PROYECTO DE DECLARACIÓN EN REPUDIO A LA CAMPAÑA CONTRA LIBROS ESI Y CENSURA A ESCRITORAS ARGENTINAS EXPTE N°6983-D-2024

  • Libertades democráticas
  • Mujer y diversidades
  • Congreso Nacional
Declaración en repudio la campaña de demonización de las obras literarias de las escritoras Reyes, Venturini, Cabezón Cámara y Fantin, encabezada por la vicepresidenta Victoria Villarruel y sus acólitos.

PROYECTO DE DECLARACIÓN

La Honorable Cámara de Diputados de la Nación Declara:
Su repudio a la campaña de ataques y persecución ideológica contra la literatura sugerida
para adolescentes y el derecho a la educación sexual en las escuelas por parte de la
vicepresidente de la nación, Victoria Villarroel, periodistas acólitos del poder y ONGs
vinculadas a las iglesias, que reclaman asimismo la censura de escritoras argentinas.
Su denuncia de esta grave campaña de demonización propiciada desde el poder del Estado
y del hecho de que la misma pretende ser un mecanismo de amedrentamiento hacia las y
los docentes, que acompañan y promueven lecturas en el marco del hecho educativo, sin
connotaciones sexualizadas como en la que incurre la propia vicepresidenta.
Su denuncia de los ataques a quienes imparten una educación sexual laica, científica,
respetuosa de las infancias, las diversidades y libre de prejuicios. Su defensa de la
formación y enseñanza de la ESI laica y científica en todos los niveles educativos como
una herramienta de combate a las violencias que sufren las infancias y adolescencias y
las mujeres y diversidades bajo el régimen social capitalista, resistida y sub-ejecutada por
todos los gobiernos.
Su rechazo a las acusaciones realizadas por la vicepresidenta Villarroel y seguidores
libertarios contra una supuesta “sexualización de los niños”, responsabilizando a las y los
docentes que trabajan la ESI valiéndose de textos de escritoras que plasmaron en sus
novelas una mirada crítica hacia la desigualdad de género y la violencia que sufren las
mujeres, y manipulando la información en torno a contenidos que se utilizan con
adolescentes en los últimos años de secundaria y no con niños y niñas. Asimismo, su
denuncia de la proliferación de acusaciones por parte de sectores que promueven el
oscurantismo respecto de que las novelas tendrían contenido pornográfico por el simple
hecho incluir pasajes donde se habla de sexualidad, cuando ésta es constitutiva de la
existencia humana, y, por lo tanto, de las narrativas que emanaron de ella durante toda la
historia de la humanidad.
Su completa solidaridad con las y los docentes que se comprometen con la ESI, así como
con las escritoras que son objeto de esta campaña de difamación y censura, entre quienes
se encuentran las autoras de “Cometierra”, de Dolores Reyes, “Las aventuras de la China
Iron”, de Gabriela Cabezón Cámara, entre otras, y contra la obra de aquellas grandes
escritoras como Aurora Venturini, fallecida en 2015, de quién se popularizara la obra
“Las primas” post mortem.

Vanina Biasi
Mónica Schlotthauer
Nicolás del Caño
Alejandro Vilca
Christian Castillo

FUNDAMENTOS

Sr. Presidente:
Una reacción conservadora, con Victoria Villarruel a la cabeza, se encuentra
protagonizando una campaña contra la educación sexual integral, que se expresó en una
ofensiva de sectores conservadores vinculados a las iglesias contra la utilización de
novelas de diferentes escritoras argentinas, como material optativo de referencia para el
dictado de ESI en los últimos años de la escuela secundaria. Primero una ONG que
representa a padres de alumnos del colegio "Cristo Rey" en La Plata presentó una
denuncia penal contra el ministerio de educación de la Provincia de Buenos Aires, y luego
se sumaron periodistas aliados del oficialismo, militantes libertarios y la propia presidenta
Victoria Villarruel.
La campaña parte de burdas manipulaciones, expresadas en declaraciones de la propia
vicepresidenta, que lanzó acusaciones contra una supuesta "sexualización de los niños",
para referirse a materiales y novelas que algunxs docentes utilizan como material de
referencia para trabajar contenidos de ESI con adolescentes de los últimos años del
secundario, y no con niños y niñas. Contrariamente, la educación sexual, cuando es
impartida de manera laica y científica, brinda herramientas diferentes para cada etapa del
desarrollo de la vida de una persona, y precisamente entre las infancias, es un instrumento
poderoso para detectar y proteger contra la violencia y la "sexualización forzada" que se
manifiesta en los abusos, tremendamente extendidos entre lxs niñxs en nuestro país,
ayudando a identificar y abordar estas situaciones.
Esta ofensiva incluye un intento de censura contra diferentes escritoras argentinas.
Aducen que sus libros serían inadecuados para leer en las escuelas secundarias por incluir
escenas de encuentros sexuales. Además de una deformación que denota la perversión de
quién extrajo una parte del contenido de un libro que mayormente no leyeron, lo que hay
de fondo es una persecución ideológica contra autoras que plasmaron en sus novelas una
mirada crítica hacia la desigualdad de género y la violencia que sufren las mujeres, niñas
y adolescentes. Es el caso de Belén López Peiró quien recorrió la dolorosa experiencia de
ser abusada por un tío, la impune actuación del Estado y logró exponerlo bajo la forma
de una obra literaria que no solo refiere a una dolorosa experiencia cotidiana, sino que es
y será fuente de impulso para que muchas otras puedan romper el disciplina miento social
que se ejecuta cotidianamente a través del aviso de adultos sobre menores.
Se trata de algunos títulos incluidos en el Plan de Lecturas Bonaerenses, una colección
que incluye 108 obras literarias para trabajar en el nivel secundario y 122 para nivel
superior. Las críticas oscurantistas se posaron especialmente sobre “Cometierra“, de
Dolores Reyes, “Las aventuras de la China Iron”, de Gabriela Cabezón Cámara; y “Las
primas”, de Aurora Venturini. Sus detractores llegaron al punto de afirmar que esas
novelas tenían contenido pornográfico por el simple hecho incluir pasajes donde se habla
de sexualidad, cuando esta es constitutiva de la existencia humana, y, por lo tanto, de las
narrativas que emanan de ella. La perversión proviene en este caso, de mentes que
convierten un pasaje que refiere a la sexualidad humana, en un hecho excluyente, sucio y
despreciable. Así se enferma a una sociedad desde el propio Estado.
Como hemos señalado, la vicepresidenta aprovechó la polémica para hacer demagogia
derechista. En su cuenta de Twitter publicó unos fragmentos de la novela “Cometierra”,
donde se narraba una escena de sexo, y expresó: “Existen límites que nunca deben
pasarse. ¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven
estas agendas nefastas!”. Un enfoque absolutamente retrógrado en términos artísticos y
pedagógicos. Además, hipócrita, teniendo en cuenta que el presidente se la pasa utilizando
metáforas sexuales -muy perversas, por cierto- y sus dichos no objeto de críticas de estos
mismos espacios que arremeten contra esta literatura optativa. Que una institución como
la congregación “Cristo Rey” se atreva a opinar sobre literatura y silencie cotidianamente
los abusos sexuales contra niños y adolescentes cometidos en las instituciones de la
Iglesia, pone de relieve el carácter puramente político reaccionario que persigue la
denuncia alejado completamente de una verdadera preocupación por la integridad de los
jóvenes.
El encono particular contra los títulos mencionados obedece principalmente a la
identificación política e ideológica de las autoras, que, inevitablemente, se refleja en su
prosa. A Villarruel y compañía les molesta que en las escuelas se visibilice y se eduque
contra la violencia de género presente en la sociedad y que lxs docentes planteen otra
forma posible de vincularnos entre varones y mujeres. Les repele que “Cometierra”
denuncie la proliferación de los femicidios en los barrios populares; que en “Las aventuras
de la China Iron” la esposa de Martín Fierro vaya en busca de su deseo y quiera explorar
la sexualidad por fuera de los parámetros heteronormativos; o que en “Las primas” se
aborde el tema del abuso sexual y que su protagonista se haya negado a obedecer
mandatos de género. En definitiva, rechazan la enseñanza y la literatura que se atreve a
cuestionar la sexualidad moldeada bajo principios de sometimiento propios de la sociedad
capitalista. Principios invaluables para el gobierno a la hora de disciplinar a las mayorías.
Si bien los sujetos construyen imaginarios en base a determinados consumos, leer
ficciones con la guía de un docente permite problematizar cómo aparecen representadas
las relaciones interpersonales al interior de la trama. A través de los personajes, los
estudiantes pueden identificar el abuso, las desigualdades y las jerarquías, lo cual les
brinda herramientas para decodificar esas situaciones cuando se presentan en la vida real.
La lectura también los invita a familiarizarse con la diversidad y trabajar la empatía.
Los ultramontanos que se escandalizan de que aparezca el sexo en las ficciones, en
realidad, quieren eliminar estos espacios de reflexión para que ese vacío sea ocupado por
una educación sexual que reproduzca pautas opresivas, como aquella que imparten las
ONG del Opus Dei en las capacitaciones oficiales organizadas por el gobierno o la que
se encuentra fácilmente en internet. Ven pornografía donde hay palabra poética, pero
buscan censurar esta última para que los pibes solo tengan acceso a la primera.
Por otro lado, la visión de que a los jóvenes hay que darles literatura desprovista de
elementos conflictivos -como la sexualidad, la política, las drogas- parte de la idea de que
los estudiantes secundarios son incapaces de producir pensamiento crítico, y, por lo tanto,
deben mantenerse ajenos a aquellas temáticas que supongan cierta disputa de poder. Una
subestimación absolutamente funcional a los planes de Milei y Villarruel, quienes quieren
una juventud adormecida y apática incapaz de rebelarse contra las injusticias de su
gobierno.
Lo más grave de esta cruzada reaccionaria es que pisotea el derecho a la cultura de los
niños y adolescentes de los sectores más carenciados. La campaña de demonización
propiciada desde el Estado es, antes que nada, un mecanismo de amedrentamiento hacia
los docentes. A partir de ahora, muchos optarán por no llevar esos libros al aula, y, de ese
modo, aquellos estudiantes que no tengan biblioteca en sus casas ni dinero para gastar en
una librería se perderán la oportunidad de entrar en contacto con esas obras tan
importantes de la literatura argentina. En cambio, no sufrirán la misma privación quienes
les tocó nacer en hogares con mayor capital económico y cultural. Finalmente, los
liberfachos quieren mutilar las bibliotecas escolares para estrechar aún más el horizonte
de los pibes pobres.
La mejor respuesta frente a tanta reacción gubernamental la dan los estudiantes de la
escuela pública, que han sacado a relucir sus trabajos sobre “Cometierra”, mostrando que
la apropiación del lenguaje literario en las aulas funciona de combustible para encauzar
su propio proceso creativo.
Porque defendemos una educación sexual laica y científica, porque defendemos a las y
los docentes comprometidos con esta causa, y porque nos oponemos a la censura,
solicitamos a las y los diputados nacionales el acompañamiento del presente proyecto de
declaración.