En un discurso de despedida, la presidenta confesó que el ciclo K ha terminado al declarar que no dejaba un “país cómodo” para cualquier que fuera su sucesor. Atacó abiertamente a Scioli, su supuesto delfin. Sintetizó su obra de gobierno en el pago de la inmensa deuda usuraria, que cuantificó en unos u$s 200 mil millones de dólares, que habría dejado al país listo para una nueva etapa de endeudamiento, que reclamó en forma expresa. Se jactó, nada menos, de la suba de la cotización de la deuda externa, lo cual caracteriza a los intereses sociales que protegió su gobierno. No dijo que obtuvo ese resultado mediante la confiscación de los aportes obreros a la Anses y al desfalco de las reservas del país. La deuda pública es de cerca de u$s 300 mil millones de dólares y la del BCRA de u$s 30 mil millones. Resonó, en l! as cuatro horas que usó, el mantenimiento del impuesto al salario, lo cual cuestiona la eficacia de las convenciones colectivas y las paritarias, pero reivindicó los depósitos en los bancos que no pagan ganancias. En materia de despidos en la industria automotriz, se olvidó de los despidos ‘manu militari’ en Valeo, Lear y Gestamp, y de otros despidos en la zona de la Panamericana y de Zárate. Prometió un proyecto de ley para recuperar la gestión estatal de los ferrocarriles, que podría ser útil para encubrir los negociados que los concesionarios ferroviarios y los funcionarios kirchneristas armaron en estos 12 años de gobierno, con los Cirigliano, Roggio, De Vido, Schiavi, Pedraza y cia.
La cotización de la deuda externa desmiente el interés del capital financiero en propiciar un golpe contra el gobierno, sea blando o duro.
Sobre la AMIA, CFK omitió que el gobierno montó la acusación contra Irán, sin la menor prueba material, y que actuó como peón de la diplomacia norteamericano-.sionista hasta que EEUU decidió negociar con Irán. Esquivó esta responsabilidad en la crisis que culminó con la muerte de Nisman. Ahora pretende que EEUU sume el tema AMIA a las negociaciones que lleva adelante con Irán por el tema nuclear, lo cual sería funcional al interés del estado sionista de impedir cualquier acuerdo. Nada dijo sobre la llamada “conexión local”, o sea, la responsabilidad del propio Estado argentino.
El país asistió a una despedida sin perspectivas, al obituario de otro fracaso de la llamada burguesía nacional y del nacionalismo de contenido burgués.
Jorge Altamira, precandidato a presidente por el Frente de Izquierda
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