A 10 meses de asumido el gobierno de los Fernández y Massa está empantanado, afectado por una crisis política interna, al borde de una megadevaluación del peso y, por sobre todas las cosas, hundiendo al pueblo trabajador.
El relato nacional y popular empieza a derrumbarse como un castillo de naipes. Una caldera social levanta presión. Porque hay un fracaso asociado: sanitario y económico. Se escudan en la gestión de la pandemia. Pero hemos superado el millón de contagios a pesar de que no se testea masivamente para ahorrar hisopados. Y los muertos, que superan los 27000, escalan de a centenares diarios. Médicos y enfermeros reclaman por que no dan más y cobran miserias. No se han hechos testeos masivos siguiendo la ruta del virus entre los contactos estrechos para no asumir el costo, por parte del Estado, de las empresas, de las Obras Sociales y de las ART. Es un sistema el que se lava las manos.
Es falso que la gente no se contagia en los lugares de trabajo, porque los protocolos patronales son truchos. Hay hacinamiento por falta de viviendas dignas y el transporte público es otra fuente de contagios.
La centralización del sistema de salud –planteada por nosotros desde el inicio- es urgente e imperiosa. Los testeos masivos, hisopando y aislando a los contactos estrechos, son fundamentales. Los protocolos bajo control de los trabajadores son clave, al igual que la atención a las demandas del personal de salud.
Otra megadevaluación está en marcha
El eje de la política económica del gobierno fue el canje de la deuda, tras el cual vendría el “despegue”. Les hicieron todas las concesiones imaginables al capital financiero. Pero fracasaron.
El robo de la movilidad a siete millones de jubilados, suspensiones con rebaja de salarios, paritarias a la baja o directamente congelamiento salarial.
Mintieron que no habría despidos. La desocupación trepó al 29% real. Y las últimas medidas para contener la disparada del dólar fracasaron una por una: el supercepo, la reducción de retenciones a la minería y a la soja, más de deuda atada a la evolución del dólar, restricción de dólares a las provincias y a los importadores, aumento de las tasas de interés, liberalización del dólar financiero, tres aumentos de combustibles en un mes y medio, presentación del presupuesto 2021 de ajuste, entre otras.Todas concesiones al capital, contra los trabajadores que pagan precios cada día más caros.
Pero nada paró el vaciamiento de reservas del Banco Central y la tensión devaluatoria. Con las sabidas consecuencias inflacionarias y de empobrecimiento. Podemos pasar de la corrida cambiaria a la bancaria, como en el 2001.
Ahora el FMI
Se viene el FMI, con la renegociación de su deuda. Pero durante todo este tiempo ajustan, en sintonía con las exigencias del Fondo. Gobiernan con el presupuesto 2019 de Macri. Lo cual les permite una total discrecionalidad en el manejo de las cuentas públicas, que no ha sido para beneficio alguno de “los más necesitados” como proclaman, sino para paralizar por completo la obra pública y golpear la salud y la educación. Le han mentido al pueblo para ser electos y ahora como gobierno le siguen mintiendo.
No hay salida exportadora como en 2003. Atravesamos una depresión mundial, que empezó antes de la pandemia al igual que la depresión argentina. La pandemia solo agravó una crisis capitalista mundial que ya se caracterizaba por la fuga generalizada de capitales desde los llamados países emergentes hacia las naciones centrales, y guerras comerciales que agravan la presión colonial sobre nuestras naciones. Por eso el proceso de rebeliones populares en América Latina en 2019, que este año desembarcó en los propios EEUU. No hay FMI bueno. El acuerdo con el FMI que se pretende será a costa del pueblo argentino, con más hambre y dependencia colonial.
Abajo el pacto UIA-CGT-Gobierno, por una salida de los trabajadores
El fracasado acto virtual del 17 de octubre, solo mostró una crisis interior del peronismo. Pero su eje, fue el apoyo de toda la burocracia sindical a esta política de entrega a la agenda del FMI: reforma laboral de hecho, despidos, salarios y jubilaciones a la baja, reforma previsional y tarifazos.
Represión incluida, como lo demuestran los Facundo Castro de todo el país. Y de esta política forman parte todas las alas de la coalición de los Fernández y Massa. Cristina en persona sostiene al ministro fondomonetarista y a Sergio Berni.
Los únicos que pueden imponer una salida para la mayoría nacional laboriosa son los trabajadores mediante su propia intervención en la crisis. Poniendo en pie una oposición obrera y popular, frente a la oposición que agita con banderazos, pero para profundizar la agenda de ataque al pueblo trabajador.
Esto significa apoyar la lucha de los trabajadores, como en Guernica y en los centenares de asentamientos, donde el pueblo trabajador toma las resolución de sus necesidades en sus manos. Al igual que las huelgas obreras por salarios, contra los despidos, sean de choferes de colectivos, portuarios, textiles o docentes.
Desde el Partido Obrero reclamamos la ruptura con el gobierno de todas las organizaciones obreras, de trabajadores ocupados y desocupados. Que se convoquen asambleas y se impongan sus mandatos, que se convoque un congreso con mandato de las bases para discutir una salida de los trabajadores a la crisis.
Abusan de la paciencia popular. Digamos basta a las fuerzas políticas que nos gobiernan desde hace décadas.
El Partido Obrero en el Frente de Izquierda ofrece un programa de salida. Construyamos con él una alternativa obrera y socialista:
La centralización del sistema de salud bajo control de los trabajadores del sector; los protocolos elaborados y controlados por los trabajadores para preservar la salud frente a la pandemia; la inversión masiva necesaria en salud, el otorgamiento de un seguro a los que no tienen ingreso de $30000, un plan inmediato de tierras y de 100 mil viviendas para los sin techo, mediante un impuesto progresivo a las grandes rentas y fortunas capaz de recaudar u$s20000 millones; la defensa de las jubilaciones, del 82% y el Anses terminando con el trabajo en negro y con las rebajas de aportes previsionales; el reparto de las horas de trabajo disponibles entre todos los trabajadores para poner fin a la desocupación; la lucha por un salario equivalente a la canasta familiar; el no pago de la ilegítima y usuraria deuda externa y su investigación; la nacionalización de la banca, los recursos estratégicos y el comercio exterior.
PARTIDO OBRERO
21/10/2020