“Emergencia eléctrica” de Macri, o la extorsión del tarifazo


En el primer día crítico de calor, consumo de energía y cortes masivos de luz, el ministro de energía Aranguren tuvo oportunidad de explicar en qué consiste la “emergencia eléctrica” de su gobierno. Cualquiera puede pensar que ese concepto se relaciona con medidas elementales para paliar las consecuencias de los cortes, desde el suministro de agua a los barrios afectados hasta la instalación de generadores móviles.   Pero nada de esto se le escuchó a Aranguren. 


La mayor novedad de la “emergencia” oficial consistiría en poder consultar, en la página del Ente Regulador del servicio (ENRE) a qué hora o día aproximados nos devolverían la luz.  Por lo demás, el ministro ni siquiera anunció restricciones de consumo en grandes luminarias o carteleras de publicidad, una medida básica para preservar al consumidor residencial.  En cambio, Aranguren se dedicó a explicar que todo será “inevitable”,  hasta “que se hagan las inversiones necesarias”.   La “emergencia” es una fatalidad bíblica, que deberíamos esperar de brazos cruzados. 


 


Popularmente, la conducta del ministro tiene un nombre: “dejarla pudrir”.  O sea, que la población atraviese el colapso eléctrico como un trago amargo y necesario.  Esta conducta tiene su explicación:  el gobierno prepara las condiciones políticas para presentar al tarifazo en la luz –que ya comienza en este mes de enero- como un paso inevitable, precisamente, para aportar los recursos necesarios para la reparación de las redes de distribución.  El “eficientista”


 


Aranguren, por lo tanto, es un defensor del parasitismo:  las distribuidoras de energía, que usaron los subsidios K para comprar  empresas de energía en el interior (y favorecer la concentración del negocio) repararían sus redes sin aportar un peso de inversión, sino a costa de los usuarios.  Mientras tanto,  estos mismos pulpos reúnen otra fuente de recursos:  la suba de sus acciones en la Bolsa,  especulando justamente con la suba de las tarifas. 


 


A la espera de ser expoliados, los vecinos de Caballito, Villa Crespo, Floresta ( o Merlo, Quilmes y tantas otras localidades) deberían esperar –a oscuras- el sablazo de las nuevas tarifas. 


 


Hay que rechazar esta extorsión, y organizarnos en los barrios para reclamar una verdadera emergencia eléctrica, a costa de los pulpos y del Estado que los apañó: 


 


– Instalación de generadores en consorcios y manzanas afectadas,  a cargo de los municipios. 


 


– Duplicación inmediata de las cuadrillas de reparación de cámaras y subestaciones, con salario de convenio a sus trabajadores. 


 


– Provisión sin cargo de agua a las barriadas. 


 


– Control del consumo para publicidad empresaria, bajo un comité de control de trabajadores y usuarios. 


 


 Marcelo Ramal

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