“Para que el Banco Central se retire del mercado de cambios y deje que el peso se devalúe a cerca de nueve pesos el dólar, no hace falta que ‘nos audite’ el FMI o que Argentina deba someterse a sus dictados. Es más de lo que el FMI hubiera 'recomendado'. La lógica de este golpe monetario es ir a la liberación cambiaria. La mega devaluación tiene lugar un día después de que el Club de París le bajara el pulgar a Kicillof, cuando el ‘soviético’ intentaba obtener del Club un salvoconducto para emitir deuda internacional sin pasar por el rodrigazo. La mega devaluación deja planteado un naftazo, para mantener en vigencia los acuerdos con Chevron y reducir la factura de la importación de energía. Constituye, asimismo, una sacudida para los Tesoros de las provincias, que tomaron deuda con el sistema del 'dólar-linked'. Al verano nacional y popular le ha caído el rayo del naufragio económico”.
“Los trabajadores necesitan enfrentar este desmadre con una política propia. La prohibición de los despidos; el ajuste de los salarios y jubilaciones por la inflación; el salario mínimo de nueve mil pesos, en conformidad con el costo de la canasta familiar, y una jubilación del 82% móvil; estas reivindicaciones deben ser parte de un plan de salida de conjunto de los trabajadores. La deuda pública, inflada hasta el extremo como consecuencia del pago de la deuda externa con fondos de la Anses y el Banco Central, debe ser debatida por el conjunto de los trabajadores. En definitiva, la inminencia de una nueva crisis de poder y de un nuevo colapso económico, plantea la convocatoria de un congreso de trabajadores, con delegados mandatados por asambleas de sus lugares de trabajo, para impulsar un plan de lucha y un programa económico y político alternativo de la clase obrera”.
Jorge Altamira
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