Expediente 2870-D-2021
Proyecto de declaración
Art 1°- La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires repudia los dichos de la ministra Soledad Acuña y exige al ejecutivo del GCABA que la separe de su cargo.
Fundamentos
Una vez más, Soledad Acuña, la ministra de Educación de CABA, se expresó en declaraciones radiales de forma discriminatoria y reaccionaria contra los y las estudiantes que tuvieron que desertar de la escuela, producto de la pandemia y la falta de políticas educativas, demostrando su orientación como defensora de un régimen social que solo hace crecer la pobreza y la deserción escolar. Además de no hacerse cargo de su propia política, en tanto la deserción abarca también a la matrícula de la ciudad de Buenos Aires y hay registros de las escuelas que denuncian que faltan recursos para renvincular estudiantes, a su vez que se desentiende sobre cualquier tipo de plan para reintegrar a las y los estudiantes.
Una Ministra de Educación que declara que “es muy tarde para salir a buscar a los chicos” que quedaron fuera del sistema educativo, confiesa que no puede cumplir con la tarea elemental de esa cartera, que es garantizar la educación al conjunto de la población, particularmente a la población pobre. Por eso exigimos que sea removida de su cargo.
El tema de fondo en las declaraciones radiales era la deserción escolar, innegable luego de la pandemia. Los datos y la propia experiencia de las familias, la juventud y la docencia lo demuestran.
¿De quién es la responsabilidad de la deserción escolar y qué hicieron los gobiernos para evitarlo?
A nivel nacional, todos los años alrededor de 360.000 estudiantes deben dejar sus estudios. Con la pandemia se expresó con mayor crudeza esta cifra. Proyecciones, realizadas en forma separada por la Universidad Di Tella y Flacso, coinciden en hablar de una pérdida de 1,5 millones de alumnos, es decir, entre 13 y 15% en los tres niveles obligatorios (inicial, primaria y secundaria) y en el superior no universitario. El gobierno anunció que 1.800.000 estudiantes presentaron dificultades ya sea por haber perdido contacto con la escuela o por haber discontinuado su proceso de aprendizaje durante la pandemia.
La deserción escolar durante la pandemia estuvo directamente relacionada con una desigualdad social creciente que impacta en las trayectorias educativas. Quien no tuvo computadoras ni conectividad, que era la única forma de hacer un acompañamiento pedagógico durante la suspensión de clases presenciales, se quedó afuera de la escuela.
No hubo programa nacional o juridiccional de distribución masiva de dispositivos, ni conectividad en los barrios. Tampoco becas para adquirirlas. Tanto el gobierno nacional, como el de la ciudad son responsables de la deserción escolar.
La “pelea” entre nación y ciudad sobre la presencialidad en pandemia, con el riesgo que ello conlleva para la comunidad educativa, tuvo como contexto la falta de recursos disponibles para acompañar la escolaridad, producto de un ajuste histórico en las partidas presupuestarias del área social y educativo.
El gobierno de la ciudad, que hizo una bandera de la presencialidad, vio la oportunidad de hacer demagogia con este tema, mientras no ponía un peso para acompañar el proceso educativo. Los 6.500 “desvinculados”, una cifra inverosímil si la contrastamos con los aproximadamente 750.000 estudiantes matriculados en todo el sistema educativo de CABA, nunca fueron demostrados- a pesar que se solicitó información oficial desde esta bancada y desde diversos organismos de defensa de los derechos del niño, niña y adolescente- y en cada escuela hay registros muy por encima de esta cifra de estudiantes que desertaron. En este punto, aunque intenten diferenciarse de las provincias estimando que solo 100 estudiantes quedaron sin contacto escolar, hay que desmentirlo rotundamente, porque además no se está tomando en cuenta los que hace rato ya no están en la escuela o nunca ingresaron y que, por lo tanto, se debe tener una política para que reingresen a la escuela.
La falta de nombramientos de docentes para montar un programa integral de seguimiento de trayectorias escolares, las improvisadas “evaluaciones” de fin de año con contenidos educativos básicos y los anuncios “marketineros” no pueden esconder que la crisis educativa se agudizó y que es un problema crucial que preocupa a toda la comunidad educativa.
En un país con el 60% de pibes pobres, las declaraciones de la ministra son un ataque violento para aquellos estudiantes que se organizaron bajo duras condiciones reclamando que se le otorguen computadoras, conectividad y becas en los barrios, para acceder al elemental derecho a estudiar. En particular, hubo tres manifestaciones a la cartera educativa de CABA para solicitar computadoras, acceso a la conectividad y becas. Hemos acompañado como legisladores estos reclamos, que no dieron como resultado que se otorguen las justas demandas. Tampoco el ministerio nacional, a cargo de Nicolás Trotta, otorgó respuestas a las y los estudiantes quienes tuvieron que acampar en las puertas de dicho ministerio.
Rechazamos las declaraciones de Acuña y reclamamos su renuncia, pues su permanencia es incompatible con la defensa de la educación pública en la ciudad de Buenos Aires.
Por estos motivos solicitamos la aprobación del presente proyecto.