El triunfo de Alberto Fernández en primera vuelta confirma lo que ya estaba anunciado en las PASO. Pero el dato de la elección es la reducción de su votación respecto a las Paso y, en especial, de su diferencia con el macrismo. Desde las Paso, el macrismo realizó una campaña de movilización de su base mientras Alberto Fernández y el Frente de Todos llamaron a no salir a la calle y se dedicaron a darle señales a los mercados, planteando una reestructuración de la deuda en los términos más amigables para el capital financiero y promoviendo la devaluación del peso, después del 11 de agosto.
Con seguridad, Alberto Fernández invocará este resultado para justificar la derechización de su política. Se abrirá una etapa de colaboración entre el ganador y el perdedor en torno a la descarga de la crisis capitalista sobre las espaldas de los trabajadores. Macri deberá apoyar las principales medidas que tomará Alberto Fernández de renegociación de la deuda, pacto con el FMI y la política de ajustes fiscales que afectará al pueblo trabajador.
El cuadro de polarización afectó la votación del Frente de Izquierda-Unidad. El corte de boleta en favor de los cargos legislativos expresa que parte de la base del Frente de Izquierda se volcó al peronismo para garantizar la derrota de Macri.
El Frente de Izquierda-Unidad desarrolló un programa que concentra los principales problemas planteados en América Latina y resume las aspiraciones de los pueblos que se levantan contra los ajustes capitalistas que llevan adelante los gobiernos de diferente signo político. La bancarrota económica que envuelve a la Argentina condicionará todo el proceso político inmediato y planteará la lucha de los trabajadores contra el intento de descargar la crisis sobre sus espaldas.
El Partido Obrero se esforzará por desarrollar una política para enfrentar el pacto social que pretende descargar la crisis sobre los trabajadores.