Gabriel Solano dijo: “El nuevo salto de la inflación, que en el rubro de alimentos es el más alto desde la hiperinflación de 1991, es el resultado directo de la política del gobierno. El pacto sellado con el FMI agravará esta situación, en tanto prevé la aplicación de aumentos significativos de las tarifas y los combustibles y una mayor devaluación que se traslada de modo directo a los precios finales”.
“Las propias metas pactadas con el Fondo requieren de una alta inflación para poder ser cumplidas. Esto porque con una alta inflación se licúan los gastos del estado, empezando por los salarios y las jubilaciones, y se incrementa la recaudación por el peso del IVA y otros impuestos que se cobran sobre los precios finales”.
“La invocación a la guerra en Ucrania para justificar los aumentos de precios omite que los alimentos, empezando por el pan, se elaboran con insumos producidos en el país. El aumento no responde a un incremento de los costos sino a la pretensión de embolsarse el precio internacional. Esto se realiza con la complicidad del gobierno, que ha rechazado incluso el aumento de las retenciones para evitar un aumento de los precios internos”.
“Lejos de llevar adelante una guerra contra la inflación, el gobierno es el principal promotor de los aumentos que están vaciando la mesa de los argentinos”.