El paro del próximo 9 de mayo plantea una gran pelea de la clase trabajadora contra el gobierno y las patronales. Aunque la CGT se esforzó en negociar la entrega, ni Milei ni los empresarios quieren saber nada con una medida que unifica la fuerza de millones de personas. Por eso, debemos organizarnos contra todas las presiones y maniobras para que el 9 sea una expresión de lucha contundente, con un paro total.
Los trabajadores sufrimos una ofensiva de guerra, con pérdida histórica de salarios y jubilaciones. “No hay plata” para pensiones y alimentos, pero sí para los fugadores seriales amigos de Caputo.
La ley “Bases” contiene una reforma laboral que estableció no tiene nada de “liviana”: eleva el período de prueba hasta 8 meses, precarizando a “los nuevos”. Estos reemplazarán a “los viejos”, que podrán ser despedidos en forma más barata si implementan en su gremio la destrucción de la indemnización tipo UOCRA. El despido por discriminación de cualquier tipo (persecución a activistas, género, etc) es facilitado, pues quita la protección legal que implicaba reinstalación. Entre estatales, se legaliza el despido de la planta permanente por mera voluntad del gobierno. Se habla de la escalofriante cifra de 100 mil nuevos despidos. Para los capitalistas que negrearon, perdón de sus multas. Para los trabajadores que apenas superan la línea de pobreza, vuelta de “ganancias”. Como si todo esto fuera poco, se habilitan nuevas privatizaciones.
Es una ley rabiosamente antipopular. Por eso, es criminal que la CGT no haya parado y movilizado cuando se trató en diputados. Si Milei avanza, es porque tiene cómplices: a sus 37 diputados no solo se sumaron todos los del PRO y la UCR, sino también de sectores del peronismo. Y quienes votaron en contra siendo del PJ nada hicieron para impulsar una movilización popular que habría jaqueado al gobierno. Solo los diputados y diputadas de la izquierda, como Romina del Plá, dieron la pelea dentro y fuera del Congreso.
Sin embargo, no está dicha la última palabra. Queda la votación en el Senado. Obviamente, no podemos confiar en ese órgano, que acaba de autoaumentarse el sueldo mientras el pueblo pasa hambre. Y que depende de los mismos gobernadores y partidos patronales que transaron en diputados. Pero sí podemos confiar en la clase trabajadora. Contra los discursos interesados, demostró que tiene fuerza para salir a las calles.
Desde el 20 de diciembre, hemos protagonizado jornadas multitudinarias en enero, marzo (el 8 y el 24) y abril, cuando un millón de personas, con docentes, no docentes y estudiantes a la cabeza, coparon el país en defensa de la universidad pública.. Y por abajo, se abren paso luchas importantes. El SUTNA para por su paritaria y contra los despidos, AGD y el sindicalismo universitario y el movimiento estudiantil darà continuidad a la rebelión universitaria, aceiteros paró contra la Ley bases, los obreros siderúrgicos vienen protagonizando grandes movilizaciones por el salario. El movimiento piquetero combativo va a una gran jornada contra el hambre. El propio 1 de mayo desbordó las pretensiones de contención que tenía la burocracia sindical.
Con el paro del 9 tenemos que hacer lo mismo: garantizar su concreción en todos los lugares de trabajo. Con unidad desde abajo, podemos enfrentar todas las maniobras para quebrarlo, incluidos los burócratas carneros, como Fernández de la UTA. Y apoyarnos en las direcciones clasistas y antiburocráticas. Un gran paro el 9 debe ser parte de la lucha por voltear esta ley nefasta: el día que se trate debe haber un paro activo de 36 horas.