuentro en Europa con la Otan pretende, también, sumar a la UE a una política de presión más activa contra China.

El imperialismo yanqui ha venido perdiendo gran parte de su poder hegemónico. El golpe más reciente y profundo fue que tuvo que abandonar, con el rabo entre las patas, Afganistán después de una década de ocupación militar. La guerra comercial con China ha tenido éxitos relativos y también perdidas para los EE.UU.; las grandes revueltas de masas en los propios EE.UU. de fines del gobierno de Trump; las rebeliones latinoamericanas e internacionales contra los ajustes fondomonetaristas; la persistencia del impasse capitalista y su crisis. Son síntomas de este retroceso hegemónico. El propio hecho de que Putin se animara a la invasión de Ucrania tiene que ser incorporado a este deterioro y retroceso de la hegemonía yanqui.

Biden no consigue remontar en las encuestas y ve acercarse una derrota electoral en noviembre próximo. A pesar de los diferentes subsidios otorgados a las masas, el deterioro social es creciente. Parecido a la Argentina, los “planes” no resuelven el empobrecimiento estructural de amplios sectores de las masas, en que han entrado los EE.UU. La derecha de Trump mantiene un fuerte peso electoral y actúa rearmando sus posiciones (incluso en el ámbito internacional: foto con Macri, etc.).

Pero la instrumentación de la guerra de Ucrania es, también, un intento de Biden de retomar una iniciativa estratégica. Ha logrado unificar al conjunto de las potencias imperialistas europeas detrás de la política de confrontación de la Otan propugnada por los EE.UU. Ha sumado a naciones que se declaraban “neutrales” como Suecia y Finlandia, que están estudiando también el ingreso a la Otan. Ha ganado a la mayoría de la “opinión pública” europea mundial detrás de su política guerrerista de “defensa de la soberanía de Ucrania” contra el imperialismo ruso. Esto ha sido posible también por el carácter reaccionario de la política de Putin.

Nuestro planteo es rotundo y militante: “Guerra a la guerra”. Fuera la Otan de Ucrania y de toda Europa del este. Disolución de los grupos paramilitares fascistoides de Ucrania. Disolución de la Otan. Repudiamos la invasión de Putin. Cese inmediato de los bombardeos. Retiro de las tropas rusas. Por una Ucrania independiente, única y socialista, única forma posible de su autodeterminación. Libertad a los presos políticos rusos por oponerse a la guerra. Derecho a manifestación y organización política independiente de los trabajadores en Rusia y Ucrania. Llamamos a oponer a la guerra fratricida que promueve la Otan y Moscú, la unidad, solidaridad y confraternización de los pueblos ruso y ucraniano para frenar la carnicería de la guerra y acabar con sus responsables y agentes locales. Es necesario impulsar esta predica en toda la región yen todos sus ámbitos, incluido los campos de batalla. Por gobiernos obreros en Ucrania y Rusia. Por la unidad internacionalista de las clases obreras en toda Europa. El principal enemigo es el imperialismo y los regímenes reaccionarios que nos gobiernan en cada país. Por la unidad socialista de Europa, incluyendo a Rusia.

Las bases de las guerras imperialistas

El estallido de la guerra en Ucrania evidencia la falacia de quienes decían que con la restauración capitalista se ahuyentaba definitivamente la guerra fría y la posibilidad de una guerra caliente entre los ex estados obreros y el imperialismo. O de los que propagandeaban que la globalización imperialista, terminaría definitivamente con las guerras de todo tipo, porque la economía mundial estaría integrada y sería interdependiente. Este planteo presupone que una especie de “gobierno mundial” de los monopolios, un ultraimperialismo, podría armonizar el desarrollo económico-social y evitar los conflictos y guerras. Pero esto es una utopía y un arma de propaganda de los planes imperialistas. La época del imperialismo no elimina la competencia entre capitalistas, sino que la concentra, la eleva y la hace mucho más peligrosa, porque la transforma en competencia entre monopolios con Estados y ejércitos nunca antes vistos en la historia de la humanidad. Ahí están como demostración las dos guerras mundiales del siglo XX, expresión de la disputa interimperialista por el reparto del mundo. Y las guerras imperialistas contra las semicolonias que muchas veces terminan siendo guerras por procuración donde, aunque no en forma directa, terminan enfrentándose diversos monopolios apoyados por diferentes potencias imperialistas (Libia: donde el ENI italiano y la Total francesa, ambos con una serie de aliados capitalistas, apoyan a distintos gobiernos por el control del petróleo; etc.).

La base está en la crisis capitalista mundial que ha agotado las posibilidades de desarrollo progresivo del sistema capitalista. Se trata de una crisis de sobreproducción capitalista, donde “sobran” las mercancías, los capitales, la mano de obra y de la verificación de las dificultades de valorización del capital, que se ve acuciado por la tendencia a la caída de la tasa de ganancia.

La crisis financiera del 2008 fue un salto en calidad en el proceso de agotamiento del sistema capitalista. Fue comparada con la de 1929 que originó la “gran depresión” de la cual el capitalismo solo pudo “salir” con la Segunda Guerra Mundial.

La guerra es parte inevitable del proceso de agotamiento histórico del capitalismo y de la tendencia a su descomposición y estallido.

China y restauración capitalista

La restauración capitalista no abrió una ruta de progreso y desarrollo ni para los ex Estados obreros de Europa Oriental, ni para Rusia. Los primeros se han transformado en colonias del FMI y la Otan y han sido arrastrados a acompañar la política belicista del imperialismo contra Rusia.

Pero, algunos analistas, particularmente en la izquierda, plantean que China no solo ha logrado superar el atraso nacional (que el Estado obrero burocratizado no pudo resolver), sino que se ha transformado en una potencia imperialista, que está luchando por superar a los EE.UU. en la hegemonía mundial. Sucede que China ha tenido un extraordinario desarrollo, particularmente en los últimos 20 años, que la ha llevado a contar con una participación en el PBI global del 7,9% en 2001 al 19,2% en 2019, ubicándose solo por detrás de EE.UU. No solo eso, sino que ha incursionado en el desarrollo tecnológico y en otras áreas, lo que ha motivado un mayor enfrentamiento y choques con los EE.UU.

Pero una comprensión del lugar que ocupa China en el terreno internacional no puede limitarse a una mirada superficial o impresionista y debe ahondar en un análisis concreto. La afirmación, por ejemplo, de que China ocupa el primer lugar en el comercio exterior no informa que más del 80% de este es obra de empresas privadas y que más del 70% corresponde a las corporaciones transnacionales. Que a su vez los grandes destinos de exportación están dirigidos a los EE.UU., Japón, Corea, entre otros. Es decir, que en muchísimos casos se trata de un intercambio de una misma empresa imperialista radicada en China, con su casa (o país) central instalado en la metrópoli. Empresas imperialistas radicadas en China para explotar la mano de obra asalariada muy barata allí existente (cosa que ha ido disminuyendo por mejoras salariales y que está derivando en nuevas deslocalizaciones del capital hacia países más baratos salarialmente: Vietnam, etc.) y acrecentar la valorización de sus capitales. Y usarla incluso, para chantajear e imponer reducciones de salarios y conquistas a los trabajadores de las metrópolis. Lo mismo frente a la característica esencial del imperialismo de exportación de capitales. La inversión imperialista directa en China era en el primer semestre del 2021 de alrededor de 900 mil millones de dólares (acercándose al ¡billón! de dólares) y hacia sectores productivos claves. En cambio las exportaciones de capital de China están dirigidas generalmente a la financiación de obras públicas (en el marco del plan de “la ruta de la seda”) y/o en algunos sectores de materias primas (exportación de granos, etc.)

La publicitada creciente superioridad tecnológica de China se está viendo abruptamente frenada por las medidas de control y guerra económica desarrolladas por EE.UU. La norteamericana Apple es, en la actualidad, el principal vendedor de aparatos de telefonía inteligente y móvil del mercado chino, por encima de Huawei, la empresa estandarte de la República Popular. Las exportaciones desde EE.UU. se elevaron hasta superar los 50 millones de unidades, dejando atrás a Huawei en casi 10 millones.

Debido a la persecución comercial de Trump, Huawei redujo en más de 30% su presencia en el mercado mundial. El mayor instrumento de dominio que tiene EE.UU. sobre Huawei es el control absolutamente hegemónico que ejerce sobre el mercado global de semiconductores (“chips”), que son el insumo esencial para la fabricación de equipos de smartphones en la economía global.

EE.UU. prohibió a Huawei el acceso a los “chips” de patente norteamericana en cualquier lugar del mundo, medida que ha demostrado ser notablemente eficaz, evidenciando de paso que esta empresa era en sectores claves una armaduría. Huawei ha enfrentado esta ofensiva concentrándose en los segmentos de menor valor agregado y precios inferiores.

Mientras Huawei es perseguida en todo el mundo por el imperialismo norteamericano, Apple se instala plenamente en China. Apple ha adquirido un virtual monopolio en el mercado de equipos medios y finales de smartphones en el mundo, que son los más redituables.

Por supuesto que no es el único caso.

Tesla, el principal fabricante yanqui de automóviles eléctricos, vendió en el mercado chino casi 500 mil coches construidos en su planta instalada en Shangai, en el último quinquenio. Esta gran fábrica se ha convertido en el principal centro exportador de Tesla al mundo. Tesla es en China una empresa 100% de capital norteamericano y actúa con total autonomía y en igualdad de condiciones que las otras empresas de China. El mercado chino de automotores se ha abierto por completo a la competencia y al capital extranjero en los últimos tres años, con un auge fenomenal de la presencia de compañías alemanas, japonesas, y estadounidenses.

“Las multinacionales extranjeras están redoblando sus inversiones en China, estableciendo miles de nuevas empresas y ampliando las existentes. A pesar de las tensiones económicas y financieras y de una serie de restricciones extranjeras a la transferencia de tecnología a China, este país sigue atrayendo cantidades récord tanto de inversión extranjera directa como de flujos de inversión de cartera en acciones chinas cotizadas en bolsa y bonos del Estado chinos…” (Estudio del Banco Santander basado en un Informe del Ministerio de Comercio de China, noviembre de 2021). Para The Economist del 5 de septiembre de 2020, “China está creando oportunidades [que el capital extranjero no esperaba, al menos no tan rápido]”. La magnitud de las entradas de capital de Estados Unidos en China es difícil de estimar porque “muchas empresas chinas que emiten acciones tienen filiales en paraísos fiscales extraterritoriales”. Según un informe de Investment Monitor del 13 de julio de 2021, China tiene más filiales en las Islas Caimán que cualquier otro país “después de Estados Unidos, Reino Unido y Taiwán”.

Como potencia militar, China está lejos de EE.UU. El presupuesto militar yanqui es de 770 mil millones de dólares. El de China: 250 mil millones. Las ojivas nucleares norteamericanas son 3.750, las chinas 272. Los chinos tienen 2 portaviones, los yanquis 11, etc. Respecto a las bases militares, los yanquis tienen unas 260 alrededor de todo el mundo (4 en España, 6 en Japón, etc.), mientas que los chinos tienen unas 4 (una de ellas no armada, declarada como estación de seguimiento-radar de satélites espaciales, en Neuquén). En términos geopolíticos, pese a los avances económicos, no ha logrado una hegemonía en su propia zona directa de influencia asiática. Más aún, asistimos a una escalada imperialista de alianzas militares regionales contra Pekín, que agrupa a potencias de la zona, por un lado y a un impulso renovado, acicateado por Washington, del separatismo de Taiwán, por el otro.

Desde el punto de vista teórico y proyectando estadísticas, China se podría convertir en una potencia imperialista. Eso hacía la burocracia del Estado obrero soviético degenerado en épocas de Stalin y Kruschev, proyectando en cuánto tiempo podría superar el nivel de las fuerzas productivas imperialistas y entonces declarar el triunfo del socialismo. No olvidemos que la URSS era también segunda potencia mundial y primera en una serie de sectores (aeroespacial, etc.). El maoísmo la caracterizó entonces como el “socialimperialismo ruso”.

Pero no se pueden tomar las estadísticas en abstracto.

Trotsky explicó que la superación del imperialismo en el plano productivo por parte de un Estado obrero no se podía dar solo por medio de un crecimiento económico. El dominio imperialista del mercado mundial podía golpear fuertemente al Estado obrero aislado con el peso de su productividad superior, con los precios más baratos y la mejor calidad de sus mercancías (y, por supuesto, con el manejo y control financiero mundial). La “globalización” imperialista ha acentuado este dominio como lo acaban de demostrar las sanciones económicas aplicadas a Rusia (exclusión del Swift de intercambio interbancario, etc.).

Esto ya se fue aplicando sobre otros enemigos que el imperialismo yanqui quería someter. Habiéndose obligado a retirarse de Afganistán, el gobierno de Biden incauto más de 7 mil millones de dólares de las reservas monetarias de este país, que él mismo dictaminó debían ser depositados en bancos del exterior bajo control imperialista; y directamente ha confiscado una parte considerable de esos fondos para subvencionar a las víctimas del atentado a las Torres Gemelas, liberando al gobierno de esa carga. Esto está condenando al hambre de amplias masas afganas. Pero la “solidaridad” del gran capital mira para otro lado sobre este genocidio en marcha. La defensa de la autodeterminación nacional ha sido archivada para Afganistán.

En el plano de las finanzas internacionales, la distancia que separa a China de las naciones más avanzadas es sideral. El reimibi apenas representa un 2 por ciento de los pagos internacionales y un escaso 1 % de las reservas de los bancos centrales mundiales. Viene teniendo una tendencia declinante. A pesar del declive de EE.UU., el 75 % de las transacciones se sigue realizado en dólares. Se trata de una contradicción cuya superación plantea una reestructuración del sistema financiero que no puede ser indoloro.

La expansión de China a través de las rutas de la seda, a su turno, no nos puede hacer perder de vista que el 80 % del comercio se realiza por vía marítima. Si bien Pekín ha hecho progresos en ese rubro, la supremacía de las principales metrópolis sigue siendo considerable.

El dominio del mercado mundial por el imperialismo plantea la guerra o la revolución, no una evolución pacífica de la acumulación económica. La guerra de Ucrania permite constatar esto con certeza. Un estudio publicado en el diario Clarín, antes que se iniciara el conflicto armado, señalaba que Rusia estaba en su mejor momento económico: llena de reservas muy superiores a su deuda externa, altos precios de sus materias primas exportables (hidrocarburos, granos, metales, etc.) que garantizaban para el próximo período un flujo constante superavitario de divisas, etc. Pero las sanciones que tomaron los diversos imperialismos siguiendo la orden de los yanquis contra Rusia redujeron de un plumazo sus grandes reservas de divisas a la mitad, bloquearon sus exportaciones, decretaron una estampida de capitales.

En el análisis, no puede estar ausente el creciente intervencionismo estatal en China. El gobierno de Xi Jing Ping dio a conocer regulaciones para erradicar prácticas monopólicas que apuntan fundamentalmente a reducir la influencia de las corporaciones como Alibaba, Tencent y otras empresas tecnológicas líderes. Estos anuncios empalman con un renovado impulso a la injerencia partidaria en el mundo empresario, que se extiende también al universo de empresas privadas en las que la presencia del PCCh era reducida comparada con las estatales.

El panorama aquí descripto corrobora que la burguesía todavía no ha logrado consolidarse como clase dirigente. Sigue oficiando de segundo violín en un escenario en que el Estado chino sigue concentrando las principales decisiones del país. El proceso de reconversión capitalista es extremadamente desigual y aún está en pañales en el campo donde predominan relaciones sociales y de propiedad preexistentes. Todos estos hechos dan cuenta del carácter inconcluso de la restauración capitalista

A la hora de caracterizar si China es un país imperialista no se puede hacer una abstracción del hecho que las potencias imperialistas adquirieron esa condición en una etapa de ascenso del capitalismo. China, en cambio, inicia este proceso a partir de una economía estatizada donde el capital fue expropiado y en el marco de una decadencia histórica capitalista. En este contexto, la restauración capitalista está llamada a ser peculiar; de ninguna manera va ser una réplica de la experiencia del pasado. El contexto internacional, en el marco de un mercado saturado y con sobreabundancia de capitales, condiciona la emergencia de una nueva potencia y menos aún de carácter hegemónico, lo cual supone una restructuración total, generalizada y violenta de todo el sistema capitalista que no puede equipararse con los casos previos en que el liderazgo pasó de manos de Holanda a Gran Bretaña y luego a los Estados Unidos En resumen, teóricamente no se puede descartar una transformación de China en un país imperialista pero la misma no podrá ser indolora sino convulsiva, con confrontaciones no solo en el plano económico sino bélico. Un escenario de guerra internacional abre un terreno para que pueda colarse e irrumpir la clase obrera china y mundial. La suerte de China, en definitiva, está condicionada por la lucha de clases al interior del gigante asiático y a escala global.

Quienes proclaman que China es imperialista dan por resuelto estos escollos y contradicciones. En realidad, sin advertirlo, terminan adjudicándole una capacidad al capitalismo de regeneración y superación de su impasse cuando es, precisamente, lo que no ha logrado resolver. Si China lograra completar su desarrollo capitalista y transformarse en un país imperialista en forma relativamente pacífica, el capitalismo, a su modo, habría logrado remover las trabas con que tropieza al proceso de acumulación capitalista y que actúan como un freno al desarrollo de las fuerzas productivas. La emergencia de China como sustituto de EE.UU. expresaría la vitalidad de un régimen social y no su decadencia. El gigante asiático sería el ancla para un nuevo florecimiento del capitalismo. Esta premisa económica, sin embargo, no se compadece con la realidad capitalista que enfrentamos.

El capital internacional tuvo inicialmente al Estado chino como un aliado para integrar al gigante asiático al proceso mundial de acumulación capitalista; lo mismo puede decirse de la burguesía nativa china que creció a la sombra y bajo la protección de la elite dirigente del PCCh. Pero con el tiempo se ha ido transformando en un escollo para ambos sectores. El imperialismo, por un lado, y la burguesía nacional, por el otro, cuyas aspiraciones, intereses y apetitos no son siempre coincidentes -y resulta en muchos casos antagónicos-, vienen pugnando por llevar a la práctica las reformas que pongan fin a las regulaciones y proteccionismo estatal aún vigente y, por esa vía, acelerar la restauración capitalista. Uno de los aspectos es afianzar la seguridad jurídica en materia de derechos de propiedad que está sometido en muchos casos a la discrecionalidad del gobierno chino.

“El dinamismo (económico) convive aún con los tentáculos de un Partido Comunista que lo abarca casi todo. China tiene unas 150.000 empresas estatales. Es una cantidad ínfima en comparación con el total de compañías que existen en el país, pero su poder es abrumador. Actúan en un régimen de casi monopolio en industrias clave, de las telecomunicaciones a la energía, y pese a ser menos eficientes y productivas nadie puede competir contra ellas por la protección del Partido” (El País, 8/1/20).

Las tensiones Estado-capital privado dominan la vida económica y política del país. Esta situación es reforzada por el hecho que la restauración capitalista no se abre paso en un país colonial sino en el marco de un Estado que es un producto residual de una revolución social y que logró preservar la unidad nacional del China. Esta circunstancia le otorga a la elite dirigente del PCCh una margen de maniobra y autonomía incomparablemente mayor que cualquier otro país de la periferia.

El Estado chino no solo está sometido a las presiones del imperialismo y la burguesía nativa sino también potencialmente a la presencia de la numerosa y concentrada clase obrera que viene reclamando por sus derechos contra la superexplotación. El imponente desarrollo capitalista ha ido acompañado de un crecimiento espectacular de la clase obrera. Esta circunstancia condiciona todos los pases de la burocracia, que oscila entre adaptarse a las exigencias de una mayor apertura económica, por un lado, o recurrir al intervencionismo estatal para evitar un descalabro económico y que la situación social se desmadre, por el otro. La presión del capital a favor de una liberalización choca con el temor fundado que provoca la posibilidad de que un clima de una mayor relajación de la rígida regimentación que reina en la vida política del país sea el disparador de una irrupción del proletariado chino. La conflictividad sindical, por más que se la oculte, es creciente.

Los factores que señalamos vuelven a reafirmar la caracterización de Trotsky que la restauración capitalista no se podrá terminar de consumar sin grandes convulsiones sociales y guerras. La represión de Tiananmén ayudó a consolidar al gobierno bonapartista, pero no cerró el doloroso proceso restauracionista.

La capacidad de arbitraje del régimen bonapartista de XiJin Ping quien ha pasado concentrar en sus manos un poder excepcional va ser puesta a prueba. Ingresamos en una nueva etapa convulsiva de la historia china, cuyo desenlace estará signado, como ya ocurrió en el pasado, por la lucha de clases nacional e internacional.

Cuál es el momento actual de la crisis económica capitalista

Políticos y economistas burgueses afirman que la pandemia volvió a hundir al mundo capitalista en la recesión, luego de haber salido de la gran crisis del 2008. En realidad, la recesión comenzó a desarrollarse antes del estallido pandémico. La intervención anárquica de las potencias y gobiernos capitalistas en la crisis pandémica profundizó la crisis sanitaria y también la recesión. Ahora vuelve a afirmarse que habiendo superado la pandemia (cosa que no es verdad) definitivamente estamos saliendo vigorosamente de la contracción económica mundial.

Según datos del FMI la recesión iniciada a fines del 2019 y estimulada por la pandemia de Covid desde fines de febrero 2020 produjo una contracción económica mundial del 3,5%. Informes de la ONU señalan que el 2021 terminó, en cambio, con un crecimiento mundial del 5,5%. Pero esto ha sido totalmente desigual para los diferentes países. Un informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) señala que sobre 44 naciones, 17 han crecido pero aún no han logrado retomar el nivel económico prepandemia del 2019.

¿Hay luz al final del túnel de la crisis?

Pronósticos de la ONU hablan de un “estancamiento” de la actividad económica mundial en el 2022. De una desaceleración que empezó a evidenciarse desde fines del propio 2021. Según su estudio –de principios de año- la actividad económica crecería un 4% en el 2022 (menor al crecimiento del 2021) y volvería a bajar a un 3,5% de crecimiento en el 2023. Para América Latina es más preocupante, pasaría de un crecimiento del 6,5% en el 2021 a un 2,2% en el 2022.

No estamos, evidentemente, frente a una reactivación consistente de la economía mundial capitalista, sino frente a un rebote natural de la fuerte contracción del 2020. A esto hay que sumarle las consecuencias que va a generar la guerra de Ucrania, que profundizarán el retroceso.

El freno del repunte económico mundial se combina con una inflación que se ha disparado mundialmente y que no tiene perspectivas de ceder.

La inflación en los EE.UU. en el 2021 fue del 6,8%, el peor dato registrado en los últimos 39 años. Pero el Bank of America informa ahora que este año superará el 7%. Revisa su propio pronóstico de que bajaría respecto al 2021 a un 6,3%. The Economist indica que ya en febrero el índice de los precios al consumidor se coloco en los EE.UU. en el 7,9% de crecimiento interanual.

La misma tendencia se evidencia en la Zona Euro: la inflación subiría al 6%, superando el 4,9% del 2021 (y los pronósticos iniciales para el 2022 que daban 4,4%). Incluso para Japón, una potencia sumergida en la deflación desde hace largo tiempo, la inflación subiría por arriba de un 2% este año. El incremento de los precios de la energía (petróleo, gas, carbón) y de los alimentos venían a la cabeza de esta escalada inflacionaria.

La guerra de Ucrania repercutirá directamente en acelerar el aumento de precios de alimentos y energía, que son los que más repercuten sobre el bolsillo de los trabajadores. El FMI advierte que este “es un golpe duro para la economía mundial y en especial para Latinoamérica”. La inflación en las cinco economías más importantes de este continente (México, Chile, Colombia, Perú, Brasil) superaría el 8%. La Argentina es la “excepción” porque con un 53% de inflación ya se coloca en las puertas de la hiperinflación.

Siendo Rusia uno de los mayores productores mundiales de hidrocarburos, el boicot imperialista a sus exportaciones ya ha llevado el barril de petróleo a superar la barrera de los 100 dólares. El precio del gas se ha más que triplicado en Europa, lo que le está dando un impulso fenomenal a la carestía que golpea al consumidor popular. (En la Argentina también se notará con la importación en los barcos gasíferos con el inicio del frío invernal.) Pero, donde se está generando una verdadera crisis mundial es en torno al problema alimentario. La guerra y el boicot imperialista a las exportaciones rusas (y la imposibilidad de exportar de Ucrania) elevan fuertemente el precio del trigo (y su producto directo: las harinas) y los demás granos alimenticios y/o forrajeros.

Según la FAO (organismo de la ONU para la agricultura y la alimentación) los precios de los alimentos batieron en febrero los récords históricos en 61 años. Subieron más incluso que el anterior récord histórico en febrero 2011. Entonces estos aumentos de los granos y los combustibles y los límites capitalistas de los gobiernos del norte de África que no contaban con los fondos para importarlos, detono una tempestuosa ola de luchas de masas conocida como la Primavera Árabe que volteo gobiernos y desarrollo procesos revolucionarios (Túnez, Egipto, etc.).

Hoy se vislumbran panoramas similares. Egipto está al borde de la masacre social del hambre y del estallido popular. Importador neto de granos alimenticios, a pesar de altos subsidios gubernamentales, los precios que debe pagar el pueblo trabajador han aumentado arriba del 50%. El mismo panorama se dibuja en Túnez, Siria, Argelia y Marruecos.

El levantamiento popular, con gran participación de la clase obrera organizada, en Sri Lanka cuyo gobierno ha declarado el default y no tiene divisas para comprar alimentos, indica una tendencia al caos que irá produciendo la guerra y a la intervención protagónica de las masas.

El responsable ¿es el capital o el trabajo?

Los economistas capitalistas y sus entidades financieras afirman que la causa del alza de los precios viene por el exceso de demanda, por el hecho de que bajo la pandemia una parte de la población trabajadora que tiene ingresos, ahorró estos porque no tenía en qué gastarlos, estando en cuarentena. Ahora habrían inundado el mercado con sus ahorros y como el capital no se preparó se ha provocado esta inflación de precios. La imprevista excesiva demanda sería entonces la causa del aumento de precios.

Pero no es así. La inflación actual no viene por el lado de la demanda sino de la oferta. Ya antes de la pandemia se registraba una caída de la oferta, con el ingreso en la recesión, con su curva descendente en el comercio mundial y la producción. Una de las causas fundamentales de la falta de oferta que hace aumentar los precios, en el inicio de un ligero reanimamiento económico, es lo que llamamos la “huelga de inversiones” de los capitalistas. La causa de esta falta de inversiones capitalistas productivas se encuentra en la crisis de sobreproducción y la caída de la tasa de beneficio del capital. Esto frena la inversión -y por consiguiente el crecimiento económico- cuyo motor de impulso principal es el lucro capitalista.

La escasa perspectiva de un reanimamiento sostenido del crecimiento económico y la sobreabundancia de capitales invertidos que están semiociosos hacen que no sea “rentable” construir nuevas empresas o expandir la capacidad de producción por demandas transitorias y coyunturales. Esta es la causa por la que una gran masa de capitales ociosos se vuelca a la especulación no solo en torno a la recompra de sus propias acciones en la bolsa, aumentando artificialmente sus “ganancias”, sino también con la creación acelerada de nuevos instrumentos financieros (mercados de materias primas a futuro, etc.) que “valorizan” los capitales sin intervenir directamente en el desarrollo de la producción. Las “correcciones” crecientes de caídas catastróficas en los valores de las acciones en las bolsas y luego, en muchos casos, nuevas alzas espectaculares indican el carácter especulativo de las mismas y el peligro de una crisis financiera en toda la línea.

Frente a la falta de “oferta” que ellos provocan por la falta de inversiones, los monopolios prefieren ganar beneficios por aumento de los precios aprovechando la escasez relativa de las mercancías requeridas y la cartelización de importantes ramas de la producción.

Ya antes del inicio de la guerra de Ucrania, los precios de los hidrocarburos subieron aceleradamente. Esto se debe al control oligopólico de los pulpos petroleros que han decidido en la Opep (Organización de Países Exportadores de Petróleo) autolimitar sus cupos de producción para volcar al mercado. En nuestra revista EDM N° 58 publicamos el ejemplo de la caída de las inversiones petroleras de 750 mil millones dólares en el 2014 a un estimado de 350 mil millones para el 2021

La huelga de inversiones reinante en la actualidad es expresión y consecuencia de la crisis de sobreproducción. El capital ha puesto un freno a la producción que no satisface las expectativas de rentabilidad esperadas. Hay ¨demasiados” capitales, “sobran” capitales en relación no a las necesidades sociales sino a las posibilidades de lucro. La declinación de la tasa de ganancia a la que venimos asistiendo (y que ahora se acentúa) actúa como una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas; y está en la base del presente impasse capitalista.

Las crisis de sobreproducción no se deben al subconsumo, o la insuficiencia de la demanda -como plantean keynesianos y neokeynesianos. La superación clásica de las crisis capitalistas de sobreproducción se “resuelve” eliminando el capital “sobrante” y abriendo nuevas oportunidades para las inversiones capitalistas. Sin embargo, paradójicamente, ese mecanismo clásico fue relativamente inhibido y neutralizado a través de los rescates puestos en marcha por los Estados capitalistas, temerosos de las consecuencia económicas, sociales y políticas que podría provocar una limpieza de esas dimensiones.

La pandemia, también, contribuyó a la baja de la oferta capitalista. La interrupción de la actividad productiva derivada de la propagación el virus se vio potenciada por los escollos inherentes a la propia organización de la producción que predomina en el mercado capitalista. Las cadenas capitalistas, que integran en muchos casos un mismo grupo monopólico, funcionan cada vez más, sin stocks, bajo las premisas del “just on time”. Así bajan costos y frenan, ultraparcialmente, la caída de su tasa de beneficios. Pero al producirse un cortocircuito de uno de los elementos de la cadena se terminan deteniendo ramas enteras de la producción. Es lo que está sucediendo ahora, nuevamente, con el relanzamiento de una nueva cepa del coronavirus en China que ha llevado a la cuarentena de ciudades enteras y el cierre de sus puertos de exportación (Shanghai, etc.).

Un factor clave es la gigantesca emisión monetaria que ha sido destinada a los rescates gubernamentales de los capitalistas al borde de la quiebra. La compra subsidiada de activos en situación de bancarrota por la Reserva Federal yanqui ha pasado de un billón de dólares, en el 2008, a 9 billones en el momento actual. Esto se une al crédito barato, regalado, al bajar la tasa de los bancos centrales prácticamente a cero. Esta es una de las causas centrales de la actual escalada inflacionaria. Ha llevado al agotamiento de los recursos públicos y un endeudamiento monstruoso de los Estados.

Viene al caso señalar que la especulación que se nutrió de los fondos públicos no solo fue a parar a los activos financieros, sino que se desplazó al mercado de los comodities y es responsable del aumento experimentado por las materias primas ya antes de que estallara la guerra.

Estos factores, que se retroalimentan entre sí, han roto los equilibrios existentes: está provocando una desvalorización del dólar, que sumado a la conmoción política internacional (guerra de Ucrania, etc.) puede precipitar un abandono de esta y otras monedas-divisas y el refugio en el oro o en otros activos que funcionen como reservas de valor. La creación de las criptomonedas son un intento de salir al paso a esta tendencia, ya que las mismas no estarían reguladas por los bancos centrales. Pero por ahora han jugado un gran rol especulativo y amenazan con convertirse en reas de grandes fraudes.

Si se confirmara esta tendencia, estaríamos ante una dislocación monetaria del mercado y la economía mundial y un salto cualitativo en la crisis capitalista.

Como señaló la revista The Economist, las sanciones económicas tendrán consecuencias: “Cuanto más se utilicen, más países tratarán de evitar depender de las finanzas occidentales. Eso haría que la amenaza de exclusión fuera menos poderosa. También llevaría a una peligrosa fragmentación de la economía mundial. En los años ’30, el miedo a los embargos comerciales se asoció a una carrera hacia la autarquía y las esferas de influencia económica”.

China “estará examinando cuidadosamente las implicaciones de las sanciones rusas, porque en una guerra, o incluso en un conflicto por Taiwán o algún otro asunto, Estados Unidos y las potencias occidentales podrían congelar sus 3,3 billones de dólares de reservas de divisas. Otros países, como la India, pueden preocuparse por ser más vulnerables a la presión occidental”, según The Economist (extraído de WSWS, 20/3).

El panorama creado por la guerra podría acelerar la búsqueda de sustitutos a la divisa norteamericana. El escenario bélico pone en el centro del debate la sustentabilidad y consistencia del dólar como moneda internacional, surgido de los acuerdos de Bretton Woods.

A diferencia de la crisis del 2008, China no solo no actúa como “locomotora” para una salida reactivadora con su excepcional demanda mundial de materias primas, sino que está ralentizando su producción. La reciente crisis del monopolio inmobiliario Evergrande en China es la punta de un iceberg de sobreendeudamiento de numerosas empresas chinas.

Para enfrentar estas tendencias inflacionarias la FED norteamericana (Banco Central yanqui) elevó las tasas de interés. El aumento inicial ya estaba recontraanunciado, pero sorprendió por lo modesto ya que se circunscribió apenas a 0,25 puntos porcentuales cuando la expectativa de los mercados era más elevada. Se terminó confirmando esta “expectativa”: la FED aumentó 0,50 puntos nuevamente, a principios de mayo (y se insinúa nuevo aumento en junio). Indica la preocupación frente a la persistencia de la inflación en las metrópolis imperialistas. Pero al mismo tiempo, existe el temor fundado en los círculos de poder políticos y económicos que un aumento de la tasa de interés pueda terminar de acelerar una recesión que ya asoma la cabeza con el desinfle de la actividad económica que ya se constata con más razón con el estallido de la guerra y los efectos de la pandemia que está lejos de cerrarse. No se nos pueden escapar las llamadas “empresas zombis” que con sus ganancias no consiguen pagar los intereses de sus deudas y que se mantienen refinanciándolas con fondos casi gratuitos del Estado. Un aumento de las tasas de interés las llevaría directamente a la quiebra.

Agreguemos, por otra parte, que el solo hecho de que se hayan dispuesto subas de la tasa de interés y se anuncien nuevos aumentos ya ha sido suficiente para provocar grandes turbulencias financieras. Recientes sucesivas caídas de las Bolsas han “evaporado” capitales por billones de dólares. Esto habla de la extrema volatilidad de la economía internacional.

Ni que hablar de los efectos que plantea sobre los países emergentes. El aumento ya dispuesto de las tasas de interés más los que están analizando los bancos centrales de las potencias imperialistas están teniendo una repercusión directa en el aumento que se viene de los montos a pagar por parte de los países atrasados por sus “deudas externas” y por la fuga de capitales hacia la metrópoli que alienta; lo que desestabiliza más profundamente estas economías, las colocan en muchos casos al borde del default y las obligan a llevar adelante políticas ajustadoras contra las condiciones de vida de sus pueblos (tarifazos, reformas laborales, etc.). Estos “ajustes” impulsados por el FMI están en la base del estallido de las rebeliones populares en América Latina y el mundo.

Lo paradójico es que probablemente estas subas de las tasas de interés tengan todos estos efectos funestos, pero sin que logre detener la inflación. Aun con los ajustes de la tasa de interés escalonado que prevé la FED para todo el año  las tasas seguirán siendo negativas (muy por debajo del incremento que se espera de los precios). Por otro lado, la eficacia de las restricciones monetarias tropieza con la inmensidad del capital ficticio que circula. De modo tal que el escenario más probable es una mezcla de recesión con inflación.

Este panorama plantea un cuadro de situación violento y convulsivo. Los partidarios del estancamiento secular -que también tienen sus adeptos en las filas marxistas- sostienen, en lugar de un derrumbe, un declive más sereno que iría digiriendo los capitales sobrantes. Pero es imposible que se pueda esquivar la crisis cuando ha llegado a este extremo sin provocar la destrucción de una parte del capital instalado a través de los medios que le son propios: colapsos, defaults, quiebras y bancarrotas. Lo cual es el caldo de cultivo para grandes conmociones políticas nacionales e internacionales y guerras, como la que estamos enfrentando en Ucrania y para levantamientos populares

Quién paga la crisis

Al echar la culpa de la inflación sobre la “demanda”, es decir sobre los gastos “extras” de los ahorros de la clase media y los trabajadores, los capitalistas pretenden morigerar la recuperación salarial que debiera venir de la mano de una reactivación, aunque esta sea limitada. Ya han salido todas las entidades financieras y sus voceros economistas a reclamar prudencia en los reclamos salariales para no alimentar la inflación. Esta “ideología” económica ha penetrado en sectores de las burocracias sindicales que afirman ser partidarios de “acuerdos de precios y salarios” y de concertaciones con las patronales y, como máximo, de controles estatales sobre el aumento injustificado de los precios. Afirman que grandes aumentos salariales finalmente se trasladan a los precios y van creando una espiral inflacionaria. Debemos rechazar estas falacias por propatronales. Los salarios no son responsables del aumento de los precios. El aumento de salarios afecta la ganancia del capitalista, no el precio de las mercancías. Es el capitalista el que aumenta el precio para resarcirse de los salarios que ha debido pagar.

Frente a la inflación y la carestía, los trabajadores deben reclamar no solo aumentos salariales, sino también la indexación automática de los salarios acorde con el costo de vida: la escala móvil de salarios, como plantea el Programa de Transición de la IV Internacional.

La guerra agudiza la descarga de la crisis por parte de los capitalistas sobre las espaldas de los trabajadores. La inflación está creando un cuadro social cada vez más explosivo. Los aumentos de combustible y alimentos incentivaran drásticamente –en las metrópolis imperialistas se trata de una novedad la inflación (acostumbrados a estabilidad o deflación de precios durante un largo período)- las huelgas por aumento salarial. En los Estados Unidos está en curso -hace 2 semanas- una huelga de los docentes de Minneapolis por aumento salarial (también por reclamos de defensa de la educación pública, etc.) con gran apoyo de padres de estudiantes y de la población. Es parte de la ola de huelgas que se viene registrando en Volvo, John Deere, Dana, Kellogs, enfermeros, etc. Muchas de estas luchas se realizan por fuera del aparato de los sindicatos que por años de inacción, impuestos por las burocracias, han caído fuertemente en el número de afiliados. Hay una reacción frente a los bajos salarios y a las condiciones de precarización laboral, especialmente de la juventud. Se ha planteado la particularidad de lo que se ha dado en llamar “la gran huelga” que es el abandono completo del trabajo de centenares de miles, porque no aguantan cobrar salarios tan bajos y condiciones laborales negreras. Por un lado, indica la debilidad de la organización obrera que no ha salido a luchar contra esta reducción salarial. Pero preocupa al gobierno y a las patronales, porque es un indicador del fuerte malestar social en la base más explotada de los trabajadores, que puede transformarse en un volcán de luchas. En consonancia con este ascenso de la lucha obrera se destaca la importante ola de sindicalización en los EE.UU. The Washington Post señala que “muchos líderes del movimiento tienen poco más de 20 años; se inclinan por el apodo de ‘Generación U’, por Union [sindicato]. La aprobación de la existencia de sindicatos es la más alta desde 1965, con un índice de popularidad del 68 %, que aumenta al 77 % entre los estadounidenses de 18 a 34 años, según una encuesta reciente de Gallup”. En este marco, el propio gobierno busca alentar la constitución de cierto movimiento sindical para tomar la iniciativa de contar con burocracias capaces de contener una radicalización de la lucha juvenil y obrera (Walmart, etc.).

En Europa las huelgas aún son moleculares, pero la carestía ha creado una gran agitación popular que preanuncian luchas con fuerte radicalización. También en Gran Bretaña hay un abandono del trabajo de obreros que no quieren trabajar por miserias salariales (chóferes, etc.). La gran huelga general de 10 días de los siderúrgicos de Cádiz fue acompañada activamente por piquetes y la participación popular, enfrentándose a las fuerzas represivas. En Italia la lucha de la GKL de Florencia, una fábrica metalúrgica mediana (500 obreros), que se desarrolló desde fines del 2021 ha ganado gran eco porque ha apelado a métodos clasistas combativos (ocupación de la fábrica frente al cierre, asambleas permanentes, etc.). Y ha galvanizado a la vanguardia obrera y sindical (plenarios, actos, marchas) que se movilizó para apoyar esta lucha -contra el cierre de esta autoparte para deslocalizarla en algún sitio de la UE con menores salarios y conquistas- y coordinar a las corrientes combativas.

La carestía llevará a un reanimamiento de la lucha de clases que empujará por colocar a los trabajadores en el centro de la situación política. El visceral repudio contra las burocracias sindicales, subjetiva y objetivamente propatronales, se ha desarrollado masivamente en las bases obreras. Es probable que muchas próximas oleadas de luchas se basen en la constitución de comités fabriles independientes. Pero no podemos decretar la muerte del sindicalismo, sino plantear la expulsión de las burocracias de los sindicatos y recuperar los mismos, como arma de organización y lucha independiente de los trabajadores; sin dejarse maniatar por el corsé burocrático, por un fetichismo de la forma sindical. Es necesario estar abiertos a todas las iniciativas de lucha y organización independiente que vayan creando los trabajadores en sus necesidades combativas. El planteo de congresos obreros y sindicales con representantes electos por las bases es necesario como orientación de búsqueda de reagrupamiento de los trabajadores para superar las parálisis de las burocracias sindicales. Va acompañado por el reclamo a las direcciones que convoquen a asambleas y plenarios de delegados para romper con el colaboracionismo de clases, para que los trabajadores se puedan pronunciar y votar sobre la política y los planes de lucha a seguir.

Una de las dificultades que encuentra el movimiento obrero para romper con la parálisis de sus sindicatos es que gran parte de estos han estado históricamente ligados a partidos socialdemócratas, estalinistas o nacionalistas burgueses integrados a la defensa del Estado burgués con políticas de colaboración de clases. La acentuación de la crisis vuelve más conservadoras y represivas a estas burocracias sindicales. En Gran Bretaña el Partido Laborista, que históricamente se formó sobre la base de los sindicatos, viene de expulsar a miles de activistas y pegar un giro más directo hacia la centroderecha.

La CUT brasileña no ha dirigido una huelga general desde hace años y ha venido dejando al garete las que fueron emergiendo (Correos, petroleros, etc.). Ha dejado pasar las reformas laboral y previsional reaccionarias. Está sometida al PT, concentrando su energía en obtener el voto para las elecciones presidenciales de octubre contra Bolsonaro a favor de Lula. Plantear la lucha por la independencia política de la clase obrera y de sus organizaciones es estratégico.

La crisis ha venido impulsando el ascenso de partidos derechistas, algunos de ellos fascistoides, especialmente en Europa, pero también en la India y otros países. En Europa muchas de estas formaciones fascistoides declararon ser partidarias de romper con la UE y declarar la “autonomía” nacional. Esto ha limitado un apoyo abierto de sectores del gran capital que ven a la UE y su Banco Central como el FMI de Europa, como quien puede votar paquetes de rescate para los grupos capitalistas en crisis que, lógicamente, después deberán pagar los pueblos. España e Italia son de los más dependientes de estos paquetes de rescate. España ha recibido un gran giro de euros que está condicionado -por la entrega en cuotas- a que lleve adelante hasta el final la reforma laboral y jubilatoria y otras medidas de ajuste, a las que el gobierno del PSOE, apretado por su base popular-sindical, venía demorando en una aplicación integral. Periódicamente el BCE –igual que el FMI en Argentina- irá evaluando la marcha del ajuste.

El surgimiento y desarrollo de estos partidos derechistas y/o fascistoides son parte de la crisis y descomposición capitalista y producto directo del desgaste histórico de las formaciones políticas tradicionales. Pero estos también después de un primer rápido auge han comenzado a ser erosionados porque sus declaraciones amenazantes “contra el sistema” no se podían concretar. Le Pen, en Francia, abandonó su planteo de romper con la UE y reemplazar el Euro por una moneda nacional.

Tienen igualmente un peso en sectores de clase media y hasta de la clase obrera atraída por un planteo verborrágico de acción e impugnación del Estado liberal. En Francia la formación derechista tradicional dirigida por Le Pen se vio en competencia con el surgimiento de la candidatura “ultraderechista” de Zemmour. En el campo de la derecha se impuso –para la segunda vuelta electoral- Le Pen con sus planteos moderados y su coqueteo demagógico con reclamos de las masas trabajadoras contra el gobierno de Macron. En España también el avance de la derecha está ralentizado. La división existente (Partido Popular, Vox, etc.) ha permitido que gane la elección un frente del PSOE con Unidas Podemos (integrada por Izquierda Unida-PC, Podemos).

En Italia se rompió el frente derechista. El populista 5 Estrellas se abrió y se integró a un gobierno de centroizquierda. La ultraderecha que amenazaba con ser mayoría está dividida: Salvini de la Liga integra el gobierno de “unión nacional” con el primer ministro Mario Draghi, un “técnico” apartidario, sugerido directamente por el BCE del cual fue presidente largos años. En cambio “Los Fratelli de Italia” no quisieron integrarse y han quedado fuera en minoría.

También la ultraderecha de Alemania, AFD, retrocedió en las últimas elecciones.

La integración o no de la UE es el problema que ha frenado el crecimiento de la ultraderecha. El gran capital de cada país es mayoritariamente “europeísta” y se opone, por ahora, a cualquier aventura “nacionalista” que lleve a la ruptura con la UE. Lo cual deja pedaleando en el aire a la ultraderecha, que solo puede levantar sus posiciones racistas, antiobreras y represivas.

La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (Brexit, enero 2020)–en búsqueda de una alianza “privilegiada” con los EE.UU. de Trump- ha agravado el retroceso económico-social. En recientes elecciones, el Partido Conservador en el gobierno ha sufrido un fuerte golpe, perdiendo 300 municipios que dirigía. Y en Irlanda del Norte, triunfó en elecciones parlamentarias, por primera vez, el Sinn Fein, el partido que representa al IRA, la organización armada que se enfrentaba al gobierno británico luchando por la unidad independiente de Irlanda. Tanto en Irlanda, como en Escocia, hay fuertes movimientos para abandonar el Brexit y volver la UE.

Este empantanamiento-fracaso –que trata de ser revertido por un mayor protagonismo en la guerra de la Otan contra Rusia- es el que ha, también, desinflado el progreso de las derechas “autonómicas”.

En América Latina también la derecha ha sido batida en las calles y electoralmente. El golpe de Áñez en Bolivia fue derrotado por la huelga general primero y por las elecciones después.

El intento de Keiko Fujimori -la ultraderechista hija del dictador Fujimori (en la cárcel)- de ganar las elecciones presidenciales fue derrotado por la aparición sorpresiva de la candidatura populista de Pedro Castillo que fue tomada como un canal de oposición popular al ascenso del agrupamiento fascistoide.

En Chile, Piñera fue batido con el poderoso levantamiento del 18 de octubre del 2019 primero y luego el intento de reagrupamiento de la derecha detrás del pinochetista Kast fue derrotado por la candidatura de Boric del Frente Amplio.

Ahora en Brasil, las encuestas indican que Bolsonaro no sería reelecto en las elecciones de octubre, ganando las mismas Lula, del centroizquierdista PT.

También los pronósticos indican que el combativo levantamiento popular en Colombia, si bien fue contenido, fuerte represión mediante, no fue aplastado. Las recientes elecciones internas para elegir los candidatos para las presidenciales de fines de mayo dieron un holgadísimo triunfo al candidato de la “izquierda” contra la suma de los candidatos de la derecha y del centro. Un anticipo de las elecciones presidenciales con el triunfo que se vaticina de Gustavo Petro, probablemente en la primera vuelta.

Tomada de conjunto, la situación internacional ha evidenciado los límites de un auge de la ultraderecha. El gran capital, en la actualidad, no privilegia esa variante pero esa circunstancia no nos debe hacer perder de vista la novedad que representa –y prestarle la atención política que merecen- el surgimiento y desarrollo de nuevos sectores de derecha (Milei en Argentina, Kast en Chile, Zemmour en Francia, etc.) que realizan una crítica “antisistema” verborrágica (contra la casta política, etc.) con posiciones ultraliberales y fascistizantes que se plantan como alternativa superadora al fracaso y descrédito del sistema político y de los partidos tradicionales

Es necesario tener presente que la burguesía se vale de todos los métodos de contención, no solo de la acción frenadora y dislocadora de las burocracias sindicales. Se plantea una fuerte lucha política-ideológica contra los instrumentos del Estado burgués y la acción de propaganda y agitación que impulsan la burguesía y sus partidos, que se potencia a través de su dominio de los medios de difusión (prensa, redes, etc.).

En este contexto, las iglesias –con gran dinamismo de las evangélicas- están jugando un papel importante en el disciplinamiento de sectores de masas en América Latina. Están a la vanguardia de la lucha contra el derecho del aborto y todo cambio progresista (derechos de LGBTI, etc.) y se postulan sistemáticamente como factor de de domesticación ideológica de los pueblos y de desvió y bloqueo en la radicalización que se registra en los movimientos de lucha que se vienen abriendo paso. Y pasan a constituirse en soportes de diferentes tentativas políticas a izquierda o derecha que se abren paso en un marco de deterioro muy agudo de los regímenes políticos tradicionales.

La caldera latinoamericana

¿Se viene una nueva “ola rosa” en Latinoamérica, con preeminencia en los gobiernos del nacionalismo burgués y el frentepopulismo de conciliación de clases?

Ante la oleada de levantamientos populares que se vino desarrollando (Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia, etc.), el imperialismo yanqui ha aceptado en América Latina la convivencia y asociación con los gobiernos nacionalistas burgueses. Ya lo había hecho con AMLO en México en el 2018, que fue aceptado porque aparecía como una válvula de escape frente a la descomposición-corrupción de los partidos derechistas y para contener las crecientes movilizaciones populares contra la corrupción y los crímenes de los gobiernos derechistas. AMLO se comprometió a mantener a México integrado a la Zona de Libre Comercio donde hacen sus superganancias los monopolios maquiladores de EE.UU. Jugó eficientemente el papel de gendarme reprimiendo el acceso de los inmigrantes centroamericanos a la frontera yanqui. La lucha contra la corrupción y los crímenes contra el pueblo (la masacre de Ayotzinapa, etc.) no ha avanzado. AMLO usa una demagogia democratizante para tratar de mantener una imagen progresista. Hizo votar un referéndum para poder enjuiciar a los expresidentes derechistas, proceso que será más político que penal. Algo típico de las maniobras centroizquierdistas: Alfonsín fue más lejos con la Conadep y viabilizó un enjuiciamiento a responsables de la represión dictatorial que llevó a varios de ellos a la cárcel. AMLO realiza un fuerte trabajo de cooptación de dirigentes sindicales, sociales e incluso de sectores de la izquierda. Propuestas de “soberanía energética” fueron bloqueadas parlamentariamente –como era previsto- por la derecha. AMLO no habilitó transformaciones antiimperialistas, evitando la movilización popular (diferencia sustancial con el nacionalismo de Lázaro Cárdenas en la década del 30 del siglo pasado, que expropió las petroleras imperialistas).

El gobierno yanqui levantó el pulgar, para que el ignoto Pedro Castillo, presentado como candidato por Perú Libre (pequeño partido centroizquierdista que se reclamaba marxista), pudiera asumir la presidencia que ganó por escaso margen en una elección polarizada contra la candidatura de un frente de todo el derechismo peruano. Pero subió terriblemente condicionado: se le puso al frente del Banco Central y como ministro de Economía a reconocidos representantes del liberalismo financiero. Castillo respetó y fortaleció toda la estructura represiva de las FF.AA. y policiales. No tomó ninguna medida que lesionara los intereses de los poderosos pulpos mineros. Actúo en forma pusilánime: rompió con la Mesa de Lima formada por iniciativa de Trump con los gobiernos derechistas de Latinoamérica contra Venezuela, para inmediatamente ante la crítica de la derecha hacer renunciar al ministro de Relaciones Exteriores y colocarse nuevamente en una posición proimperialista.

La posibilidad del ascenso de Lula a la presidencia de Brasil no está mal vista por el imperialismo. Lula viene de hacer una gira por las metrópolis europeas donde fue recibido como un estadista y próximo presidente. Su oposición a Bolsonaro ha sido de tibia discursiva, mientras el PT y la CUT han bloqueado cualquier movilización de carácter obrero y/o popular. Ha elegido –como señal al imperialismo y al gran capital- de candidato a vicepresidente a Gerardo Alckmin, reconocido político derechista, que viabilizo el golpe que destituyó a la presidenta del PT, Dilma Rousseff. Ha anunciado que reformas antiobreras, como la laboral, no serán derogadas, sino revisadas y “actualizadas” tomando como ejemplo la del PSOE en España que dejó en pie lo central de esta legislación antiobrera.

Gustavo Petro, el candidato presidencial centroizquierdista en Colombia, concilió y desmovilizó a las masas en la calle que estaban protagonizando enfrentamientos históricos contra el gobierno del derechista Duque. Su plataforma es un rosario de “intenciones” sin que se comprometa a ningún cambio radical.

Boric junto con Lula son quizás dos exponentes emblemáticos de esta política contemporizadora. Pactó con el derechista presidente Piñera un plan-cronograma para bloquear la lucha por su derrocamiento; y desmovilizar los enfrentamientos masivos -que la represión no lograba hacer retroceder- a través de un prolongado proceso de sucesivas elecciones. Ha declarado que no liberará a todos los presos políticos, gran parte de ellos detenidos en las multitudinarias jornadas de lucha del 2019/21 y/o de la resistencia del pueblo mapuche a la expropiación por la fuerza de sus tierras para ser tomadas por oligarquías explotadoras de los bienes naturales (madera, etc.) del sur chileno. Ha reforzado a las fuerzas represivas que continúan con sus acciones salvajes contra los sectores populares que salen a la lucha por sus reivindicaciones. En una situación difícil, dado que aún está vigente la posibilidad de grandes movilizaciones populares, está tratando de pilotear el desarme de las reivindicaciones populares (anulación de la jubilación privada, universidad estatal gratuita, etc.). Y la Asamblea Constituyente en manos de un gobierno burgués (primero el de Piñera, ahora el de Boric) se ha evidenciado como un ámbito gatopardista que deja en pie todo lo esencial del sistema de dominación capitalista.

En Bolivia, el nuevo gobierno de Arce, que subió luego de la derrota del golpe derechista, no ha tomado ninguna iniciativa superadora, de carácter antiimperialista, manteniéndose dentro de los límites que agotaron al régimen de Evo Morales.

Esta nueva “ola rosa” está llevando al poder al nacionalismo burgués y el frentepopulismo de conciliación de clases, en sus términos históricos más conservadores. Ellos no han estado al frente de las sublevaciones populares, han trabajado para desmovilizarlas (Boric, Lula, Petro). Se han enancado en las lucha de sus pueblos con programas de contención, con pequeñas y cosméticas reformas. Todos ellos van a llevar a la práctica los planes de ajuste que negociarán con el FMI, en primer lugar, garantizar el pago de la deuda externa.

El gobierno peronista de Alberto Fernández y Cristina Kirchner es el que está ejecutando el ajuste contra las condiciones de vida de las masas que el derechista Macri no pudo terminar de imponer. Y es el que viene de firmar un pacto con el FMI (con el apoyo de toda la burguesía y sus partidos) para imponer un ajuste mayor, transformando al gobierno argentino en un títere del capital financiero internacional.

Pero Latinoamérica es un polvorín social. La crisis ha llevado a un estancamiento económico y a una reprimarización de su economía exportadora de materias primas. La industrialización ha retrocedido, mientras crecen las inversiones en la minería extractivista. Esto viene acompañado por un crecimiento de la pobreza estructural y de la polarización social.

El problema fundamental que se presenta para los trabajadores del continente y para sus vanguardias de lucha y políticas es constituirse en alternativas de izquierda independientes y revolucionarias a estos gobiernos que se postran frente al imperialismo. El peligro político no viene, en lo inmediato, directamente de la derecha, sino de las políticas de contención llevadas adelante por los gobiernos centroizquierdistas y nacionalistas burgueses que explotan las ilusiones que las masas depositan en ellos y de las que se aprovechan para ir ejecutando un ajuste en toda la línea. Se plantea desarrollar una fuerte delimitación y crítica de estas formaciones “rosas” y defender con un programa clasista y la independencia política de la clase obrera respecto a los partidos y gobiernos burgueses. Se trata de recuperar los sindicatos y centrales obreras como instrumento de lucha independiente de los trabajadores, expulsando a las burocracias sindicales. Y de la formación de partidos obreros, socialistas, internacionalistas, de acción militante. No se nos debe escapar que el fracaso del nacionalismo burgués conservador y la centroizquierda frentepopulista, incapaces de enfrentar la crisis capitalista que se descarga sobre los pueblos latinoamericanos, amenaza ante la falta de alternativas obreras y revolucionarias con traer de vuelta al poder a los derechistas y fascistoides. Es lo que amenaza a Pedro Castillo en Perú, a menos de un año de su asunción, con un parlamento dominado por la derecha que constantemente obliga a renunciar y cambiar ministros y pide la “vacancia” del presidente.

La experiencia de Argentina es el espejo para la evolución de estos gobiernos de contención de clases. El gobierno peronista-kirchnerista ejecuta –con dificultades- las reformas reaccionarias que el macrismo no pudo, ni podía llevar adelante. El kirchnerismo perdió las elecciones de medio término y ganó la derecha macrista (con fuerte disminución de votos de ambos). Pero hay también una oposición de izquierda, con un planteamiento de independencia obrera, y salió como tercera fuerza electoral. Bien que, siguiendo el panorama internacional y latinoamericano, ha surgido, también, una derecha ultraliberal de discurso fascistoide (Milei).

Los partidos políticos históricos de las burguesías se hunden o retroceden, emergiendo nuevas alternativas (de derecha y de “izquierda”) que incluso se presentan como antisistema.

La agudización de la crisis capitalista empujará una nueva ola de movilizaciones a nivel continental contra los ajustes fondomonetaristas. Esta tendrá más inconvenientes para estructurarse porque ahora deberá enfrentar los ajustes no de los gobiernos derechistas, sino de aquellos que se reclaman nacionales, populares, progresistas y/o antiimperialistas.

Las tendencias a la insurgencia popular surgen de agudización de la crisis capitalista. A este proceso se suma Cuba, donde el 11J se produjo también una irrupción de protesta frente a las medidas antipopulares que tomo el gobierno de Diaz-Canel, primera manifestación con presencia dominante de sectores populares combativos, que tuvo gran repercusión en la Isla y el continente. El gobierno respondió con una fuerte represión. Ahora ha juzgado declarando “culpables” a una veintena de manifestantes de aquella movilización. Se ha abierto un fuerte debate sobre los pasos a seguir para poner en pie una oposición de izquierda, que se reclama trotskista. Cuba se suma a la lucha por la revolución social contra la burocracia prorrestauracionista.

La reacción en toda la línea

La guerra está potenciando todos los aspectos reaccionarios del capitalismo imperialista.

El boicot a la exportación de gas y petróleo rusos en Europa ha vuelto a reactivar la explotación del carbón (el insumo energético más nocivo del medioambiente) y, de un modo general, de todas las fuentes de energía contaminante, entre otras, el fracking, y también la proliferación de proyectos de la peligrosa energía nuclear.

Esto termina de asestarles un golpe letal a todos los “planes” en defensa del medioambiente. No olvidemos que las “cumbres” de gobernantes por el clima han fracasado. No se han cumplido, incluso, sus débiles y verborrágicas resoluciones. Los presupuestos comprometidos por los países desarrollados para encarar la lucha contra el cambio ambiental en las naciones atrasadas no se han cumplido. Y la masacre ambiental sigue acelerándose. Se ha constatado que continúa el acrecentamiento de la temperatura planetaria, con su secuela de desastres climáticos (inundaciones, sequías, etc.). Los hielos del Ártico y la Antártida se están derritiendo. Pero el capitalismo en lugar de enfrentar este atentado al ambiente, piensa en cómo desarrollar nuevos procesos de inversión y rentabilidad para sus capitales (rutas de navegación que unan Europa y Asia por el Ártico deshelado, explotación de petróleo y minerales en esa zona, etc.).

El movimiento de lucha ambientalista está atravesando por una crisis. Las grandes movilizaciones internacionales contra la depredación ambiental en lugar de incrementarse contra la guerra y sus consecuencias en el ambiente, han refluido. Los gobiernos burgueses han ido cooptando a parte de las direcciones de los movimientos ambientales que de un modo general se han plegado al campo de la Otan.

Esto se suma a la integración de los “partidos verdes” a los frentes populares centroizquierdistas de defensa del orden social capitalista. En el país galo, los “verdes” se acaba de integrar al frente popular con Mélenchon, el nacionalista de Francia Insumisa.

No se trata de levantar un “ecosocialismo” vulgar (cierre de todas las ramas productivas que contaminen el ambiente). Sino de buscar una alianza con la clase obrera para imponer un programa de transición bajo control de los trabajadores. La lucha contra la explotación del trabajador y la agresión capitalista al ambiente está unida. Hoy en día, la izquierda anticapitalista debe plantearse este terreno de batalla que se podrá ir imponiendo al compás de la evolución de la lucha contra la crisis capitalista. Sumando, especialmente, a la juventud a un frente de lucha contra la barbarie capitalista.

Situación similar se produce en el movimiento de lucha de las mujeres. La ilusión de que bajo el capitalismo irá progresando la situación de las mujeres y de los LGBTI es una expectativa infundada. Hoy en día vemos cómo el derecho al aborto es cuestionado en los EE.UU., que lo había conquistado hace décadas. Y como los derechos del colectivo LGBTI son rechazados en países europeos. No hay derechos “permanentes” dentro de la sociedad capitalista en crisis. La situación de la mujer trabajadora ha empeorado. Es el sector más explotado de la clase trabajadora. La crisis en desarrollo incrementa exponencialmente su superexplotación. Es necesario retomar el objetivo de poner en pie al movimiento de la mujer trabajadora, que adopte como objetivo estratégico, en su lucha contra la explotación y la persecución patriarcal-capitalista contra sus derechos democráticos, uniendo la organización independiente a la lucha por gobiernos de trabajadores y el socialismo.

Las persecuciones y discriminaciones raciales en Europa, a su turno, no son cosa del pasado nazi-fascista. Lo evidencia la persecución a los trabajadores y jóvenes musulmanes, que son el sector más explotado de la clase trabajadora, usado para los trabajos más duros y peores pagos. Sin ellos, en Francia, Alemania, etc., la clase capitalista no tendría los suficientes asalariados para mantener activa su producción. La organización de su rebeldía será un terreno de grandes luchas en la que los revolucionarios debemos intervenir en primera línea. Trump fue volteado electoralmente, porque primero fue azotado por las grandes movilizaciones de masas norteamericanas contra la represión policial y la superexplotación de la “minoría” negra. Este no es solo un problema vigente en los países desarrollados. También se reproduce en los semicoloniales: en el Brasil donde la población negra es mayoritaria (49,6%) y es el sector más perseguido por la represión del “orden” policial; en Perú donde se descarga sobre las comunidades campesinas indígenas la polución creada por la explotación descontrolada de las mineras; en el Chile contra los mapuches; etc. Ni hablar en Palestina, donde los sionistas tienen encerrados en guetos y superexplotan (y reprimen salvajemente) al pueblo, con el apoyo activo del imperialismo yanqui y mundial.

Los socialistas revolucionarios deben intervenir en todos estos terrenos de lucha contra la barbarie capitalista, que ha pegado un nuevo salto con la guerra de Ucrania, condición sine qua non para ganar su ascendiente en la masa trabajadora con un programa socialista.

Los desafíos de la izquierda

Se ha convertido casi en una muletilla de los partidos de izquierda afirmar que grandes levantamientos populares no devinieron en el triunfo de una revolución socialista por la inexistencia de un partido revolucionario que hubiera ganado influencia de masas. Se trata de una verdad de Perogrullo, de una “verdad empírica”. Pero no avanza en explicar por qué no lo hay. No orienta a su superación.

Lo que prevalece mayoritariamente en la izquierda es una tendencia democratizante, que expresa un acomodamiento al orden social vigente. Aunque se reivindique –a veces- formalmente de la lucha estratégica por un gobierno de trabajadores, la orientación y la práctica política cotidiana tienen como eje un progreso a la sombra del Estado capitalista. Por supuesto, el espectro de organizaciones es muy amplio y variado, pero, de un modo general un denominador común es el electoralismo y parlamentarismo.

Un caso emblemático por cierto es el del PSOL brasilero. Se trata de un partido de tendencias, que funciona meramente como un sello electoral, ajeno a la acción directa y organización de la clase obrera, que congrega a una gran parte de la izquierda. Incluida aquella que se dice crítica de la orientación de esta formación política que nació como una ruptura con el PT pero que transitó un largo recorrido de evolución hacia la derecha.

El PSOL llama directamente a votar por Lula en las próximas elecciones (y su dirección se prepara hasta para participar en un eventual gobierno de este). Sectores de la izquierda en el seno del PSOL han conformado una coordinación contra esta política de la dirección. Levantaban el planteo de un candidato propio del PSOL (Glauber Braga), quien rápidamente ha acatado la orientación de la dirección del PSOL y cambió su precandidatura presidencial por otra para diputado. El rumbo del PSOL ha sido sancionado por su reciente reunión ejecutiva: frente de unificación con la RED (un partido burgués que apoyó activamente el golpe contra el gobierno de Dilma Rousseff), votar a Lula en la primera vuelta electoral y apoyar la fórmula de este con Gerardo Alckmin como vicepresidente (líder derechista opositor y golpista del anterior gobierno del PT). Eso ya ha sido sancionado, lo saben todos los de izquierda, pero, de todos modos, no sacan los pies del plato. Se mantienen en el PSOL, negociando candidaturas. Esta conducta se viene prolongando en el tiempo, convirtiéndose en una vía de adaptación política, que se disfraza con un planteo crítico, y que ya lleva 18 años. Lo que explica la permanencia en el PSOL es la especulación y el cálculo por rasguñar algunos cargos en el reparto (gran parte de su preocupación gira en torno a las candidaturas a diputados y concejales). En Perú también, IS-UIT militó largo período dentro del Frente Amplio centroizquierdista de corte derechista.

Esta confrontación “internacional” con la izquierda democratizante se refleja directamente también en la Argentina. En el reciente acto unitario del FIT-U del 1° de mayo, el MST planteó, abiertamente, la disolución del frente en un “partido único de tendencias”, abierto a “nuevas realidades” (personalidades, etc.).

El electoralismo atraviesa al propio FIT en Argentina. La lucha que de entrada planteó el Partido Obrero apuntó a extender la acción del FIT no solo al campo electoral, sino a todos los terrenos de la lucha de clases. La reciente iniciativa de convocar a todas las fuerzas a una acción común para enfrentar el pacto del gobierno con el FMI rompió con la parálisis entre elección y elección que lo dominó –con nuestra oposición- desde su fundación. Pero el viraje es parcial y subsisten divergencias de fondo. La propuesta del Partido Obrero de convocar a un Congreso el FIT-U recibió una negativa de las otras tres corrientes. Lo que está en discusión es si el FIT-U se catapulta como un canal, que apunte a la irrupción política y una intervención protagónica de la clase obrera en la crisis nacional -y que involucre y organice en esa lucha a los trabajadores- o quedar confinado como una coalición electoral. El PTS se caracteriza por su hostilidad al movimiento piquetero, que ellos no construyen. Esto representa una divergencia muy seria pues no es posible proyectar al FIT-U como un polo alternativo si se da la espalda al movimiento de lucha más pujante y dinámico del país.

El MST, a su turno, es el que ha ido más lejos en una orientación democratizante. Los planteos expuestos por el MST fueron claramente de disolución del FIT a favor de un frente de colaboración e clases con el centroizquierdismo. Es una nueva vuelta de tuerca a la construcción de una “izquierda amplia”, de la cual nunca se desdijo y que opone al supuesto sectarismo que adjudica a las otras fuerzas que integran el FIT-U.

Estamos en presencia de un debate clave y de una relevancia extraordinaria si tenemos presente que las salidas institucionales y electorales se han convertido en el recurso que más viene usando la burguesía para desviar, desactivar y encausar los estallidos sociales y levantamientos populares. La izquierda revolucionaria tiene el enorme desafío de contribuir a neutralizar y hacer naufragar estas maniobras, defender la continuidad de la lucha y movilización popular en curso para llevarlas la victoria.

El estallido de la guerra en Ucrania ha sacado a relucir divergencias estratégicas en el seno de la izquierda que se reclama revolucionaria a escala internacional. Es claro que la posición ante la guerra ha sido siempre una piedra de toque para las organizaciones del movimiento obrero y socialista en el terreno internacional. La actual guerra en Ucrania replantea el debate sobre cuál debe ser el campo y la acción política revolucionaria de los trabajadores.

Un amplio sector de la izquierda ha colocado todo el peso de su denuncia en la condena de la invasión rusa. En tal orientación se ha hecho público un “Llamamiento” firmado conjuntamente por corrientes internacionales que se reclaman cuarta internacionalistas –la UIT que integra IS de Argentina y la LIT en cuyas filas está el PSTU de Brasil- y la Corriente Comunista Revolucionaria Internacional (CCRI) que lucha por una quinta internacional y en Argentina integra Convergencia Socialista. Se colocan en el campo de la “resistencia” a la invasión rusa, en un frente objetivo común con el gobierno de Zelensky y de la Otan. Critican al imperialismo por no desarrollar una acción punitiva mayor. Propugna “¡por la ruptura de relaciones diplomáticas con Rusia de todos los gobiernos”. Esto es una incitación a que todos los países de mundo –imperialistas y semicoloniales- se sumen a la guerra de la Otan contra Rusia. Confluye así con el planteo de la oposición macrista en la Argentina: “Por la invasión, la oposición quiere que el gobierno corte lazos con Rusia” (Clarín, 15/3).

Las organizaciones que firman este llamamiento no se oponen, por supuesto, al envío de armas por parte de la Otan al gobierno y al ejército de Zelenski, sino que las reclaman a viva voz.

Estas posturas de la izquierda están en la misma longitud de onda que las movilizaciones que se están desarrollando en Europa, que apoyan la embestida militar de la Otan contra Rusia y reclaman incluso más medidas punitivas. Esto es toda una involución de la izquierda europea que históricamente se ha movilizado contra las bases militares de la Otan en sus territorios (España, Alemania, etc.). Ahora ese reclamo ha sido reemplazado por la presión sobre la Otan para que incremente su intervención en la guerra. La izquierda renuncia a uno de los principios centrales del marxismo revolucionario frente a las guerras imperialistas, que es colocar al enemigo de los trabajadores dentro de las clases dominantes de su propio país.

Esta posición del “Llamamiento” es mayoritaria en la izquierda internacional. Esta acompañada –con variantes- por el mandelista llamado Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional, por la LIS (que integra el MST argentino), por la corriente Socialismo o Barbarie (que integra el MAS argentino), por el NPA de Francia, el PSOL de Brasil, etc.

Hay una tendencia que se repite en gran parte de estas corrientes. Hacen causa común con las ofensivas derechistas e imperialistas contra regímenes que el imperialismo quiere derribar para instaurar más abiertamente su dominio colonial. Es lo que sucedió en Venezuela, Siria, incluso en Ucrania con el golpe derechista del Maidán en el 2014 y se insinuó en Bolivia con el apoyo inicial que tuvieron ante el golpe de Áñez o en Brasil donde revistaron en el proceso que se planteo el golpe que derribó a Dilma Rousseff y abrió la ruta para la asunción de Bolsonaro. Toman algún elemento aislado como es la lucha contra la represión o la corrupción y lo transforman en absoluto, al margen del proceso real de la lucha de clases, de cómo se agrupan las clases en esa lucha. El imperialismo ha hecho una gran escuela en usar la lucha por la democracia, contra el autoritarismo, contra el terrorismo, contra las armas químicas, etc., como justificativo para emprender sus aventuras militaristas reaccionarias.

Una minoría de la izquierda internacional (el Centro Rakovsky que integran el EEK de Grecia, el DIP de Turquía, organizaciones rusas, etc.) se coloca en la vereda opuesta. O sea, en el campo de Rusia, apoyando la invasión de Putin a Ucrania, porque –aducen- estaría enfrentando a la coalición de la Otan. Directa o indirectamente asemejan la invasión de Putin, con una cruzada antiimperialista. Tanto los otanistas, como los putinistas de la izquierda, se conforman-justifican con colocar en algunos textos una crítica genérica a la Otan o al putinismo. Pero se embanderan directamente con alguno de los dos campos reaccionarios.

La caracterización de una guerra imperialista tiene implicancias prácticas y políticas muy claras, que se diferencian de las tareas que plantea una guerra de liberación nacional. Una guerra de liberación nacional es una guerra justa, y es necesario apoyar, sin vacilaciones, al país oprimido. Pero en una guerra actual, el enemigo fundamental de cada pueblo está en su propio país. En este caso, la liberación nacional de Ucrania es una tarea que requiere no solamente la lucha contra el ejército de Putin sino también terminar con el gobierno de Zelenski, que actúa como agente directo de la Otan. La izquierda debe llamar a luchar contra la guerra y contra los gobiernos que la llevan adelante, por medio de la unidad internacional de los trabajadores, en primer lugar, de Ucrania y de Rusia, por la caída de sus respectivos gobiernos y por gobiernos de trabajadores. Es necesario, a su vez, desenvolver una enérgica campaña internacional contra la escalada armamentista de las principales potencias, que ha puesto objetivamente en la agenda la cuestión de una nueva guerra mundial.

No se trata de levantar posiciones pacifistas y/o de desarme abstractas. En Alemania hay que plantear la derogación del presupuesto de 100 mil millones de euros extras para el presupuesto militar. Y así en todos los países. El retiro de todas las bases de la Otan en cada país, la ruptura con la Otan y con el FMI. El no pago de las deudas externas que obligan a “ajustes” de ataque contra los trabajadores y sirven se usan para financiar la guerra de la Otan. Hay que exigir el levantamiento de todas las sanciones económicas y bloqueos contra Rusia, China, Irán, Venezuela, Afganistán y demás países agredidos por el imperialismo.

La guerra como tal y más aún la perspectiva de una guerra mundial, de un modo general, han estado ausentes en gran parte de los análisis internacionales de la izquierda. En la Conferencia Latinoamericana que se realizó en el 2020 entre más de 50 organizaciones y partidos de izquierda, la UIT rechazó, explícitamente, la perspectiva de guerra, señalando la vigencia del “acople” entre los EE.UU. y China. No se trata solo de insuficiencia o errores de caracterización por parte de la izquierda democratizante (sobre si Rusia es o no una potencia imperialista, etc.), sino que vehiculizan y se adaptan a la presión del imperialismo sobre el campo del “progresismo” y la izquierda (como sucedió en los inicios del proceso abierto de restauración capitalista con la “glasnost”, etc.).

La guerra es la corroboración más contundente del carácter catastrófico de la época, opuestas a las caracterizaciones que la mayoría de la izquierda vienen levantando, mientras tildan despreciativamente de catastrofistas a quienes reivindicamos esta postura. Lo que ha predominado es una visión sesgada de la crisis capitalista, amputando su alcance y envergadura, ignorando o relegando a un segundo plano el carácter explosivo que encierran las contradicciones capitalistas y la tendencia inevitable del capitalismo a resolverlas a través del uso de la fuerza. La catástrofe capitalista abre las puertas a las guerras, pero también a la revolución social. Lejos de abrirse paso un sendero de estabilidad, lo que tenemos por delante es un periodo convulsivo, proclive a la creación de situaciones revolucionarias. Esto pone a la orden del día la creación de partidos de combate que sean una herramienta para intervenir en todas las facetas de la lucha de clases y que apunte a transformar la clase obrera en alternativa de poder. Un camino distinto y opuesto a la política vigente en la izquierda en la que ha prosperado el movimientismo, o sea partidos amplios y formaciones políticas difusas en que se borran las fronteras de clase. “En oposición a la proyección de meros referentes o figuras electorales, impulsamos la formación de los cuadros políticos de la clase obrera. En oposición a la edición de meros informativos de izquierda, impulsamos la puesta en pie de órganos políticos de partido, que sean el instrumento para desenvolver la agitación y propaganda revolucionaria. La próxima etapa reclama una lucha de partido –es decir, una lucha que debe ser desenvuelta por medio de la agitación, la propaganda y organización de la vanguardia obrera y juvenil” (“Un programa y una estrategia revolucionaria para la intervención en América Latina y los Estados Unidos”).

Estas premisas extraídas de la contribución que presentó el Partido Obrero junto a varias otras organizaciones latinoamericanas en la Conferencia Latinoamericana conservan toda su vigencia.

Somos conscientes de los escollos y dificultades con que nos tropezamos. No hemos permanecido inmunes al impacto de la crisis de la izquierda en nuestras propias filas. La crisis de la CRCI fue analizada y caracterizada en nuestros congresos y materiales. Reivindicamos la resolución aprobada por el 27° Congreso (“La CRCI y la lucha por la Internacional Revolucionaria”). El reagrupamiento que logramos con motivo de la Conferencia Latinoamericana ha refluido. Las organizaciones que nos acompañaron no han logrado salir de la marginalidad y algunas de ellas han abandonado el campo de independencia de clase. No han estado exentos de las presiones del nacionalismo burgués, de la centroizquierda y de un modo general la presión que ejerce el Estado capitalista.

Somos conscientes de estos límites, pero al mismo tiempo, de las oportunidades y potencialidades de la situación. El mismo método con que estamos interviniendo en nuestras propias fronteras (frente único, acción directa, independencia de clase y en ese marco, el debate franco y una clarificación y delimitación de posiciones) lo replicaremos en la labor y acción internacional en la etapa que se abre en vistas a un reagrupamiento de fuerzas de carácter revolucionario, o sea, la refundación de la IV Internacional,

El XXVIII Congreso, tanto sus deliberaciones previas como la instancia misma del Congreso, es un campo para desenvolver esta tarea en la que apostamos interesar a la vanguardia obrera y juvenil del país e involucrar a corrientes y tendencias de América Latina y a escala internacional, con las cuales venimos teniendo un intercambio y tomando iniciativas políticas en común.

Aprobado por el Comité Nacional del Partido Obrero el 21/5/22

Todos con el Sutna, todos con los trabajadores del Neumático

27/05/2022

Por estas horas se vive la mayor lucha salarial en el movimiento obrero industrial, la de los obreros del neumático en las tres grandes plantas argentinas: Fate, Bridgestone y Pirelli.

Su significación es de múltiple impacto para el movimiento obrero.

Primero porque su reivindicación es el aumento del salario real por encima de la inflación: el reclamos es 5 puntos sobre la inflación del período 21/22 en la revisión que abarca los tres últimos meses de la paritaria del sector. El Sutna reclama esos puntos sobre una inflación estimada (si se repite la de los últimos dos meses) en 66,3%.

Segundo, porque responde a la estrategia obrera de ir recuperando poder adquisitivo real para que el inicial de todo compañero vaya alcanzando la verdadera canasta familiar.

Tercero porque en ese mismo camino, los compañeros reclaman las horas de fines de semana al 200%, de trabajo normal y habitual en el sistema de turnos americanos que rige en las plantas,. Lo que significa valorizar el esfuerzo del trabajador que no tiene el descanso los fines de semana junto a su familia. No se trata de horas extras, sino de un aumento del salario real de acuerdo a este sistema de trabajo.

Cuarto, porque estos reclamos paritarios han sido votados en Asamblea General del gremio y son refrendados en planta mediante asambleas y movimientos de sección.

Quinto, porque no se trata de una mera discusión de escritorio, sino que el Sutna ha organizado varios paros para sostener el reclamo ante la intransigencia patronal. Que no solo han tenido cumplimiento masivo, sino que son acompañados por los trabajadores por la no realización de horas extras, ni en días normales ni en los recientes feriados del censo y del 25 de mayo.

Sexto, porque ante la decisión de las patronales de no dejar entrar a la dirección sindical en Bridgestone y en Pirelli, las plantas pararon de inmediato mostrando una reacción formidable ante la prueba de fuerza que presentaron esas patronales.

Los trabajadores del neumático denuncian las súperganancias patronales que facturan en dólares, con precios altísimos aún en esa divisa, mientras los salarios son una mínima parte de la facturación.

Se trata de un punto de ruptura en el movimiento obrero ante paritarias a la baja que vienen castigando a todos los trabajadores de la mano de la escalada inflacionaria y de los acuerdos perdidosos que firma la burocracia sindical.

La lucha por un salario equivalente a la canasta familiar y por encima de la inflación enfrenta el ajuste general que sufrimos como consecuencia del pacto del gobierno y la oposición con el FMI. Que se traduce en tarifazos, en la inflación como mecanismo de confiscación del salario, las jubilaciones y los planes sociales.

El Sutna se transforma hoy en la vanguardia de la lucha que dan otros sectores como la docencia universitaria con los paros de Conadu Histórica, los trabajadores de Página 12 y Perfil, los docentes sanjuaninos o los rurales de Ledesma en Jujuy. Todas luchas que entroncan con el gran movimiento de los desocupados que tuvo expresión en la Marcha Federal y en la reciente jornada del 26 de mayo.

Mientras la CGT y las CTAs se siguen declarando apoyos del gobierno ajustador, aunque lo hagan desde distintos discursos.

Desde la Coordinadora Sindical Clasista llamamos a todos los sectores al apoyo a la lucha del Sutna y llamamos a unirnos en la campaña por el paro nacional y el plan de lucha para llevar todas las luchas a la victoria contra el pacto del gobierno y el FMI.

Coordinadora Sindical Clasista- Partido Obrero

27/5/22

Declaración de mujeres y disidencias del Frente de Izquierda Unidad hacia el 35° Encuentro Plurinacional

26/05/2022

Semanas atrás se hizo conocida la ruptura de un sector de la Comisión Organizadora de San Luis, alineado con el PCR y otros sectores que integran el Frente de Todos, con el histórico Encuentro Nacional de Mujeres, el evento más masivo e importante del movimiento de mujeres que se realiza desde 1986 y que desde 2019 pasó a nombrarse, por voluntad de una enorme mayoría, como “Encuentro Plurinacional, de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries”. El mismo, como fue históricamente, tendrá lugar del 8 al 10 de octubre en esa provincia.

La ruptura, que se materializó en el llamado a un “Encuentro Nacional de Mujeres”, un mes después, desconoce la voluntad masiva manifestada en los Encuentros de 2018 en Chubut y de 2019 en La Plata (los últimos dos Encuentros presenciales, previos a la pandemia) y se inscribe en el marco de la crisis política más general que atraviesa el gobierno de Alberto Fernández, con un amplio abanico de organizaciones integradas al Frente de Todos en el campo del Encuentro Plurinacional y otro integrado al campo que proponen realizarlo el mes de noviembre.

La pelea por la independencia política de los Encuentros, que nos aúne en base a nuestras demandas sin subordinarlas al apoyo o la conveniencia de los gobiernos de turno, sigue siendo una reivindicación central.

La decisión de romper con esta historia, preocupa al activismo y las organizaciones de mujeres y disidencias, porque a pesar de la conducción burocrática, los Encuentros han sido punto de apoyo para el desarrollo del movimiento que masificó, a nivel nacional e internacional, el grito de Ni Una Menos contra la violencia de género, que conquistó la legalización del aborto e instaló la demanda de separación de la Iglesia del Estado.

Nuestras demandas siguen siendo motivo de luchas urgentes mientras asistimos a una escalada de femicidios y trans-travesticidios sin que se adopte ninguna medida elemental de protección. Sufrimos un ajuste agravado por la sumisión del gobierno al Fondo Monetario Internacional, que cuenta con el apoyo de la oposición de derecha, y que empobrece brutalmente a las y los trabajadores y en especial a las mujeres y disidencias, que somos mayoría entre las más pobres y las desocupadas y que hoy son blanco de ataque de funcionarios como Zabaleta, Berni y Larreta, que las atacan por participar de las masivas movilizaciones piqueteras contra el hambre, por el trabajo genuino, la tierra y la vivienda.

Mientras el gobierno nacional y los provinciales refuerzan sus alianzas con las cúpulas de las iglesias, en defensa de una política de sumisión de las mujeres y diversidades y de ofensiva contra derechos elementales como la ESI, o persiguiendo a profesionales que los garantizan, como la médica Miranda Ruiz, buscan que nuestra voz no se alce ni se escuche.

La decisión de llevar a la ruptura de los Encuentros es el punto cúlmine de una metodología que hemos cuestionado insistentemente durante muchos años, en el que unas pocas mujeres de contadas organizaciones como el PCR-Frente de Todxs, que integran la Comisión Organizadora, se arrogan el poder de tomar decisiones por sobre decenas de miles de mujeres que participamos cada año, incluida la imposición de las sedes ya acordadas entre cuatro paredes, en un simulacro de ovación. A la vez, impiden que estas y otras resoluciones, puedan ser votadas libremente por miles de participantes en cada uno de los talleres, para impulsar la lucha por nuestros derechos contra el Estado y los gobiernos. Advertimos que estas prácticas burocráticas tienen que ser desterradas en este Encuentro Plurinacional.

Repudiamos esta ruptura, que busca defender el método con el que el PCR y el PJ han buscado regimentar históricamente estas instancias., y llamamos a participar masivamente del XXXV° Encuentro Plurinacional, de Mujeres y Disidencias. Las compañeras de las diferentes agrupaciones que integramos el Frente de Izquierda – Unidad, seguiremos peleando para que estos sean masivos, verdaderamente democráticos, amplios, participativos e independientes políticamente de los gobiernos de turno y las iglesias, basados en la soberanía de los talleres, que sirvan para potenciar la organización de las mujeres y diversidades, para reforzar la deliberación y organización de todas las compañeras que luchamos contra el hambre y la violencia, contra los femicidios y crímenes de odio, por el derecho al trabajo y el salario, por la ESI y contra el oscurantismo clerical.

Llamamos a organizarnos en todo el país, desde cada lugar de estudio, de trabajo y desde cada barrio, para lograr que, después de dos años de pandemia y en medio de la política de ajuste y sumisión al FMI que promueven el gobierno nacional y los gobiernos provinciales, el próximo Encuentro Plurinacional de mujeres y disidencias del 8 al 10 de octubre en San Luis nos encuentre siendo miles y miles en los talleres, las actividades y la marcha para seguir organizadas y peleando por nuestras demandas contra este sistema capitalista y patriarcal.

Mujeres y disidencias del Frente de Izquierda-Unidad

 

¡¡¡A luchar por un paro nacional y plan de lucha!!!

Desarrollemos una campaña nacional desde abajo. Declaración del Partido Obrero en el FIT-U y el Polo Obrero

17/05/2022

La Marcha Federal piquetera de Ushuaia a la Quiaca, que también incluyó importantes sectores de trabajadores ocupados a través de sindicatos, comisiones internas y delegados, sumó más de 300.000 trabajadores en todo el país y colocó en todos los medios la cuestión del paro nacional y el plan de lucha. Arrancarlo desde abajo, como dijimos ante 100 mil compañeres en la Plaza de Mayo.

Una fracción enorme de la clase obrera, la desocupada, precarizada y en negro puso en la agenda nacional la cuestión del trabajo, el salario, el hambre y la pobreza, como significaron de manera potente sus consignas centrales.

La inflación y su impacto demoledor sobre los ingresos de la población trabajadora en su conjunto, lo que se combina con la falta de trabajo para millones de trabajadoras y trabajadores y la precarización e informalidad contribuyen a la enorme pobreza que se extiende cada mes.

Ya está claro que con la línea de pobreza en no menos de $95000 en abril después de la publicación del 6% -más del 30% en alimentos en el primer cuatrimestre del año- son millones de trabajadoras y trabajadores con trabajo y conveniados los que caen en la miseria!

El salario mínimo, con el adelanto, del aumento de diciembre, quedará en junio en 45 mil $, por debajo de la indigencia!!!

¡Y AHORA TARIFAZOS!

Los tarifazos que acaban de aprobarse en audiencias públicas golpearán más aún a los trabajadores.
Es el plan del FMI en acción, porque semejante transferencia de ingresos de los trabajadores al capital y al Estado vía recaudación es funcional al repago de la deuda.
El kirchnerismo maniobra con proyectos como el “ingreso universal” de Grabois, una miseria que supone que no hay otra salida que los planes.

El gobierno, por toda respuesta largó los bonos para trabajadores informales y para jubilados aunque millones no logran acceder.

¡¡¡Paro nacional y plan de lucha!!!

La CGT y las CTAs no están para apoyar un gobierno ajustador y el pacto con el FMI.

Una acción capaz de derrotar el ajuste en curso es un paro nacional y un plan de lucha. Con un programa: $100 mil de mínimo, vital y móvil, por convenios equivalente a la verdadera canasta familiar de $180 mil. Por cláusulas gatillo de garantía frente a la inflación, cualquiera sea su nivel. Por el 82% móvil.
Los sindicatos son de los trabajadores. Impulsemos un congreso de delegados electos, con mandato de asambleas de todos los sindicatos y organizaciones sociales, de unidad de ocupados y desocupados. Organicemos un plenario de ocupados y desocupados para impulsarlo en todo el movimiento obrero.

La marcha federal, una causa popular

Participemos reclamando paro nacional y plan de lucha. Declaración de la Coordinadora Sindical Clasista-Partido Obrero.

05/05/2022

Los días 10, 11 y 12 de Mayo habrá una Marcha Federal convocada por la Unidad Piquetera que parte desde los cuatro puntos cardinales del país. Desde La Quiaca, desde Ushuaia, desde cuyo, desde el NOA y el NEA o desde las provincias del centro como Córdoba y Santa Fe.

Los convocantes calculan reunir en los actos de partida y en el destino final, la Plaza de Mayo, 300 mil trabajadoras y trabajadores.

Reclaman trabajo y salario, marchan contra el hambre y la pobreza.

Bien miradas, son reivindicaciones que abarcan a todo el pueblo argentino que vive de su trabajo. Desde luego, están diciendo no al ajuste que el gobierno ha pactado con el FMI con el apoyo de la oposición patronal.

Semejante movilización es hoy la que puede vertebrar los múltiples reclamos y movimientos de lucha. Por eso llamamos a apoyarla en todo su desarrollo, participando en cada acto de partida, en su recorrido, en la movilización final y en todas sus reivindicaciones.

Esta nueva Marcha Federal recoge nuestras mejores tradiciones de lucha. Y hoy cobra la vigencia de enfrentar la espiralización inflacionaria, la falta de trabajo, la precarización y flexibilización laboral, el ataque a los jubilados y a todo el sistema previsional. Tiene la vigencia de enfrentar la miseria social.

En estos días se han sucedido paros muy importantes por las paritarias. Desde las huelgas docentes como la misionera, los paros estatales y docentes en Río Negro, de los trabajadores bancarios, de prensa, de la televisión, los compañeros del Neumático, los paros de UTA en el interior del país, la huelga metalúrgica en Río Grande en Tierra del Fuego o las enfermeras y enfermeros de CABA, por mencionar algunos.

Los que son abandonados por las direcciones sindicales de la CGT y las CTA, que se han declarado parte del gobierno del ajuste, tienen en la Marcha Federal un gran canal de lucha.

La Coordinadora Sindical Clasista impulsa mandatos de asamblea por el salario, paritarios electos desde la base. Impulsamos la lucha por un salario equivalente a la canasta familiar y cláusulas de actualización por inflación.

En Andalgalá han sido reprimidos salvajemente los vecinos que luchan contra la megaminera Agua Rica. Todos los movimientos ambientales tienen un lugar para expresar también su lucha contra la depredación y contra el saqueo nacional.

Las mujeres que se movilizan por sus derechos. La juventud que se organiza en los barrios y en centros de estudiantes.

La Marcha Federal es de todos los que luchan.

Llamamos a todos los sindicatos combativos, a las organizaciones de jubilados, a todos, a debatir el apoyo movilizador y material a esta gran gesta de la clase obrera.

Reclamemos desde la Marcha Federal un paro nacional y un plan de lucha, reclamemos un congreso de delegados ocupados y desocupados, mandatados para debatirlo, resolverlo y organizarlo. 

Coordinadora Sindical Clasista-Partido Obrero

5/5/2022

Informe político al XXVIII Congreso Nacional del Partido Obrero

Abajo el pacto entre el gobierno y el FMI. Plan de lucha para que la crisis la paguen los capitalistas. Por una salida de los trabajadores.

22/04/2022

Reproducimos el Informe Político al XXVIII Congreso Nacional del Partido Obrero, aprobado por el Comité Central el pasado 6 de marzo por unanimidad y que está siendo debatido en los plenarios precongresales en todo el país.

La etapa del XXVIII Congreso Nacional del Partido Obrero estará marcada por la lucha contra el acuerdo entre el gobierno y el FMI en la Argentina y por las consecuencias de la guerra y la evolución de la crisis mundial. El acuerdo marca un nuevo hito en la crisis a la que nos ha llevado el régimen capitalista y sus partidos. Impone una revisión trimestral que coloca al FMI como árbitro económico y político en el país, y un plan de ajuste, devaluación, tarifazos y reformas estructurales a mediano plazo. En Latinoamérica y el mundo, los pactos con el Fondo Monetario han sido el motor de grandes rebeliones populares y crisis políticas. En nuestro país, no solo el gobierno sino el conjunto del régimen político encara esta nueva etapa en un cuadro de debilidad, pues ambos cosechan fracasos en su gestión frente al Estado. La crisis que el pacto generará y la agresión a las masas inevitable que se desprende del acuerdo, pondrán a prueba la contención que hasta el momento ha podido imponer la desprestigiada burocracia sindical en el movimiento obrero.

El Partido Obrero ingresa a este proceso luego de un crecimiento electoral del FIT-U, que se entrelaza fuertemente a partir de la actividad de nuestro partido con la lucha del movimiento piquetero, un factor de organización y desarrollo en las barriadas. Este desarrollo político debe ser puesto al servicio de agrupar y organizar las luchas y fundamentalmente, de dar una enorme batalla política contra el pacto ajustador, el gobierno y la oposición patronal, para poner en pie una alternativa política de los trabajadores. Debemos encarar esta batalla con una enérgica iniciativa de partido, pues solo el PO dentro del FIT impulsa la construcción de un polo político independiente de los trabajadores combinando la agitación, la propaganda y la organización de los sectores más explotados de la sociedad que son, en la actualidad, quienes están a la cabeza de la lucha contra el gobierno. Fuera de esta estrategia de acción unificada, la mera propaganda política concluye inevitablemente en el electoralismo. Así, la acción de partido, que debe estar orientada a ganar terreno en todos los planos, mediante el reclutamiento, la organización de la vanguardia y también el desarrollo de nuestra comunicación y la instalación de nuestros voceros, cumple una función imprescindible en esta etapa política.

Esta lucha política tiene que ver también con la defensa de una orientación para el Frente de Izquierda. Se trata de defender su carácter independiente en un cuadro donde sectores de la izquierda depositan expectativas en posibles rupturas del centroizquierda o incluso el kirchnerismo con el gobierno, como sino fuera que de ocurrir alguna de estas variantes será para jugar en otra escala y métodos un trabajo de contención de las masas dentro del régimen burgués. La izquierda democratizante, dentro y fuera del FIT-U, confunde el planteo de la ruptura del kirchnerismo con el gobierno con la superación de los trabajadores del nacionalismo burgués. Aunque se tratan de cuestiones radicalmente distintas, el signo igual que coloca la izquierda democratizante le sirve para darle un barniz progresivo a su planteo seguidista del nacionalismo. En oposición a estos planteos nuestra posición es desarrollar el FIT-U como un factor de impulso a la lucha de clases, con un método de frente único y de unidad entre los trabajadores ocupados y desocupados. De asumir una posición clara en defensa de las direcciones sindicales recuperadas y la lucha por una nueva dirección en el movimiento obrero, contra el electorerismo liquidacionista del clasismo y la adaptación a la burocracia que alimentan las tendencias faccionales al interior del movimiento obrero combativo. Advertimos que el boicot al movimiento piquetero de parte de la izquierda, en especial la que está dentro del FIT-U, es un también un signo inconfundible de electoralismo y de adaptación a la pequeña burguesía. Solo un desarrollo del Partido Obrero puede proyectar a la izquierda con un planteamiento combativo e independiente como requiere la etapa política.

Vamos a una etapa en la cual la bancarrota nacional se entrelaza más que nunca con la crisis capitalista mundial. Luego de una pandemia marcada por la guerra comercial, los choques internacionales y un incremento de la desigualdad global, particularmente evidente en la cuestión del acceso a las vacunas (limitado por las patentes de los laboratorios que las producen), los choques internacionales han dado un salto con la escalada de la Otan en Ucrania y la invasión rusa. Las consecuencias de estos choques comerciales serán decisivas para el país y marcan la necesidad de desenvolver fuertemente una denuncia del imperialismo y de la burocracia restauracionista, que al mismo tiempo, serán un terreno importante de denuncia de las posiciones proimperialistas del gobierno nacional.

El debate del Congreso debe servir para debatir estos objetivos, el carácter de la etapa, las consignas, los planteamientos y el plan de acción que llevaremos adelante. Pero también para interesar en el debate e incorporar a una actividad política a nuevas camadas de compañeras y compañeros que vienen luchando con nosotros en el movimiento piquetero, el movimiento obrero y la juventud.

El pacto con el FMI y sus consecuencias económicas

El lugar histórico de la actual bancarrota

El pacto con el Fondo Monetario es el último escalón del largo encadenamiento de fracasos de los gobiernos de la burguesía nacional en los últimos 20 años. El kirchnerismo fue un intento de superar la quiebra del 2001 sobre las mismas viejas bases sociales. Implicó un rescate de las viejas privatizadas menemistas, de la deuda en default y de los intereses capitalistas de la mano del alza de los precios de la soja, que lejos de servir para desarrollar al país, fue al “pago serial” de la deuda, que de todas formas llegaba 244 mil millones de dólares al final del gobierno de Cristina en 2015. Pronto este esquema entró en crisis, de la mano de la baja de los precios de las materias primas, poniendo en evidencia el carácter de reprimarización económica y dependencia de la política del kirchnerismo. La crisis consecuente, la fuga de capitales, el fracaso del cepo cambiario, la recesión y la inflación llevaron al triunfo de Macri. Macri intentó superar estas contradicciones con una política de endeudamiento, arreglando con los fondos buitre y con una política de apertura económica y liberación del movimiento de capitales: derogación del cepo, ajuste “gradualista” y bicicleta financiera. Pero pronto la insolvencia volvió a presentarse, la fuga de capitales impuso una devaluación masiva y arrojó a la Argentina al borde del default, en un marco de crecimiento de la pobreza y la miseria. Los recursos del pacto macrista con el Fondo financiaron una fuerte fuga de capitales, aumentaron la deuda y no alcanzaron para una refinanciación a cierto plazo. Fue un pacto confiscatorio y fraudulento de principio a fin, como el conjunto de la deuda externa Argentina. No impidió, tampoco, el default de la Argentina.

Alberto Fernández ganó las elecciones buscando conciliar la promesa del crecimiento económico y la suba de salarios y jubilaciones con el pago de la deuda. Pero el norte de garantizar los pagos de la deuda y el consecuente ajuste fue el objetivo de todo su gobierno. Su primera medida fue la derogación de la fórmula de movilidad jubilatoria. Y avanzó, enseguida en el pacto con los bonistas privados para superar el default y poder volver al mercado internacional de capitales. El pacto con los bonistas privados fracasó en este objetivo, Argentina nunca volvió al mercado internacional de capitales y debió, por lo tanto, abordar los vencimientos en dólares con reservas del BCRA, que están prácticamente en negativo. Argentina vuelve en 2022 a estar al borde del default con un superávit comercial de casi 15.000 millones de dólares en 2021, dilapidado en el pago de la deuda pública y privada y la fuga de capitales. Se exige sangre, sudor y lágrimas del pueblo argentino en el altar de una deuda que, nuevamente, se manifiesta como impagable.

Esta cadena de fracasos lleva al gobierno a colocar al pueblo argentino frente a una extorsión en regla: el acuerdo ruinoso o el default, que se presenta como aún más ruinoso. En realidad, han fracasado y nos han llevado a esta situación los nacionalistas, los derechistas de corte liberal y ahora el peronismo “racional” que encabeza el frente de todos con el aval de todas sus fracciones. Estamos frente a un fracaso en gran escala de todo el régimen político. Y dará lugar a una nueva etapa, marcada por el arbitraje directo del Fondo en la economía argentina. El hecho de que el gobierno negocie sin plan B es el factor central en la capitulación a los reclamos del Fondo.

Lo que hay en debate en el plan de ajuste son aspectos que reflejan el carácter semicolonial de la economía nacional, determinada por los límites de fondo y los intereses de la burguesía nacional y su entrelazamiento con el capital financiero internacional. Se discute ¡de nuevo! un rescate a las viejas privatizadas menemistas, que han derrumbado la inversión en servicios públicos mientras absorben 11.000 millones de dólares de subsidios anuales en 2021. Se discute la falta de dólares en una economía que tiene superávit comercial pero que no logra abastecer de insumos a la industria por la fuga de capitales y el pago de la deuda. Se discute un nuevo ajuste de salarios y jubilaciones que están en la mitad de la canasta familiar, en promedio. Para superar estas trabas, la economía argentina debe romper con el entramado de intereses parasitarios de la burguesía nacional y el imperialismo, lo cual requiere un cambio en la clase social que dirige el estado y la economía nacional, un gobierno de los trabajadores.

El esquema económico del acuerdo

El esquema económico que se busca imponer implica: 1) Un ajuste “gradual” para llegar al déficit cero en 2025, que implica un recorte de déficit para llevarlo al 2,5% en 2022. Esto implica absorber aproximadamente 8.000 millones de dólares de déficit fiscal, sea recortando gastos, sea mediante un incremento de ingresos. Cabe aclarar que el borrador filtrado del acuerdo establece que la recaudación superior que se obtenga debe ir a financiar el déficit, y no a incrementar el gasto 2) Un recorte aún mayor de la asistencia del Tesoro al Banco Central, que debe reducirse del 3,7% del año pasado a un 1% máximo del PBI para el año en curso. 3) Un aumento de la financiación mediante emisión de deuda en pesos, lo cual requiere un aumento de las tasas de interés, que implicará una bomba financiera en pesos para el tesoro nacional y un aumento de las ganancias de corto plazo de los bancos involucrados en esta bicicleta 4) Por último, una devaluación de, al menos, la magnitud de la inflación para evitar una apreciación del tipo de cambio y defender las reservas para el pago de la deuda, a costa del consumo y la inversión y 6) Un aumento real (superior a la inflación) de las tarifas, única forma de reducir los subsidios y achicar el déficit fiscal.

Este plan tiene contradicciones insalvables. El intento de reducir la inflación mediante una reducción de la emisión monetaria, con un esquema contractivo y de ajuste, se contrapone con el carácter inflacionario de los tarifazos y la devaluación. El mismo aumento de tasas, a estos niveles, tiene un efecto indirectamente inflacionario al golpear los costos de financiamiento empresarial y del propio Estado, especialmente por el peso que tiene el stock de leliq y pases del BCRA, además, por supuesto, de su efecto recesivo. De hecho, el plan es a la vez inflacionario y recesivo (estanflación). El aumento de tasas, tarifas, el ajuste fiscal y los límites a las importaciones van a golpear el rebote económico que comenzó en 2021 y que ya se está agotando. En materia de endeudamiento, el intento de esquivar el default con el Fondo activa un mecanismo que derivará en una multiplicación de la deuda en pesos, que crecerá con tasas astronómicas. El aumento de tasas también aumentará el peso de la deuda fiscal y cuasifiscal actual. Esta espiral de endeudamiento terminará comprometiendo una emisión monetaria muy superior, que tiene todas las posibilidades de culminar en un default de la deuda en pesos. Como las metas son contradictorias, y no van a cumplirse, Argentina incurrirá en incumplimientos comprometiendo los desembolsos y colocando el riesgo de default en cada revisión. Y por lo tanto disparando nuevas exigencias de parte del FMI que serán motivo de crisis sociales y políticas.

En otro plano el FMI se negó a girar U$S 15.000 mil millones iniciales como pidió el gobierno, lo cual no solo mantendrá la rienda corta sino que seguirá el riesgo bancario en tanto las reservas se mantengan en virtual negativo como en la previa a la firma del pacto.

Bien visto, el acuerdo con el FMI se reduce a patear para adelante un default que a todas luces amenaza como inevitable. La postergación de los vencimientos por dos años y medio con el FMI hará coincidir los nuevos pagos con los que se acumulan con los bonistas privados, que crecen significativamente desde el 2025 y aún más fuertemente en el 2026. Asistimos a un replay agravado de la renegociación de la deuda realizado con los bonistas privados, que estuvo lejos de abrir el mercado de crédito internacional como prometía Guzmán. El riesgo país, que tiene en la actualidad fluctúa entre los 1.600 y 1.800 puntos, es la constatación más evidente de este fracaso. Como ni esa negociación con los privados ni esta con el FMI reduce el peso de la deuda, todos los analistas descuentan que será inevitable una nueva renegociación que deberá ser encarada por el próximo gobierno.

En cuanto a los salarios y las jubilaciones, hay que mencionar que arrancan este proceso luego de cuatro años de deterioro. En los últimos 4 años, la caída salarial promedio fue del 16,2%, mientras que la de los precarizados y no formales superó ampliamente esa cifra. Las jubilaciones vienen de dos reformas regresivas. El ataque a las jubilaciones ya aparece en el borrador de acuerdo, apuntando a los “regímenes especiales”, que cuentan con el 82% móvil, y en la perspectiva del aumento de la edad jubilatoria. A esto se agrega los golpes a la moratoria previsional, y el plan de transformarla en la Puam votada bajo el gobierno de Macri, menor que la mínima. La nueva fórmula jubilatoria no ha impedido el deterioro del poder adquisitivo en tiempo real, reduciendo el porcentaje del PBI destinado al sistema, pero ante un eventual retroceso futuro de la inflación se planteará una nueva crisis con la propia fórmula de movilidad varias veces alterada. La pauta salarial que viene imponiéndose, del 40–45% anual, está 10 puntos por debajo de la inflación proyectada. La lucha por paritarias libres y por la defensa del salario será una de las claves de la etapa en tres sentidos: recuperación de lo perdido, elevación de los pisos a una verdadera canasta familiar y actualización por inflación.

El derrumbe del consumo interno es un requisito del Fondo y no solo por el impacto fiscal de los salarios estatales. Ocurre que un crecimiento del consumo en el país, que impulse la actividad al 100% de la actividad instalada, plantearía un aumento de las importaciones que llevaría a ahogar el superávit comercial (algo que ya ocurrió en diciembre de 2021) y transformarlo en déficit. Por lo tanto, compromete los ingresos que para el Fondo deben ir al pago de la deuda externa. Por eso el acuerdo establece taxativamente un piso bajo de crecimiento, en función de buscar acumular divisas, algo que va en contra de cualquier plan de desarrollo nacional, que debería utilizar esas divisas para financiar la inversión industrial y en infraestructura. Es significativo que bajo las condiciones actuales el crecimiento del consumo acentúa la crisis de balanza de pagos, es una expresión de la incapacidad de fondo del capitalismo de elevar significativamente el nivel de vida de las masas (lo cual no se contrapone con que debamos luchar por esta elevación, por supuesto).

El objetivo del aumento del superávit comercial también está detrás de la agenda de depredación de la naturaleza: las petroleras en el sur, la megaminería en Chubut, Catamarca, Mendoza, la exportación de litio sin ningún tipo de industrialización, la expansión de la frontera agraria con quemas y desmontes y toda la agenda de depredación ambiental. Quienes venden estas iniciativas como un factor de desarrollo nacional simplemente mienten, conscientemente de que los recursos que generen las mismas irán en gran parte a las multinacionales involucradas, y en menor medida a generar los dólares para el pago de la deuda. Contra lo que dice el gobierno, la expansión de la megaminería tiene características de enclave con regímenes fiscales de tenencia de tierras, de regulación ambiental y de giro de utilidades armados totalmente a la medida del capital minero. Lo mismo ocurre con los esquemas de inversión petroleros, que están diseñados para que las multinacionales puedan girar utilidades eludiendo los controles por medio de sociedades offshoreshore, un esquema que montó el kirchnerismo con el pacto secreto con Chevron.

¿Es viable el esquema económico armado por el gobierno y el Fondo? Nadie afirma que sea una vía al desarrollo. El argumento del gobierno para capitular, una por una, a las exigencias del fondo, es que el default plantearía un escenario aún peor. En nuestra agitación, debemos explicar sistemáticamente la diferencia entre un default capitalista, al cual se llega por la incapacidad de pagar una deuda que se asume, y nuestra posición, que es la investigación y el desconocimiento de la deuda por su carácter confiscatorio de la riqueza nacional y como mecanismo de reforzamiento de la explotación de los trabajadores, y oponerle un plan económico y político de la clase obrera, con la nacionalización de la banca y el comercio exterior para volcar todos los recursos del país a un desarrollo nacional.

Dicho esto, se abren escenarios alternativos, que dependen básicamente de la evolución de la crisis mundial. Las perspectivas económicas del país se entrelazan con la evolución del mercado mundial. El gobierno apuesta a que un aumento de los precios de la soja y las commodities, sumado a que se mantenga por un tiempo el esquema de tasas de interés bajas de la reserva federal, lo ayude junto con el impulso del rebote económico, a pilotear la tormenta durante el primer año de vigencia del acuerdo, para llegar con aire al proceso electoral. Cuenta también con que la apreciación del real siga mejorando en forma indirecta los términos del intercambio con Brasil y que la inflación internacional vaya aliviando la relación entre deuda y exportaciones.

Pero este escenario es de difícil cumplimiento. Por un lado, la guerra en Ucrania plantea un aumento de los precios de la energía que golpeará en la cuenta de los subsidios, o en forma de tarifazos aún mayores. En 2021, Argentina importó gas natural licuado por 1.100 millones de dólares, a U$S 8,50 el millón de BTU. Hoy cuesta tres veces esa suma, triplicando el déficit que no compensa el aumento del precio de la soja, que tendrá también una merma absoluta por la sequía. El aumento de los precios de los alimentos y la energía amenaza con disparar una inflación que ya está sobre el 50%. Más en general, la guerra ya plantea un escenario de retracción mundial, de la mano del quiebre del mercado mundial que implican las sanciones, y del dislocamiento de los mercados financieros con la exclusión de los bancos rusos de los mecanismos internacionales de pago (esta medida golpea específicamente a la city de Londres, asiento de capitales de la oligarquía rusa por excelencia). Las consecuencias de este dislocamiento del mercado mundial son incalculables. Por otro lado, el plan de la reserva federal norteamericana es avanzar en un aumento de tasas (en parte una reacción al incremento inflacionario) y ya está ya en marcha, por vías indirectas. La reserva federal se viene retirando del sostén de los bonos y acciones y se especula con un aumento próximo de las tasas de interés de referencia. La tendencia a la fuga de capitales de los llamados emergentes es de carácter global, el viento para Argentina viene de frente.

Todo este cuadro conduce a que la variante más probable es que el pacto con el Fondo lleve a una acentuación de la bancarrota económica con un enorme impacto social en una población empobrecida ya después de 4 años de crisis económicas y ajuste. En esas circunstancias, el factor decisivo será la reacción del movimiento obrero frente a la situación. El rol del Partido Obrero organizando las luchas y planteando, con el Frente de Izquierda, una alternativa, tiene entonces una importancia central.

El FMI y el régimen político

Aunque el acuerdo con el FMI es apoyado por el 90% del arco patronal, abarcando desde la mayoría del gobierno a la totalidad de Juntos por el Cambio, no abrirá un período de “unidad nacional” sino que acelerará la disgregación de los bloques políticos principales. La razón de ello se debe básicamente a dos razones. Por un lado, a que la envergadura de la bancarrota económica plantea la necesidad de descargar la crisis no solo sobre las espaldas de los trabajadores sino también sobre sectores capitalistas, al menos parcialmente. Una característica distintiva de las grandes crisis consiste en que los capitalistas buscan una salida mandando a la quiebra el capital sobrante para reconstituir la tasa de beneficio. Por el otro, a la caracterización unánime de que el acuerdo no abre ningún horizonte de crecimiento y estabilidad, por lo cual las fuerzas políticas tienden preventivamente a eludir la responsabilidad sobre una crisis que descartan se agravará. En ese sentido Patricia Bullrich aclaró que el Congreso solo votará el financiamiento para el Estado, pero no un plan económico cuya implementación será responsabilidad exclusiva del gobierno.

El apoyo al acuerdo por el oficialismo y la oposición de derecha es el resultado de la presión del FMI y más en general de la burguesía tomada en su conjunto. Pero por eso mismo el FMI queda convertido en un árbitro privilegiado de la crisis política en curso. La aceptación de la revisión trimestral (con informes diarios) de los técnicos del Fondo sobre la economía argentina abre la puerta a un escenario que oscilará entre el cogobierno del FMI y el chantaje permanente. Bastará con que el FMI declare que las medidas no se cumplieron o que no arrojaron los resultados esperados para imponer medidas de ajuste adicionales amenazando con cancelar los desembolsos y empujar al país al default. Las revelaciones sobre la “letra chica” del pacto son muy claras en este punto, no solo por el nivel del ajuste pactado sino por la metodología aceptada por el gobierno. De un modo bochornoso los “nacionales y populares” terminaron transformando al FMI, o sea al imperialismo yanqui, en el árbitro de la política local. Como tenemos un proceso electoral por delante, donde se elegirá nada más y nada menos que el nuevo gobierno, al FMI se le concede el lugar de elector privilegiado, con capacidad para incidir de un modo decisivo en el resultado de la contienda. Por ejemplo, un informe negativo del FMI sobre el cumplimiento de las metas, o más aún la decisión de no realizar los desembolsos pactados, produciría una corrida cambiaria con un impacto inevitable en el proceso electoral. No es casual que el ala más crítica del oficialismo, encarnada por Fernanda Vallejos, Boudou y cia., afirme que el acuerdo solo sirve para asegurar que el gobierno llegue al final del mandato y transfiera, derrota electoral mediante, el poder a Larreta u otro candidato de la derecha política. Este razonamiento, a priori irrefutable, no tiene en cuenta que sin acuerdo el gobierno no llegaría siquiera al final de su mandato. Es que la ruptura con el FMI y más en general un choque con el capital financiero internacional no está en la hoja de ruta de ninguna de las fracciones de los partidos burgueses de la Argentina. Una ruptura real con el Fondo solo puede llevarse adelante mediante un programa de defensa nacional que ataque decididamente el monopolio capitalista de la banca, del comercio exterior e interior y más en general sobre el conjunto del proceso económico. Todas medidas que superan por lejos el horizonte del nacionalismo de contenido burgués y que solo pueden ser llevadas adelante por un gobierno de los trabajadores.

La disgregación política afecta en primer lugar al oficialismo, que de entrada se estructuró sobre una base frágil de tres cabezas: Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Massa. Según todas las informaciones periodísticas este último jugó un papel importante en las negociaciones con el Fondo, apelando a sus vínculos con el Departamento de Estado yanqui. Hay un tándem proyanqui consolidado al interior del gobierno, compuesto por el ya mencionado Massa, el jefe de gabinete Manzur, Béliz y Argüello, el embajador argentino en los EE.UU. Es probable que el imperialismo opere buscando una fractura del Frente de Todos, en el sentido de aislar o separar a la fracción kirchnerista. Pero en las actuales condiciones políticas es altamente improbable que una ruptura del Frente de Todos abra paso a la formación de un nuevo centro político entre el albertismo-massismo y las llamadas “palomas” de Junto por el Cambio. Por eso todas las fracciones del Frente de Todos quieren evitar una ruptura ya que facilitaría el triunfo del macrismo, que le acaba de ganar al peronismo unificado en las elecciones intermedias. Pero mantener la “unidad” no es gratis ya que lo condena a la parálisis por sus choques y contradicciones internas. En muchas ocasiones esos choques adquieren la dimensión de verdaderos bochornos públicos, como sucede por ejemplo con las habituales peleas entre Berni y los ministros del gobierno nacional, sea por cuestiones de seguridad, narcotráfico o más recientemente el incendio en Corrientes.

Es importante observar que el ala más golpeada en esta crisis es el kirchnerismo, pues el contraste entre su discurso y las implicancias reales del pacto con el FMI son simplemente inmensas. La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados del Frente de Todos fue una maniobra política ante el creciente descontento de una base popular que sigue al kirchnerismo. Pero la parálisis que siguió a su renuncia, sumada al hecho de la permanencia de los cuadros de La Cámpora en todos los cargos que detentan en el Estado, abre el peligro de aislar más al kirchnerismo, dividirlo y condenarlo a la intrascendencia. El prolongadísimo silencio de Cristina opera en el mismo sentido, ya que objetivamente equivale a un default político. En su pronunciamiento sobre la guerra recordó que siendo presidenta había ordenado votar en contra de la anexión de Crimea, poniéndose del lado de la Otan. Incluso fue más a fondo, defendiendo como principio la integridad territorial de los Estados, una posición reaccionaria, que la coloca del lado por ejemplo de la monarquía española, del estado turco y del sionismo, contra los catalanes y vascos, los kurdos y el pueblo palestino. La asimilación subjetiva de sectores populares que la tienen como referencia debe ser materia de verificación por medio de una campaña política de denuncia, clarificación y movilización contra el pacto ajustador.

Esta crisis también envuelve a alas izquierdas del gobierno, como Yasky que convoca una marcha contra el FMI y a favor del gobierno, o la CCC-PCR que realiza cortes inocuos en La Matanza. Es vital clarificar su posición de colectora de un gobierno ajustador. Desenmascarar las maniobras de todos estos sectores es una de las tareas centrales de la próxima etapa. La emergencia de una ruptura parcial de sectores de centroizquierda con el gobierno es un escenario posible y requiere entonces del Partido Obrero y el FIT-U una enorme iniciativa para achicar sus márgenes de acción. Pero por sobre todas las cosas, la desilusión con el gobierno es fenomenal en la base que depositó sus expectativas en un recambio contra Macri, lo que nos abre una posibilidad de avanzar en debates y reagrupar.

En donde se estructura una centroizquierda, es un adversario importante del FIT-U en todos los terrenos, como es el caso de Santa Fe fundamentalmente, pero también Mendoza (Partido Verde), Catamarca (Frente Amplio) o incluso Chubut, con el Pich, una formación política provincial de influencia evangélica con discurso antiminero. La lucha política contra estos sectores es un problema de primer orden, que debe llevarse adelante principalmente buscando involucrar a las masas obreras y a los explotados en las luchas, incluida la ambiental. Política y metodológicamente es importante establecer una caracterización de clase de los movimientos de lucha, y buscar por todas las vías destacar los aspectos que interesan a los trabajadores para ganarlos a la acción. Esto no significa rechazar una colaboración con sectores medios o pequeñoburgueses, sobre la base de un programa común de choque con el capital, aunque ese choque sea de modo parcial. El avance del PO y del FIT-U está condicionado por el avance mismo de los trabajadores en la situación política. Pretender independizar una cosa de la otra conduce al electoralismo y a desplazar la atención de los trabajadores a la pequeño burguesía.

La crisis al interior del gobierno tiene su traducción en los tribunales, donde las denuncias contra la camarilla kirchnerista son una amenaza cierta en caso de que quieran sacar los pies del plato. El anuncio de Alberto Fernández de que las candidaturas del Frente de Todos se resolverán por las Paso va también en el sentido de un chantaje al kirchnerismo, que no tiene condiciones de ganar una disputa interna dentro del peronismo y expresa las tendencias centrífugas (ruptura) al interior del Frente de Todos. Cristina no está en condiciones de armar la vieja Unidad Ciudadana con la que rompió oportunamente el PJ, al menos con alguna perspectiva electoral de importancia.

La disgregación afecta también a la oposición macrista. El fracaso del gobierno de Macri está aún fresco en la memoria de la burguesía y condiciona los movimientos políticos de la derecha. Mientras el ala de Patricia Bullrich y del propio Macri afirma que este fracaso se debió al “gradualismo” y que de llegar al gobierno deberán aplicar un ajuste reforzado, el ala de Larreta plantea que es necesario un acuerdo con sectores del peronismo, que no se limite a un pacto parlamentario, sino que se plasme en el ingreso de ministros para dar lugar un verdadero cogobierno. El radicalismo por su lado tiene su propia disgregación, al punto que se dividió en la Cámara de Diputados formando dos bloques. El sector que responde a Nosiglia-Lousteau aspira a actuar como socio menor de Larreta, en el caso de que las divergencias en el PRO se profundicen. Su aspiración es quedarse con la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Mientras tanto el sector mayoritario de la UCR, que responde a Morales, amenaza con un candidato radical en unas Paso de Juntos por el Cambio, aunque es probable que sea solo un instrumento de negociación. Morales, aunque aparece cercano a Patricia Bullrich, a la vez le ha votado varias leyes al gobierno nacional y mantiene un pacto con Massa en la provincia de Jujuy, donde el Frente Renovador integra su gobierno.

La tendencia a la disgregación política se ha puesto de manifiesto en el fracaso de las sesiones extraordinarias del Congreso. Alberto Fernández había enviado un temario para su tratamiento durante febrero, pero ninguna de las dos cámaras se reunió siquiera para considerarlo. El fracaso de las extraordinarias convocadas por el propio gobierno es un dato de la magnitud de la crisis política abierta tras la derrota electoral del peronismo en las intermedias. El gobierno quedó sin presupuesto, obligado a gobernar por decreto como resultado de esa situación. Los choques entre el oficialismo y la oposición de derecha, pero por sobre todo las crisis al interior de los bloques principales, avizora una parálisis del Congreso durante el año en curso. El voto del acuerdo con el FMI puede llegar a ser un hecho excepcional y a la vez revelador: un Congreso que se reúna solo para votar ese pacto y que luego entre en la más completa parálisis. Para el gobierno esta situación implica un agravamiento de la crisis, porque lo obligará a gobernar por medio de decretos, lo que lo expone a pagar costos políticos mayores. La oposición difícilmente se oponga a esta parálisis del Congreso, ya que le sirve para exponer al gobierno a su propia debilidad y a que asuma en soledad el ajuste pactado con el FMI y las consecuencias sociales y económica que traerá aparejado. A la vez, para la oposición el funcionamiento del Congreso es un problema porque expone sus propias divisiones internas. Ha sido muy reveladora la firma de un comunicado de los gobernadores radicales del norte junto a sus pares peronistas, avalando la quita de subsidios al transporte público en CABA, dejando a Larreta en soledad.

Hay que tener en cuenta que el acuerdo implica un ajuste contra los presupuestos provinciales, por la vía del recorte de las transferencias no automáticas. Sumado, el tarifazo en las provincias avanza a pasos mas veloces, arrancando de tarifas más altas e impactando, en gran parte del país, sobre salarios más bajos. Contra la tesis de que el recorte de subsidios afectaría fundamentalmente al AMBA y que busca colocar el problema como una oposición entre Buenos Aires y el interior, hay que denunciar el impacto nacional que va a tener. El aumento en la generación eléctrica va a sumarse al que ya se implementa en muchos distritos en el valor de distribución, generando un tarifazo reforzado. Distrito por distrito, debemos caracterizar cómo impactan las medidas de ajuste para ajustar las consignas, los planteos y la actividad del partido y golpear a los bloques políticos patronales locales.

De fondo, las divisiones de los bloques principales reflejan el descontento de todas las clases sociales sobre la situación del país. Ninguna clase social ni sector interno en las que estas se divide se declara satisfecha con la situación actual. Incluso los sectores capitalistas que han obtenido ganancias extraordinarias desconfían sobre la sustentabilidad de la política actual. Habitualmente las encuestas de opinión recogen este estado de ánimo con el crecimiento del rubro de quienes piensan que el país estará peor de lo que está ahora. Este estado de situación alimenta el crecimiento de los fachos llamados “libertarios”, con Milei a la cabeza. Esas mismas encuestas reflejan un crecimiento del apoyo a su eventual candidatura presidencial, que ya no sería solo en la Ciudad de Buenos Aires sino en todo el país. Es lícito creer que un fenómeno de este tipo perjudicaría especialmente a la derecha macrista, aunque en la Ciudad de Buenos Aires las cosas se dieron de otro modo. Milei recogió votos en las comunas del sur de la Ciudad, robándole votos no solo al macrismo sino también al peronismo. El discurso derechista golpea allí donde el kirchnerismo hace agua: el llamado “Estado presente” se revela ante una parte de la población como una losa que se apropia de recursos generados por la población sin que la contraparte que ofrece tenga equivalencia alguna. La lucha política contra esta derecha fascistizante debe tener en cuenta estos planteos, para polemizar con ellos mostrando que detrás del discurso de los “libertarios” se esconde la pretensión capitalista de eliminar los impuestos sobre el capital y descargarlos enteramente sobre los trabajadores y consumidores. Y a la vez, mostrar que detrás de su planteo de reducción de impuestos se esconde una política de privatización entera de la educación y la salud, como así también eliminar todo gasto de asistencia social. La lucha contra esta derecha debe hacerse sin la menor concesión a la orientación kirchnerista y sus planteos de “Estado fuerte”. Hacerlo no solo sería un error desde el punto de vista de los principios, sino que facilitaría el trabajo de demagogia de la derecha en concitar el apoyo de sectores populares a sus planteos.

Se puede afirmar que hasta cierto punto y a su modo, la consigna votada por el PO en el XXVII Congreso “abajo el régimen de hambre y miseria de los que nos gobernaron en las últimas décadas” fue explotada y es explotada por esta derecha reaccionaria. Aunque reducida por el momento a Capital y provincia de Buenos Aires, ha tenido, en este radio de acción, un mayor éxito que la izquierda en esta tarea. Es cierto que la campaña electoral del FIT-U chocó con obstáculos propios (una negativa a actividades comunes que pudieran fortalecer su intervención en la lucha política y electoral: congreso del FIT-U, e incluso un acto común). Sin embargo, la razón por la que la derecha ha tenido más éxito que la izquierda en la explotación de esta impugnación general al régimen debe encontrarse en la propia dinámica de la lucha de clases. En el último período ha primado una política de contención de la clase obrera y los sectores populares, con la excepción parcial del movimiento piquetero, que hoy tiene una fracción independiente con un alcance significativo en algunos sectores de las masas. La falta de una acción independiente de la clase obrera e incluso de un mayor volumen de luchas económicas o parciales opera como un freno a la capacidad de la izquierda en ser el canal del repudio al régimen en su conjunto. Este vínculo se constata a la luz de nuestro desarrollo, inclusive electoral. La elección del FIT-U en la provincia de Buenos Aires está muy vinculada al accionar del movimiento piquetero, aunque no se agota ahí. En Neuquén, hicimos una excelente elección en un cuadro de luchas salariales muy importantes. En Chubut, nuestro progreso electoral se vincula con las enormes luchas por el pago de salarios y, luego, con la lucha antiminera.

De este análisis se deriva una hoja de ruta de trabajo: por un lado, una campaña de agitación política contra el régimen del FMI, sus partidos y sobre las consecuencias directas que esa política tiene para las masas, para lo cual la tribuna parlamentaria deberá jugar un papel central; y por el otro, impulsar la acción directa de las masas, promoviendo la resistencia a la ofensiva capitalista, empezando por los lugares de trabajo y denunciando y delimitando posiciones de la burocracia entreguista, principal factor de contención del movimiento obrero. Un reguero de luchas económicas sería de enorme valor para tonificar a la clase obrera y en primer lugar al activismo. Para nuestro partido esta hoja de ruta plantea la necesidad de desplegar el conjunto de sus fuerzas, tanto de su militancia orgánica como la que esta influencia y organiza gracias a su actividad. La agitación directa del Partido se complementa con la lucha que libra el movimiento piquetero y también los sindicatos combativos dirigidos por la izquierda. La reciente conquista del Sutna de un bono especial en Bridgestone tuvo un impacto enorme en las fábricas. Es normal que