Gabriel Solano expresó: “Las escuelas voucher, y la eliminación de la obligatoriedad de la educación implican un salto en la privatización y en el desmembramiento del sistema educativo. Los sectores con mayor poder adquisitivo podrán sumarle al presupuesto implícito en el voucher montos adicionales para obtener un servicio educativo de mejor calidad. Por ejemplo, quien pueda pagar esos montos adicionales podrá asegurarse acceso a idiomas, expresiones artísticas, etc. Así, se consolidará una educación diferente según el estrato social al que se pertenezca. Habrá una educación para ricos y otras para pobres, algo que de hecho ya está ocurriendo de modo cada vez más firme bajo todos los gobiernos”.
“El argumento de que las familias podrán decidir si invierten más o no en educación es un relato libertario para justificar la propuesta de Milei de eliminar la obligatoriedad de la educación pública. La eliminación de la obligatoriedad apunta a liberar al estado del sostenimiento de la educación pública. Este planteo además oculta que las familias no eligen libremente sino condicionadas por la realidad social signada por la pobreza y la indigencia creciente. Quienes no llegan a fin de mes difícilmente pueden elegir pagar adicionales para la educación de sus hijos”.
“Aplicada a las Universidades y la educación superior, el sistema de vouchers eliminaría la universalidad en el acceso a la universidad pública, puesto que su otorgamiento va a venir condicionado al cumplimiento de metas y objetivos y por lo tanto tiene un objetivo de restringir el acceso”.
El diputado además señaló: “Según Milei el sistema de voucher permitirá establecer un sistema de premios y castigos incentivando que las escuelas tengan un mejor desempeño. Pero la experiencia internacional indica otra cosa. En pos de querer presentar mejores resultados ocurrió que los colegios flexibilicen la calidad educativa para mostrar un menor índice de repitencia y aprobación de materias. Profundiza una tendencia que ya está presente en la actualidad en distritos donde se premia la “eficiencia” en términos de graduados por inscriptos. Además, omite que el desempeño de las escuelas no depende solo de su propio trabajo sino también del contexto socioeconómico y cultural de la comunidad en la que están insertas. Al revés de lo que propone Milei el gobierno debería asistir con mayor presupuesto y recursos a los colegios con peores rendimientos, para lograr que esas comunidades puedan recortar al menos parcialmente las diferencias que son propias de la división de clases de la sociedad. A esas escuelas habría que brindarle mayor cantidad de docentes, becas y material de estudio para contener a los estudiantes, evitar la deserción y la repitencia. El argumento de que las escuelas deben “competir” carga el peso del fracaso educativo en los docentes y equipos directivos en lugar de apuntar al principal responsable que es el Estado”.
“En vez de establecer una competencia entre escuelas lo que hay que desarrollar es una mayor solidaridad y trabajo colectivo en función de generalizar las experiencias positivas. Además, la llamada competencia trae aparejada la de los propios docentes entre sí. Por eso, en los países donde se impuso este tipo de modelos educativos se avanzó sobre los derechos laborales de los trabajadores de la educación. En nuestro caso implicaría la eliminación del Estatuto Docente para crear un mercado de trabajo que permita la competencia entre las empresas propietarias de los establecimientos educativos”.
“Milei dice también que con las escuelas voucher se terminará con el adoctrinamiento del Estado sobre los estudiantes. Pero nada dice del adoctrinamiento de los dueños de los colegios, empezando por la Iglesia Católica que es el principal capitalista de la educación en el país y cuenta para ello con subsidios del Estado. La privatización educativa es garantía de adoctrinamiento, puesto que en la educación privada no existe la libertad de cátedra y los contenidos están por lo tanto regimentados por las patronales. La Iglesia y sus dogmas se han caracterizado por ser la vanguardia de los prejuicios anticientíficos y de la discriminación contra la mujer y la diversidad sexual”.
Por último propuso el dirigente: “A diferencia de lo que propone Milei, el Partido Obrero en el Frente de Izquierda plantea el incremento del presupuesto, el aumento de salarios para la docencia, la construcción de escuelas para todos los niveles, el establecimiento de un sistema de becas para los estudiantes de menores recursos, entre otras medidas de emergencia. Para esto planteamos revertir la provincialización comenzada por la dictadura creando un sistema de educación nacionalizado y laico cuya gestión debe estar en manos de representantes de los trabajadores de la educación, pedagogos y de las organizaciones populares”.